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OPINIÓN - DOMINGO, 29 DE JULIO DE 2012

 
OPINIÓN / COLABORACIÓN

Economía sumergida – 21%

Por Juan Antonio Sánchez Campos


España ha sido, es y será si no se pone remedio, un paraíso al servicio del compadreo. No es descabellado, dada la situación que el país atraviesa, el cada vez más arraigado sistema de utilizar los favores de quién te resulta conocido para solucionar algún que otro problema de carácter doméstico.A esto se ofrecen muchos de los profesionales que se han visto obligados a dejar sus empresas, autónomos que no han tenido más remedio que darse de baja por no poder hacer frente a las cuotas de la Seguridad Social cerrando sus pequeñas empresas y negocios por la asfixia fiscal, en muchas ocasiones, debiendo despedir a trabajadores que llevaban varios años en su nómina.

De todos esos factores, sobresale por añadidura, el de mantener sus hogares y sus familias con los escasos medios de que disponen. No han tenido más remedio que incremento de servicios irregulares ha hecho aumentar la economía sumergida, La ha dotado de los requisitos indispensables que la alimentan. Por un lado, la necesidad del particular ante la falta de recursos económicos de buscar quien pueda ayudarle a solucionar el imprevisto que le surja en el ámbito del hogar (televisión, lavadora, pintura o fontanería figuran como los más requeridos); por otro lado, el ofrecimiento de algún profesional para repararlo, a cambio de liquidez para a su vez hacer frente a sus propias necesidades. Estas dos variables nos muestran la manera de ajustar un precio razonable que satisfaga a las dos partes,

No es mi intención que estas definiciones alienten a la rebeldía, tan solo pretendo dotar al ciudadano de su derecho a ser informado de forma conveniente. Que todos estos supuestos reales no se deberían llevar a cabo todos lo sabemos; el primero, el profesional que realiza el trabajo y tiene plena conciencia de que otros muchos, se mantienen a duras penas en el mercado a pesar de las condiciones impuestas por el Gobierno, un trabajador que sigue pagando diligentemente sus impuestos aunque tenga que desglosar el IVA de su factura para acceder a la oferta, perdiendo notablemente un porcentaje de su beneficio. A todo este embrollo hemos llegado sin esperarlo, ni tampoco merecerlo, con los ajustes y reformas a los que han sometido a toda la sociedad española, menospreciando el sistema de trabajo de nuestro país y de sus ciudadanos.

Cuando nadie entendía porque se sacaban de la manga una amnistía fiscal, para salvaguardar de la justicia a defraudadores millonarios a cambio de una leve aportación a las arcas del Estado, vinieron a pedir a la pequeña empresa que alertará sobre cualquier posible acto de negligencia consentida a la Ley Tributaria creada. No es que este bien hecho, que no lo está, que una prestación de servicios efectuada por profesionales no esté gravada con el IVA correspondiente en cada caso; pero si está mal hecho querer que sea el propio ciudadano, el demandante de la infracción.

Eso no está bien mire usted, es simplemente absurdo y descabellado para un Gobierno que se precie, intentar medir con el mismo rasero a un necesitado del sistema de protección, que a un defraudador redomado y acaudalado; y todo esto con el beneplácito popular haciendo la labor de un inspector de la Administración, que bastante tienen con mantener su empleo tras años de preparación y el dinero invertido.

No es la economía sumergida la que estamos criticando en casos apremiantes, para ella no hay remedio de momento, es la aptitud del Gobierno con sus recortes lo que ha venido a traer su proliferación constante. Mientras el desempleo vaya sumando números, tendremos que ver como los profesionales y los usuarios seguirán llevando a cabo tales ilegalidades, que por justicia si se mide son a todas luces legalmente aprobadas por la sociedad necesitada. Habrá que agarrarse al flotador de la economía irregular para no ahogarnos en el fondo de un inmenso océano de austeridad, en el que estamos inmersos sin solución aparente.

*Formación política El Centro
 

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