| 
                     Conviene recordar que la UDCE fue 
					bien pronto un partido ganador. Ya que tras su creación en 
					2002, meses más tarde obtenía tres concejales. Con la 
					respetable cantidad de 3.589 votos. Un éxito monumental. Que 
					les proporcionaba estímulos más que suficientes para 
					emprender una labor acorde con la confianza de sus 
					electores. 
					 
					En 2007, coaligada con Izquierda Unida, la UDCE sumó un 
					escaño más. Consiguieron, pues, cuatro concejales (5.659 
					votos), de los que uno correspondía a IU. A partir de 
					entonces, los dirigentes de la UDCE se dejaron querer ya por 
					parte del PP, ya por el lado de los socialistas. Y, de haber 
					habido otro partido importante, seguramente que Mohamed 
					Alí tampoco hubiera desaprovechado la ocasión de ponerse 
					al habla con él.  
					 
					Cierto es que el éxito de aquellas elecciones les llegó 
					demasiado pronto a los de Alí. Así que, de la noche a la 
					mañana, se encontraron con un bagaje político superior a la 
					experiencia. Y no supieron hacer uso de él. Lo cual llevó a 
					sus dirigentes a dar camballadas. Hoy me parece que debo 
					acercarme al PP, y mañana me voy detrás de los socialistas. 
					Sin ningún tipo de reflexión. 
					 
					Durante todo ese tiempo al cual me refiero, no pocas veces 
					le pregunté a Alí por qué era tan proclive a dar bandazos. Y 
					no tuvo el menor inconveniente en responderme que, además de 
					ser hombre de izquierda, quería a todo trance darse a 
					conocer en todas las instituciones. Porque tenía la 
					sensación de sentirse tan ninguneado cual menospreciado. 
					 
					Los dirigentes de la UDCE estuvieron ocho años confundidos. 
					Y llegaron a la conclusión de que nadie les quería. Que eran 
					despreciados a pesar de haber obtenido tres y cuatro 
					concejales en dos elecciones. Así que la susceptibilidad les 
					pudo. Y se aferraron a hacer una política alejada de los dos 
					partidos principales.  
					 
					De modo que a medida que iba pasando el tiempo, y deseoso de 
					mandar al garete a IU, Mohamed Alí puso los ojos en el 
					hombre que ellos creían el apropiado para que les sacara del 
					anonimato en que, según él, estaba sumida la UDCE y que 
					hacía imposible su disfrute de una popularidad acorde con 
					los votos obtenidos en las urnas.  
					 
					De hecho, en conversación mantenida con Alí, en la sala de 
					estar del Hotel Tryp, no tuvo el menor inconveniente en 
					declararme que si se unía a Juan Luis Aróstegui era 
					porque los populares le habían obligado a tomar semejante 
					decisión. Una decisión que no era de su agrado, pero que le 
					iba a reportar estar todos los días en el candelero que 
					otorga la publicidad en los medios. Unos medios que estaban 
					casi todos al servicio del secretario general de Comisiones 
					Obreras. 
					 
					Cuando ha transcurrido poco más de un año de las últimas 
					elecciones de Ceuta, no tengo el menor inconveniente en 
					reconocer que Mohamed Alí acertó al echarse en los brazos de 
					Aróstegui, es decir, en pactar con el PSPC, para ser 
					protagonista de la ciudad: mañana, tarde, noche y madrugada.
					 
					 
					Ahora bien, debido a que tanto puede lo mucho como lo poco, 
					en este caso, las diarias denuncias de Caballas están 
					consiguiendo que las gentes crean, a pies juntillas, que 
					Aróstegui es quien impone las normas y éstas parecen ser que 
					están encaminadas a dividir a la población. Bajo el 
					beneplácito de quien hace más de un año que ya no parte el 
					bacalao en su partido. Mala cosa. 
   |