PortadaCorreoForoChatMultimediaServiciosBuscarCeuta



PORTADA DE HOY

Actualidad
Política
Sucesos
Economia
Sociedad
Cultura
Melilla

Opinión
Archivo
Especiales  

 

 

OPINIÓN - DOMINGO, 5 DE AGOSTO DE 2012

 

OPINIÓN / EL OASIS

Arriola y Arenas
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Yo me imagino a Pedro Arriola Ríos, presidente del Instituto de Estudios Sociales, amén de ser persona con muchos títulos universitarios, diciéndole a Mariano Rajoy, tras tomar éste posesión de su cargo, como asesor suyo que es: “Tú tranquilo, Mariano, que la victoria absoluta de Javier Arenas en las elecciones andaluzas de marzo está en el bote. Por lo cual, jefe, hazme caso: no se te vaya ocurrir decir nada sobre las reformas que deberás anunciar contra los más necesitados. Porque tengo la certeza de que serían nefastas para nuestro querido Javi. A quien, como tú bien sabes, los éxitos en las urnas les son esquivos”.

Tampoco he dejado de imaginarme, tras aceptar Rajoy el consejo de su asesor, las muchas mentiras que debió inventarse nuestro presidente del Gobierno para convencer a todas las autoridades europeas de que había tomado la decisión de hacer el don Tancredo hasta después de marzo. Lo que no dejaba de ser una inacción intolerable y muy peligrosa para los intereses de España en Bruselas.

El consejo de Arriola a Rajoy, con el fin de ayudar a su amigo Arenas, estaba ideado por el diablo. Ese diablo que lleva muchos años haciendo todo lo posible para que el niño Arenas no gane nunca nada. Caso de no ser una votación para la presidencia de la comunidad de su piso. El diablo, con todo su poder, se ha encargado de que nuestro hombre esté gafado para logros electorales. Y punto. Y esa mala suerte debería haber sido aceptada por Arenas para no perjudicar a nadie. Pero no lo hizo. Es más, se dejó mecer por los arrullos de Arriola y, tal vez sin querer o quizá por egoísmo, metió a España en un lío que nos costará sangre, sudor y lágrimas.

Me imagino, porque creo que Rajoy no puede ser tan duro de mollera, como para no reconocer su tremendo error, que éste se habrá acordado ya innumerables veces de todos los antepasados de su oráculo y, de paso, habrá estado haciendo de tripas corazón para no decirle a Arenas cuatro cosas bien dichas. Cuatro cosas bien dichas por haberle camelado, induciéndole por el camino de la vagancia. De modo que durante varios meses dedicó su tiempo a sentarse ante el televisor, en la sala de estar de la Moncloa, para ver los partidos del Madrid. Entretanto, Ángela Merkel recibía ya opiniones variadas acerca de la molicie del nuevo presidente del Gobierno de España. Y, como calvinista acérrima, le tomó ojeriza en un abrir y cerrar de ojos.

Me imagino, porque en esta vida, hasta los más poderosos, que hablan en varias lenguas y son licenciados en tres o cuatro ramas del saber, se suelen comportar a veces como vecindonas del quinto, con todos mis respetos para ellas, que pronto se corrieron las voces en toda Europa de que al frente del Gobierno de España estaba un señor de muy buen comer, muy dado a fumar habanos, y también a dormir la siesta, como recomendaba Cela: con pijama y orinal. Un señor, además, que era capaz de retrasar la toma de decisiones más importantes para sacar a España de la miseria que se avecinaba para que Arenas asegurara su mayoría absoluta en la región más extensa de España. Que, por cierto, acabó en fiasco.

Me imagino, pues la imaginación es así de echada para adelante, que algún día habrá que pedirles responsabilidades a quienes actuaron desatinadamente. Conclusión: Rajoy está haciendo ahora lo que debió hacer varios meses atrás. Arriola sigue a lo suyo…
 

Imprimir noticia 

Volver
 

 

Portada | Mapa del web | Redacción | Publicidad | Contacto