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                     En esta ocasión de RENFE y en una 
					de las fechas que más pueden perjudicar, por ser en los días 
					que más gente se mueve, en tren o por otros medios. 
					 
					Esta huelga de los trabajadores de RENFE Operadora, Adif, 
					así como de los ferrocarriles de vía estrecha Feve, se 
					convocó contra la liberalización del transporte de viajeros. 
					 
					¿Hasta donde llegó esta huelga?. Mucho menos lejos de lo que 
					los convocantes se proponían, por lo que hubo en ella 
					mínimas incidencias, pero siempre molestas. 
					 
					Unos trenes tuvieron más problemas que otros, pero 
					especialmente las incidencias surgieron en los trenes de las 
					primeras horas de la mañana, aunque fueran incidencias 
					limitadas o muy limitadas, digan lo que quieran los 
					huelguistas. 
					 
					Por parte del ministerio correspondiente se establecieron 
					unos servicios mínimos suficientes para que el tráfico no se 
					alterara, cosa que no agradó demasiado a los convocantes. 
					 
					Un 75% de los trenes de alta velocidad o de larga distancia 
					no tuvieron problemas para circular, con lo que la huelga se 
					quedó en eso de “amagar” y “no dar”, o en una simple 
					huelguita. 
					 
					Como no podía ser de otra forma, los incidentes fueron más 
					que nada provocaciones de parte de los convocantes que no 
					soportan la normalidad en lo que a ellos les gusta como 
					alboroto. 
					 
					Mínimos retrasos, escasamente de un cuarto de hora en 
					cercanías, alguna barricada en tierras catalanas, pero, al 
					final, normalidad sin que hubiera que tomar ningún tipo de 
					medida especial por los incidentes. 
					 
					Y frente a esto, lo de siempre, el baile de los números, que 
					nunca coinciden entre los organismos oficiales y los 
					convocantes. 
					 
					Fomento, órgano superior en todo esto, ha dicho que la 
					participación de los trabajadores, en la huelga, rondaba 
					escasamente el 20%. Lo que indica que si un día cualquiera, 
					en medio de semana, en nuestro país circulan por encima de 
					los 1700 trenes, en el día de la huelga funcionaron en torno 
					a los 1100. 
					 
					A esto se redujo, con los números por delante, esa huelga a 
					la que tan sólo van de buen grado los liberados y, 
					escasamente, sus familias. 
					 
					Pero lo malo de todo esto es que los impresentables que han 
					querido romper la operación salida, con esta huelga, que fue 
					un fracaso, no saben medir las pérdidas económicas que trae 
					todo esto. 
					 
					Y en una época en la que no se puede perder ni un euro, en 
					ninguna parte, según Fomento, por esta huelga=”juerga”, 
					RENFE va a perder por encima de los tres millones entre los 
					billetes que no se vendieron y los billetes anulados. Aquí 
					está lo más intolerable, en los momentos más difíciles es 
					cuando cuatro desalmados tratan de romper más la situación. 
					 
					A partir de ahora, nada me extrañaría que se programara 
					alguna otra de este tipo, con lo que las pérdidas serían 
					preocupantes, aunque la huelga volviera a ser un fracaso. 
					 
					Si ahora los sindicatos no son capaces de acercarse para 
					buscar soluciones que no perjudiquen a nadie es que estos 
					sindicatos no tienen derecho a existir. 
					 
					Y lo más llamativo del “baile” es que los propios sindicatos 
					convocantes hablan de un seguimiento masivo, rozando el 90%, 
					una serie de mentiras y de embustes en un asunto de 
					importancia. 
					 
					Si ahora lo que prevén es seguir con las movilizaciones, 
					aunque sea para parar la privatización, es que no saben 
					donde están o donde tienen la mano derecha. 
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