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                     Dos de mis amigos y compañeros de 
					Colegio, en nuestra etapa de escolar, comentaban sobre el 
					problema actual de la escolarización de sus nietos. En 
					comparación con la de ellos, repito, también asistí al mismo 
					centro escolar y después de tantos años, están convencidos 
					que no hemos mejorado en nada. Como resumen, que la 
					enseñanza de sus nietos, con respecto a la que recibimos 
					nosotros, no ha progresado. ¡Son menos competitivos¡. Y , 
					encima, disponiendo de mejores medios que ellos. 
					 
					Recuerden los materiales que utilizaban: en primer lugar una 
					Enciclopedia que podía haber sido “Álvarez”, aunque se podía 
					optar por la de “Dalmau Carles”; aunque precisamente se 
					elegía en nuestro Centro, la primera que, según, los 
					niveles, había que utilizar los de Grado 1º, 2º y 3º, y para 
					finalizar curso, la de Grado Superior. 
					 
					La estructura de la misma estaba formada por la Religión 
					–obviamente Católica-, se le añadía el Catecismo del Padre 
					Ripalda en particular, cuando el alumno tenía que prepararse 
					para la 1ª Comunión; junto a la Religión, se incluía la 
					Historia Sagrada, que comprendía una serie de actividades 
					globalizadas como Dibujo, Redacción, Caligrafía, Dictado y 
					Copias y, en particular, Lectura y Comentario de la Biblia. 
					Junto a la Religión, Lengua Española, la Aritmética, 
					Geometría, Geografía, Historia de España, Ciencias de la 
					Naturaleza, Formación del Espíritu Nacional, Dibujo, 
					Trabajos Manuales, etc. Como se ve una completa 
					Enciclopedia. 
					 
					Junto a la Enciclopedia, el alumno disponía de dos 
					cuadernos; uno de dos rayas para escritura (Copia y 
					Dictados) y otro para Matemáticas. SE le añadía el llamado 
					“plumier” para lápices y plumas, un palillero y varios 
					modelos de plumas y una goma de borrar mixta. 
					 
					Con una sencilla y modesta cartera o carpeta, se guardaba 
					todo el material, para desarrollar un jornada escolar. Como 
					en el Centro Educativo no se disponía de un campo de 
					Deportes; nuestro centro era privado, la Educación Física la 
					desarrollábamos en nuestros “partidillos” en cualquier 
					descampado o en algunas calles, si no se molestaban a los 
					vecinos o no parecía el Guarda Jurado del Barrio. 
					 
					Queda, pues, muy claro que con un sólo libro de texto, 
					material para escribir y hacer operaciones y problemas, se 
					resolvían las necesidades de enseñanza y, por supuesto, 
					educativas del alumno, ya que con el “Álvarez”, se abarcaba 
					todas las áreas de aprendizaje, contenidas en el programa. 
					 
					Se estudiaba de memoria y cada alumno, conociendo su 
					horario, se aprendía el fragmento del tema que le 
					correspondía. No eran preguntas muy extensas, las que le 
					correspondía, si bien, en algunos temas se hacían 
					excepciones y había que estudiar más. 
					 
					Como quiera que el Maestro era un “enamorado” de la 
					caligrafía –él mismo elaboraba a mano los modelos-copias-; 
					de la Ortografía, utilizando la ORTOGRAFÍA PRÁCTICA de la 
					LENGUA ESPAÑOLA de MIRANDA PODADERA por lo que en ese 
					aspecto había una gran garantía de que saliesen de las aulas 
					alumnos muy beneficiados. 
					 
					Por todo ello no era sorprendente que de las aulas del 
					Colegio, llamado “Santo Tomás de Aquino” ubicado en la Calle 
					Genaro Lucas de la Barriada de Villa Jovita, regentado por 
					D. Juan Romera y su hijo D. Modesto, acogieran en sus aulas 
					a un centenar de alumnos, varones, entre los seis o siete 
					años hasta los trece o catorce. 
					 
					De lo que además, estaban seguros los padres era que por su 
					liviana carga, sus hijos no sufrieran de la columna 
					vertebral en el transporte del material escolar. 
					 
					En el transcurso de los años, la Enseñanza/Educación ha 
					cambiado mucho. Por eso, los dos abuelos que analizaban el 
					desarrollo del proceso educativo, muestran, a través de 
					tantos años, su descontento por los conocimientos adquiridos 
					por sus nietos, cada día menos y y el exceso de “equipaje” 
					que les hacen llevar a los Colegios. 
					 
					Ha sido hace unos años, cuando la Comunidad Murciana, ha 
					actuado de manera acertada: ha hecho desglosar los libros de 
					textos clásicos de cada materia, en los tres trimestres que 
					forman el curso educativo. Y repito de forma acertada, 
					porque han sido mayoritarias las voces que así lo 
					demandaban. Se había puesto en entredicho la columna 
					vertebral de los alumnos al tener que transportar desde sus 
					domicilios al centro educativo la pesadísima carga de todos 
					los materiales escolares, reduciendo aproximadamente en un 
					tercio la mochila transportada. Indudablemente que un equipo 
					de traumatólogos tuvo que aconsejar la citada división para 
					cuidar de la salud de los escolares. 
					 
					Parece ser que la idea de la Comunidad de Murcia se ha 
					extendido a otras y también han dividido el libro en tres 
					trimestres. Aunque se sigue con lo de un libro para cada 
					materia. 
					 
					Lo más destacado en esto de la imposición de los libros es 
					que hay libertad para cada Centro o cada responsable elija 
					el formato que crea conveniente, quedando a la libre 
					decisión del profesorado dándose el caso que en cada centro 
					se puede presentar por la libre elección, no ya de los 
					padres, que aquí no tienen competencia alguna. Lo que si se 
					ha llegado a la situación del “libro a la carta”. 
					 
					Otro capítulo es el de la subvención, que en nuestra ciudad, 
					los últimos años se han financiado por el propio Ministerio, 
					bien por la Comunidad. Ahora con la crisis, todavía no se 
					sabe como se podrán financiar los libros. 
					 
					Mientras tanto, mis amigos siguen recordado su paso por el 
					colegio: la regla de tres, simple y compuesta, la regla de 
					compañía, el área de las figuras planas….y expresiones 
					gramaticales como “ahí hay un hombre que dice ¡ay¡” 
					 
					Muy oportuna la “Lección de matemáticas del desaparecido 
					humorista gráfico, publicada en las páginas del diario ABC 
					en septiembre de 2008” 
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