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                     La trayectoria política del número 
					1 de los socialistas españoles, Alfredo Pérez Rubalcaba, no 
					esta exenta de polémica. La llegada al Gobierno de España 
					del partido socialista en 1982 supuso el comienzo en la 
					actividad política de nuestro protagonista a través de la 
					asunción de diferentes responsabilidades relacionadas con la 
					universidad y la educación hasta que Felipe González, tras 
					la victoria electoral de 1993, premio sus desvelos 
					nombrándole Ministro de Presidencia y de Relaciones con las 
					Cortes. Durante ese periodo negó cualquier relación del 
					Ejecutivo socialista con los Grupos Antiterroristas de 
					Liberación (GAL) cuando el proceso judicial abierto demostró 
					la financiación de sus actividades a través de fondos 
					reservados provenientes del Ministerio de Interior. 
					 
					Debemos recordar que los GAL fueron grupos armados 
					parapoliciales que practicaron el denominado terrorismo de 
					Estado contra el grupo terrorista ETA y su entorno. 
					Estuvieron activos entre 1983 y 1987 es decir, durante los 
					primeros años de los gobiernos de Felipe González. Durante 
					el proceso judicial contra esta organización fue probado que 
					fue financiada por altos funcionarios del Ministerio de 
					Interior. De hecho, fueron encarcelados altos responsables 
					ministeriales; Ricardo García Damborenea (ex secretario 
					regional de los socialistas vizcaínos), Julián Sancristóbal 
					(gobernador civil de Vizcaya), Rafael Vera (número dos de 
					interior), José Barrionuevo y José Luis Corcuera (ministros 
					de Interior). Pocos meses después, Felipe González anuncio 
					su intención de abandonar la política activa. 
					 
					Alfredo Pérez Rubalcaba resistió políticamente a la derrota 
					socialista en las Elecciones Generales de 1996 
					convirtiéndose en persona de confianza de los diferentes 
					líderes socialistas que iban surgiendo. Las luchas internas 
					por la dirección del partido no desgastaron a quien fue 
					nombrado por el nuevo secretario general, José Luis 
					Rodríguez Zapatero, responsable de la estrategia electoral 
					que llevo a esta formación política a la victoria electoral 
					tras los atentados del 11 de marzo de 2004. Quién no 
					recuerda el protagonismo asumido por quien se erigió en la 
					imagen acusatoria de una formación que arremetió con dureza 
					inusitada contra el Ejecutivo de José María Aznar 
					acusándole, entre otras muchas cuestiones, de engañar a la 
					ciudadanía e instando a esta a la desobediencia civil el día 
					anterior a la celebración de estos comicios, el día de 
					reflexión. 
					 
					Labor recompensada tras el triunfo electoral con la 
					portavocía del Grupo Parlamentario socialista para 
					posteriormente ser nombrado Ministro del Interior y portavoz 
					del Ejecutivo. Una etapa también marcada por la polémica 
					como consecuencia de los casos Faisán y del denominado 
					“watergate español. El primero de ellos relativo a una 
					investigación judicial sobre una red de extorsión de ETA con 
					base en el bar Faisán y el posterior chivatazo recibido por 
					el propietario de dicho establecimiento que le alertaba de 
					una redada policial. Y el segundo de ellos , una presunta 
					trama organizada por una empresa vinculada con dirigentes 
					socialistas que practicaron escuchas ilegales a altos cargos 
					del Partido Popular en las propias dependencias de esta 
					formación política ubicadas en la calle Génova. En 
					definitiva, una dilatada trayectoria política repleta de 
					oscuros episodios desvelados por los medios de comunicación 
					y reconocidos, en algunos casos, por las propias instancias 
					judiciales. 
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