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OPINIÓN - MARTES, 14 DE AGOSTO DE 2012

 

OPINIÓN / ANALISIS

Playas: ¿Prohibido prohibir?
 


Nuria de Madariaga
opinion@elpueblodeceuta.com

 

En realidad la zona playera no es más que una arenosa extensión de los paseos marítimos y de ser una playita en alguna cala una extensión del paisaje. Pero desde el principio de los tiempos la gente acude a refrescarse aunque es a partir del siglo XIX cuando se inicia el boom de los baños de mar y de los balnearios. Lo cierto es que, si existen prohibiciones y normas que regulan el uso y disfrute de las playas es porque determinados elementos de talante asilvestrado no saben respetar al prójimo y exhiben comportamientos incívicos.

 De hecho ¿cuántos lustros se ha tardado en reglamentar la prohibición de jugar al fútbol en la playa? ¿Quién con algunos años y otras tantas patas de gallo no recuerda unos tiempos en los que los tíos se ponían a meter balonazos y raro era el día en el que no se escapa la pelota y le daba a una señora que estaba tomando el sol? ¿Y el jugar a las palas a pie de rompeolas con el peligro de pegarle un bolazo a quienes están paseando? ¿Y poner a los niños chicos a hacer caca en un agujero excavado en la arena de la orilla? ¿Y el de la toalla de al lado con el “radiocasé” a toda pastilla atronando con el chumba-chumba del pachanguéo?

Y lo malo es que en determinados enclaves de España hay jóvenes que no son excesivamente corteses y si alguien les llama la atención por su conducta contestan de mala manera “Señora, ¿se quiere ir usté a tomar por culo?” Jóvenes por no decir familias enteras que acampan en las playas y se montan tiendas con sábanas y toallas y sacan la nevera portátil con las latas de cerveza, el gazpacho y el embutido cuando no montan al son de la canción ¡la barbacoa, la barbacoa! y se lían a asar esas costillas de cerdo que son la bendición de Dios o arman candela con carbón para ensartar sus sardinas en espetos.

En Andalucía hay de todo están las abolengosas playas del Marbella Club y están otras más populares donde ponen de mañana los melones y las sandías a refrescar en un hoyo en la arena de la orilla y van tirando de paellera y de avíos de todo tipo. Eso sí, quitando en playa Benítez que al menos el año pasado estaba un poco anárquica con música a todo volumen y un tipo, acampadas y demás aparte de sucia, las otras playas ceutíes son muy agradables y nunca he visto a nadie con una mesa instalada cortando esas lascas de jamón que son la gracia de Dios Misericordioso para darse un convite con familiares y allegados.

España Cañí. Y que se jodan los guiris. ¿Qué sino Lujo Supremo es alargarse al bajamar con los arreos, su mesa plegable, su tabla jamonera, su cuchillo jamonero, su pata o su paletilla de bellota, aceitosita, su pan cateto bautizado con un chorreón de aceite de oliva y su perola con sangría en la que flotan los cachos de naranja ¿Qué sabrá de calidad de vida el que no es español? (Nunca olviden que ¡Fuimos Imperio!) ¡Y viva el Crisol de Culturas y el jamón de Guijuelo que no lo hay mejor en el mundo!¿Que si no le doy un viva a los embutidos ibéricos? Vale. ¡Viva!. Pero España Cañí e ikebana ibérico con su clavel, su polvorón, su pandereta y su botella de anís Machaquito al margen, estamos en la era de la información y “todos” sabemos al dedillo qué se puede y que no se puede hacer en los espacios públicos.

Y a quienes destrozan esos espacios no se les considera unos “rebeldes perlillas” sino unos hijos de la grandísima puta y que paguen los padres los destrozos. Porque hay prohibiciones que se hacen para torearlas una miajita pero otras son imprescindibles para poder vivir y disfrutar en paz.
 

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