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                     I 
					 
					Me niego a vivir en el suicidio permanente  
					de los males del mundo. 
					Hay que despertar y no resignarse. 
					Nada de encogerse de hombros  
					ante tanta injusticia sembrada. 
					Hay que levantarse y caminar siempre adelante. 
					II 
					 
					Me niego a morir con las manos atadas 
					mientras tenga voz para liberarme. 
					La libertad de pensar es propia de cada uno. 
					En cada pensamiento hay un remedio para un mal. 
					Toda nuestra vida pertenece a los pensamientos. 
					Y si pienso, vivo.  
					Porque vivir es sentir el deseo de volar, 
					no me cortéis las alas, no me partáis el corazón. 
					 
					III 
					 
					No niego los deberes y derechos del ser humano,  
					pero cuesta reencontrarlos,  
					es tan escasa la sapiencia y tan abundante el vanidad, 
					que nada es lo que parece en este universo 
					poblado de vacíos, viciado por el hombre, 
					embutido de cadenas que, aunque sean de oro, matan. 
					Dios nos libre de encadenarnos a cautiverios  
					tan degradantes como la de ser esclavo de uno mismo.  
					Líbranos Señor de recogimientos necios  
					y de corazones amargados en este desvivir de cada día. 
					 
					IV 
					 
					Negar las evidencias de lo mucho que se nos impone 
					por parte del mercado del poder, 
					es como querer respirar y no tener aire. 
					Cuán vano es dejarse morir  
					cuando aún no te has levantado para vivir. 
					A veces no pasamos de ser predicadores de la vida.  
					De una vida que nos aprisiona tanto 
					que nos deja sin deseos, sin verso que llevarse a la boca, 
					sin nada, en este nadar junto a nadie y junto a todos. 
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