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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 15 DE AGOSTO DE 2012

 
OPINIÓN / ANALISIS

MENAS y menores emancipados

Por Nuria de Madariaga


Lo mejor de los abusos es el preciso instante en el que se acaban. Y gran parte de la culpa de la ruina de España han sido los abusos institucionalizados. Esa entelequia bucólica de la sanidad universal que no existe en ningún país del mundo y menos aún en Europa donde prima el copago y los ilegales se encuentran con que el primero de sus derechos es ser repatriados con el menor número de trámites burocráticos. Lo que resulta vergonzoso es la lucha de los profesionales de la buena conciencia por defender los presuntos derechos de unos extranjeros que se encuentran ilegalmente en España y que el euro que nos cuesten no se fabrica por las noches con las máquinas de hacer billetes sino que viene del sudor de la frente de los españoles. ¿Que los espíritus puros quieren sanidad para los ilegales? Muy sencillo, que les paguen de sus bolsillos un seguro privado porque es muy fácil y muy socorrido hacer caridad con los dineros ajenos. Abusos. Centenares de nebulosos millones para oenegés, pago de rescates millonarios para los payasos onegetistas que se disfrazan de Indiana Jones y se van a sublimar sus estúpidos “egos” en la cooperación internacional, cuando en Noruega existen campañas de caridad para “adoptar” en la distancia a niños pobres españoles y mandarles unos dineros cada mes.

¿Y no se les cae la cara de verguenza a nuestras Autoridades con el fenómeno MENA? Abuso institucionalizado, muchachos con familias de localidades vecinas que vienen a Ceuta en busca de un hotel, cama, comida, gastos y derecho a raparse por los lados la cabeza y dejarse una cresta a lo mohicano para adoptar un buen look pandillero. Ni desamparo ni agobiante horfandad, ni son refugiados de zonas de conflicto ni buscan otro fin que aprovecharse del sudor de la frente de los ciudadanos. Hablan de la “solución” de considerar a esos chicos “emancipados” y emancipados están, pero no hay tanto que argumentar ni tantas lecciones de buena conciencia que impartir, basta tan sólo con hacer unos cientos de fotocopias del Acuerdo Bilateral firmado por España y Marruecos en el año 1997 sobre la “repatriación inmediata de menores” sin más requisitos que entregarles en el mismo puesto fronterizo. Porque los jóvenes marroquíes no necesitan el paternalismo baboso de unos gobernantes españoles con tics de “redentoristas compulsivos”. Es más les juro por mis muertos que Su Majestad Mohamed VI es muy capaz de hacerse cargo de sus propios jóvenes, máxime cuando los melindrosos que hacemos caridades tenemos que sufrir la humillación y el desprestigio internacional de que los nórdicos “adopten” a niños pobres españoles y les manden unos euros mensuales en plan “padrinazgo”. ¿Y no podríamos ese chorro de billetes que nos cuesta mantener sin necesidad y por la cara a unos extranjeros “con cara” hacerlos repercutir en nuestros niños pobres que comen por la ayuda de los noruegos? Institucionalizar el abuso nunca tiene buenas consecuencias porque los ciudadanos se revuelven y se exasperan. Es sangrante tener en un ¡ay! a quienes necesitan de esos 400 euros para comer y gastarnos los dineros con extranjeros ilegales por incompetencia, estulticia y pereza porque lo que no tiene que quedar en la arruinada España es ni un ilegal y ¡Miren cómo quienes defienden sus humanitarios derechos no se llevan a unos cuantos ilegales a sus casas para mantenerles! Alimentar la buena conciencia con el pan de nuestros pobres es un abuso. Y lo mejor del abuso es cuando se dice “stop”
 

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