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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 22 DE AGOSTO DE 2012

 

OPINIÓN / EL OASIS

El chico del uno contra uno
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Comenzó el fútbol sometido los jugadores a temperaturas que nunca fueron apropiadas para ningún deportista. El calor produce cansancio a raudales y nubla las ideas de los futbolistas. Lo cual hace posible que los conjuntos inferiores se encuentren cómodos refugiándose en su propio terreno a verlas venir.

Sentado ante el televisor, en cómoda butaca de la salita de estar, los sudores me asaltan, dado que el aire acondicionado es contraproducente para mi organismo, mientras me toca ver el partido Madrid-Valencia. A la siete de la tarde. Y, claro, me hago a la idea de que pronto el cansancio hará mella entre los actores.

En el Bernabéu cuesta respirar, debido a que la canícula se muestra en todo su esplendor. Los jugadores tratan por todos los medios de medir sus esfuerzos. Muchos de ellos vienen muy zurrados por haber jugado partidos con sus selecciones y procuran echar mano de sus recursos técnicos. Así que deciden correr cuanto menos mejor.

Cristiano Ronaldo, por ejemplo, desecha sus cambios de ritmo y sus carreras vertiginosas. Confiado, quizá, que en algún momento se le presente la oportunidad de hacerle un gol a Alves: portero de agilidad felina pero incapaz de dominar el juego por alto. Los madridistas no supieron aprovecharse de esta debilidad.

Ganaba el Madrid, porque bien pronto la voluntad de Higuaín hizo posible que los locales se adelantaran en el marcador. Y comenzó el sesteo. Xabi Alonso -tan sobrevalorado siempre- dejó a Lass solo ante el peligro en la zona vital del medio terreno, sabedor de que a éste la prensa madrileña lo tiene metido entre ceja y ceja. La fobia periodística contra Lass le vendría muy bien a Soledad Becerril, Defensora del Pueblo, para pedir justicia. De lo contrario, no sé cómo va justificar el presupuesto de su cargo. Al que ha llegado como premio a una marquesa que, según ella, se aburría en la Sevilla provinciana.

A pesar del calor, que era asfixiante en la capital del reino, de las trabas que ponía un Valencia replegado con orden y oficio y atento siempre a sorprender ante cualquier desliz defensivo de los madridistas y del ritmo de carreta impuesto por los de Mourinho, todo hacía prever que el Madrid se iría a los vestuarios, durante el descanso, ganando por uno a cero.

Pero había algo que suponía una amenaza para el Madrid. Las faltas lanzadas por Tino Acosta. Verdaderos avisos para un portero que daba pruebas palpables, una vez más, de estar fuera de sí cuando se trata de atajar los balones aéreos. Ya sean enviados desde los costados o de frente. En tres ocasiones, el portero más sobrevalorado del mundo, evidenció que estaba hecho un flan. Pero un flan danone.

Entonces, como seguidor del Madrid, y creo que persona avezada en cuestiones futbolísticas, llegué a la conclusión siguiente: En cualquier momento, Acosta pondrá el balón en el sitio justo para que el portero, aspirante al Balón de Oro, pegue una cantada morrocotuda. Nada nuevo bajo el sol pero que se niegan a reconocer quienes están caídos de boca por el chico de Móstoles. Un Casillas que acapara portadas y elogios a granel: aunque sea un cantamañanas en las salidas y su juego con los pies mueva a risa. En esta ocasión, y van…, lo peor no fue el gol que encajó, sino que estuvo en un tris de partirle la crisma a Pepe. Eso sí, las vecinas del quinto lo defenderán por su habilidad en el uno contra uno.
 

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