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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 22 DE AGOSTO DE 2012

 

OPINIÓN / ANALISIS

La importancia de la sensación de seguridad


Nuria de Madariaga
opinion@elpueblodeceuta.com

 

El planteamiento habría de iniciarse aseverando que, cuando se carece de la suficiente seguridad ciudadana, el resto de los derechos se van al garete. No existe el derecho a la libertad si vives con la ansiedad perenne de que te roben por la calle, asalten tu negocio o entren en tu vivienda a robar, tampoco existe la libertad de movimiento si da miedo andar por las calles, ni el derecho a la propiedad privada si se vive con el miedo a que te atraquen. La delincuencia es un cáncer purulento del sistema y hay veces en las que no existen medios humanos ni técnicos bastantes cómo para salvaguardar en todo momento a toda la ciudadanía. ¿Un ejemplo? En mi primera jornada en Ceuta al salir de noche de la redacción en calle Independencia pedí que avisaran a un taxi para ir al Paseo de las Palmeras porque “no me cabía en la cabeza” que a las once de la noche pudiera ir dando un tranquilo paseo sin riesgo a encontrarme la calle llena de yonkis, de macarras y de ladrones dispuestos a liarla. En muchas ciudades de nuestra geografía la inseguridad no es una “sensación” sino una dura realidad, sobre todo a partir del glorioso desembarco hace ya algunos años, de todas las mafias del Este que aquí han plantado sus reales con absoluta impunidad, paralelamente a las peligrosas maras de pandilleros sudamericanos, más nuestro producto local que, en honor a la verdad, es menos agresivo y violento.

Por ello hablar de “inseguridad” en esta vigilada y acicalada ciudad parece una broma de mal gusto, pero lo cierto es que ha habido una escalada de escaramuzas de delitos contra la propiedad por la zona que más hay que cuidar de esta ciudad, porque es la que atrae al turismo y a sus dineros, que es el centro histórico. Y, les ruego que no suelten el repulsivo eufemismo de que los robos han crecido “por la crisis” porque tanto ustedes como servidora sabe que los parados no roban, antes se cortan las manos, ni los pobres roban, antes piden limosnas o se acercan a la parroquia a que les den el pan y la leche. Ni pobreza ni desempleo generan delincuencia por más que muchos apunten para esos horizontes, lo que genera delincuencia son la marginalidad, la química del cerebro y el tener instinto para delinquir. Ni a un honrado albañil en paro, ni a una abuela jubilada pasando calamidades, ni al despedido de una empresa les da por entrar en una vivienda con una pistola ¿De qué y de donde?. Pero si Ceuta pierde su aureola de ciudad segura donde puedes ir de noche a la farmacia de guardia dando un tranquilo paseo, mala cosa, porque los delincuentes espantan al turismo y disuaden a los inversores. Si la policía no se adelanta y a fuerza de patrullar, identificar minuciosamente a elementos que despierten sus sospechas, vigilar y porculear a los ladrones que anden por las inmediaciones, son en sí el principal elemento de disuasión para garantizar una seguridad global que vaya mucho más allá que la simple sensación subjetiva.

¿Se hacen los suficientes controles de documentación e identificaciones? Porque eso es lo que resulta más insoportable a los malhechores ¿Se controla exhaustivamente la identidad de individuos que tengan aspecto de pandilleros? Porque si algo odian las pandillas es el control de documentación y el pasar sus nombres por la máquina sean mayores o “menores” (por ahora porque van a rebajar la edad penal a los 16 años me lo confirman mis fuentes ¡Aleluya! se acabó el mamonéo). Control, identificaciones, examen de la documentación y el que vaya con los instintos de delinquir los va perdiendo conforme va topando con los guapos uniformes azules, que tienen un arte que no se puede aguantar, por las calles y por las esquinas. El comercio es un eje fundamental para el desarrollo de cualquier ciudad, porque genera puestos de trabajo y ganancias y hay que mimar a todos los empresarios y comerciantes que junto a hosteleros y autónomos son las centrales nucleares de nuestra economía.
 

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