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                     La diferencia que hay entre los 
					hombres y las mujeres es que ellos hablan bien de ellas y 
					las tratan mal, mientras que ellas hablan mal de ellos y los 
					tratan bien, dice un hombre inteligente, culto y que cita de 
					memoria a Paul Valèry. Aquel desagradable misógino… 
					 
					¡Tiene usted razón, amigo! Pero me va permitir que le diga 
					que existen excepciones. Verbigracia: las mujeres que ocupan 
					cargos en el PP hablan todas maravillas de nuestro alcalde. 
					Y, encima, dan muestras de quererlo a rabiar. Vamos, que se 
					les cae la baba por el mero hecho de mencionar su nombre. Y 
					no tengo la menor duda de que si Vivas estuviera 
					necesitado de ayuda la tendría toda por parte de esas 
					señoras.  
					 
					Si lo sabré yo que las he entrevistado a casi todas, a casi 
					todas las que forman parte del Gobierno. Por ello me consta 
					que lo adoran. Que confían en ciegamente en él. Se me viene 
					a la memoria cómo Yolanda Bel me dijo un día que como
					Vivas tardará mucho tiempo en nacer otro hombre en 
					esta ciudad. Y, mucho menos, como político.  
					 
					Tampoco se quedó corta Mabel Deu dedicándole 
					ditirambos a su presidente. Que es así como ella suele 
					referirse a Vivas cuando le preguntan por él. No hay más que 
					verla cuando camina a su vera. Atenta siempre a las 
					indicaciones de quien manda más que nadie en esta tierra que 
					tiene la virtud de producir nostalgia cuando se está lejos 
					de ella. 
					 
					Rabea Mohamed, dentro de su cortedad, saca a relucir 
					genio y figura cuando toca hablar del alcalde. Y lo primero 
					que te puede decir, ante cualquier desafecto hacia él, es 
					que además de ser el alcalde más votado es el más querido. Y 
					hasta puede ponerse a enumerar sus cualidades. Cualidades y 
					virtudes. Que no son pocas.  
					 
					Y qué decir de Adelaida Nieto Sánchez. Por favor… 
					Ella, y me consta, nunca se cansa de repetir que esta ciudad 
					sería mucho menos ciudad si no tuviésemos un alcalde como el 
					que tenemos. Un alcalde que vive dedicado en cuerpo y alma a 
					solucionar problemas y hacer posible que la convivencia sea 
					fundamental. 
					 
					A Carolina Pérez suele delatarle la acuosidad de sus 
					ojos, en cuanto se habla de su alcalde. De quien es rendida 
					admiradora. Sería capaz, creo que se le atribuye la 
					expresión, de perder la compostura contra cualquiera que se 
					atreviera, estando ella delante, a denigrar a su alcalde y 
					presidente del partido. Al cual respeta y admira tanto como 
					afecto siente por su persona.  
					 
					Susana Román, si bien es del PP, tras haber militado 
					en el GIL, no se muerde la lengua cuando toca hablar al 
					respecto: más que del PP yo soy fan de mi presidente. Al que 
					echaremos de menos el día que él, caso de sentirse agotado y 
					harto de incomprensiones y de críticas absurdas, decidiera 
					decirnos adiós. Ese día, la señora Román vaticina pesares 
					para la Ceuta marinera. 
					 
					Lo relatado, con las mejores intenciones, sucede porque el 
					alcalde no sólo habla bien de las mujeres, sobre todo de las 
					que él ha decidido tener muy cerca, sino que las tiene 
					consideradas como reinas. Por lo tanto, a mí no me ha 
					causado la menor extrañeza que el alcalde haya decidido 
					nombrar a Adelaida Álvarez, otra señora muy afecta a 
					él, subdirectora general de Empleo, tras haber sido 
					destituida como asesora, hace nada y menos, debido a la 
					crisis económica. Adelaida, cuando haya recibido la noticia, 
					habrá jurado amor eterno a su mentor. El alcalde seguirá 
					siendo invencible en las urnas. Pues cuenta con el favor de 
					las mujeres. Menuda fuerza… 
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