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                     Agosto fue siempre el mes ideal 
					para dormir la siesta. Yo suelo sestear casi todos los días 
					del año, pero reconozco que el sopor que me entra, después 
					de comer, hace que la siesta agosteña no admita comparación 
					alguna. En realidad dormir tiene para mí mucha importancia. 
					En mi caso, cuando duermo las horas necesarias me siento 
					mejor en todos los aspectos. Menos irritable, más fuerte 
					físicamente, más dispuesto a compartir charla con los 
					amigos… En cambio, si sobo poco, la fatiga, el desasosiego, 
					el malestar físico, y un punto de insensatez se hacen 
					presentes en mí.  
					 
					Este verano, ya agonizante, a pesar de que no he disfrutado 
					de vacaciones, he procurado por todos los medios darle a mi 
					cuerpo el deseo de dormir que éste me pide. Como no podía 
					ser de otra manera; ya que entregarse en los brazos de 
					Morfeo produce una satisfacción física inmejorable. Por tal 
					motivo, es decir, con mi body descansado, me ha sido posible 
					conservar la calma durante una canícula que ha sido como una 
					especie de tregua que nos han concedido los gobernantes 
					antes de que nos enteremos de lo que vale un peine.  
					 
					En septiembre, que está a un suspiro de distancia, será 
					cuando Mariano Rajoy volverá a anunciar medidas en 
					contra de las clases más desfavorecidas. De modo y manera 
					que la poca clase media que aún queda acabará 
					embarrancándose en las escolleras de la pobreza. Última 
					parada antes de alcanzar el puerto de la miseria.  
					 
					El mayor ejemplo lo hemos tenido ya en una mujer que se ha 
					quemado a lo bonzo delante de un cajero automático. Creo que 
					ha sido en Barcelona. Lo cual unido a que el Gobierno de la 
					Generalidad pide un rescate de 5.023 millones pero “sin 
					condiciones”, nos demuestra que la economía catalana está ya 
					a la deriva. Lo cual es muy grave. Gravísimo. Porque siempre 
					se ha dicho que si Cataluña va bien España va bien. Y lo 
					contrario, claro. Así que ya podemos ponernos a rezar como 
					no se ha cansado de aconsejarnos un “ministro” del Papa, el 
					cardenal Antonio Cañizares, durante el verano.  
					 
					Rezos, patriotismo y optimismo son las recomendaciones que 
					vienen haciendo las autoridades para que podamos soportar 
					los males que se avecinan. Los males que se avecinan de aquí 
					a nada. Vamos, en cuanto yo despierte de la siesta del 
					próximo domingo. Así que procuraré que ésta sea de seis o 
					siete horas o mucho más larga, con el fin de enterarme 
					cuanto más tarde mejor de lo que nos dirá don Mariano. De 
					quien se rumorea que está más preocupado de cargarse a sus 
					enemigos dentro del partido que de hacer posible que en 
					España todos vivamos ganando los 8.000 euros al mes que la 
					ministra de Empleo y Seguridad Social asegura que ganan 
					muchas familias. Me imagino que serán las familias de los 
					políticos. Sobre todo los del PP. 
					 
					Menos mal que los ceutíes, espero que den las gracias a 
					quien corresponda, cuentan con un alcalde que ha anunciado 
					un plan de trabajo de su gobierno para los doce próximos 
					meses que será envidiado. Lo que unido al dinero ahorrado 
					con el descenso de la ADC hará posible que esta ciudad 
					vuelva a ser tenida por modélica en todos los sentidos. En 
					austeridad, por encima de todo. Motivo suficiente para que
					Manuel Olivencia vuelva a declarar que, a pesar de la 
					mala administración de las Comunidades Autónomas, la de 
					Ceuta debe ser calificada de sobresaliente. La pena es que 
					su discurso me cogerá dormido. 
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