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sucesos - MIÉRCOLES, 5 DE SEPTIEMBRE DE 2012


momento del juicio. reduan.

justicia
 

Piden dos años de cárcel a dos empresarios y policías de la UIR

Un padre y un hijo acusados de atentado a
agentes de la autoridad y falta de lesiones, mientras que los cuatro agentes de la Unidad de Intervención Rápida están acusados de lesiones

CEUTA
Manuel Gutiérrez

ceuta
@elpueblodeceuta.com

La Sección VI de la Audiencia Provincial de Cádiz en Ceuta retomó ayer su actividad. Y comenzó con intensa acción en la sala de vistas de la segunda planta del edificio Ceuta Center.

A primera hora se producía una acción judicial a puerta cerrada -no era audiencia pública- ya que se trataba de que el tribunal que presidía el magistrado Jesús Carlos Bastardés -el presidente de la Sección, Fernando Tesón, está de vacaciones- determinara la prolongación de prisión provisional para dos personas acusadas de tentativa de homicidio.

Se trataba de Hanuar M.A. y de Abdelkader A.A., a quienes el Ministerio Fiscal acusa de tentativa de homicidio, por hechos ocurridos en 2010, que provenían de instrucción realizada por el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 1. Ambos declararon por videoconferencia desde la cárcel de Botafuegos, en Algeciras. Con posterioridad se iniciaba una vista que podría postergarse unos días. Se trata de un caso en el que unos empresarios, padre e hijo, y cuatro agentes de la Unidad de Intervención Rápida (UIR) se sentaban conjuntamente en el banquillo. Los primeros, que acudieron asistidos de letrado que ejercía la acusación particular contra los agentes, son M.E. y A.E.T., mientras que los policías locales son J.R.G.O., A.F.J.G., F.J.G.R. y J.M. L.G.

Los civiles están acusados de atentado contra agentes de la autoridad, mientras que los cuatro policías de la UIR están acusados de lesiones.

El Ministerio Fiscal confirmó, durante un breve receso que ordenó el magistrado Bastardés a media mañana, que la petición era de dos años de cárcel para todos los acusados, así como penas de multa de menor importancia. En todo caso, también para los policías se pedirían penas de inhabilitación durante el periodo de cárcel. En ningún caso, de ser condenados los acusados -todos ellos- pisarían la cárcel puesto que ninguno de ellos tiene antecedentes penales. Al ser la pena de cárcel de carácter menor, quedaría en suspenso, a expensas de que se determinara la culpabilidad de los acusados, hecho que es el que se está determinando escrupulosamente por el alto tribunal.

Los hechos se producían en torno a las 10.15 horas del día 4 de mayo de 2010. Los empresarios, se recuerda padre e hijo- habían contactado formalmente con la Ciudad de Ceuta para poner en conocimiento un asunto que les preocupaba: el hecho de que junto al almacén de depósito y venta de materiales de obra había una zona rocosa que suponía un riesgo, a causa de la posibilidad de desprendimientos.

En este sentido, un día antes, el lunes 3 de mayo de 2010, un oficial de la UIR se persona en el establecimiento comercial con el objeto de anunciar que, efectivamente, se va a proceder a un precinto parcial de la zona para prevenir cualquier riesgo para las personas.

Ese día, lunes, el padre y propietario principal del almacén se encontraba en Marruecos, por lo que el hijo solicitó a la Policía Local que esperasen un día más para que su progenitor estuviera presente durante las actuaciones.

Aproximadamente a las seis de la mañana del martes 4 de mayo de 2010, padre e hijo, se encontraban en el almacén con el objeto de desalojar de diversos materiales -entre ellos maquinaria- la zona que se iba a precintar. Es lo que dijeron en la sala de vistas.

Los trabajos aún no habían concluido cuando en torno a las 10.15 horas llegó al menos una dotación de la UIR, que iba a proceder al acto del precinto de la zona de riesgo.

Algunos clientes se encontraban dentro del recinto del almacén, aunque podrían haber estado fuera de la oficina cuando se inicia el altercado.

Las versiones que dieron padre e hijo y uno de los agentes que declararon ayer son claramente contradictorias.

El padre indicó que fue insultado gravemente por los policías que le reclamaron la documentación, llamándole “chulo de mierda” y “moro de mierda”. Todavía no se habían producido forcejeos ni detenciones.

El hombre, de 62 años y con problemas de salud, declaró los policías no quisieron entrar con él en la oficina para buscar la documentación y que le dijeron que la buscara y que la llevara al exterior, donde se le esperaba.

Después dijo que un policía entró en la oficina y que le golpeó en un hombro con la porra reglamentaria. A partir de ahí dijo que se le había agarrado, se le había sacado al exterior mientras le llovían los golpes, le esposaron con grilletes violentamente y que fue arrojado “como un cerdo” al suelo del furgón policial. Allí, siempre según su testimonio, pidió a uno de los agentes que le quitara las esposas por que se estaba asfixiando: “Hijo, quítame ésto, que me asfixio”, indicó que la había manifestado a uno de los agentes. Éste, según su testimonio, le espetó: “yo no soy hijo de un moro de mierda”, y le habría propinado un puñetazo en el ojo. Fue llevado al hospital por los propios agentes, donde estuvo ingresado unos veinte días, aunque no quedó claro si el ingreso se producía por lesiones que hubiera sufrido o por dolencias previas.

Su hijo, por otro lado, fue el segundo en declarar. Indicó que no oyó nada de lo que su padre hablaba con los policías, y que sólo se dio cuenta, a tenor de los gestos que hacía el agente que estaba hablando con su progenitor, de que le estaría reclamando la documentación. Afirmó que cuando se acercó a la oficina, en la que habrían varios clientes dentro que habrían presenciado todo, uno de los policías lo cogió del cuello de la camisa y lo apartó, impidiéndole la entrada. También declaró que cuando vio que se llevaban a su padre entre algunos agentes y que le engrilletaban, empujó a uno de los policías, pero no con el ánimo de agredirle, sino de socorrer a su progenitor, entendiendo que se asfixiaba.

El aspecto menos sólido del testimonio del joven es el de lo que hizo después de los hechos. Dijo que había sido golpeado en la cabeza y en la espalda con porras reglamentarias, pero no acudió al hospital hasta las seis de la tarde. “Me fui”, dijo. Un testimonio ciertamente inconsistente en una persona que tiene a su padre detenido y que ha sido trasladado al hospital. Sin embargo, argumentó que tenía miedo de encontrarse a los mismos policías en el hospital. Fueron familiares de su padre, en concreto su madre, la abuela y otras personas de la familia quienes acudieron al hospital para estar con el padre, mientras que durante horas el hijo no compareció. Estas personas fueron las que llevaron la documentación del hombre hasta el hospital, puesto que no se habría identificado ante los agentes hasta entonces.

El abogado defensor de los agentes, Fernando Rodríguez Quirós, fue muy meticuloso a la hora de interrogar a pare e hijo, y de hecho indicó que sentía someterlos a tan prolijo interrogatorio, pero evidentemente era su deber. En todo caso, el magistrado presidente del tribunal instruyó tanto al padre como al hijo de que no tenían obligación de declarar y que si querían negarse a responder preguntas, podían hacerlo libremente. En todo caso, en sus respuestas, ambos quisieron dejar clara su diferenciación en la percepción de lo que es la Policía Local y lo que es la UIR: “la Policía Local es una cosa y la UIR es otra”, indicó el hijo.

Finalmente declaró uno de los agentes, J.R.G.A., con gran solvencia. Indicó que cuando llegaron, el hombre mayor se mostró muy nervioso y dijo que lo dejaran en paz que tenía mucho trabajo. Le dieron unos minutos para que se tranquilizara -de hecho el agente se fumó un cigarrillo- y que entraron a la oficina, donde había algunos clientes, para que les facilitara la documentación, con el objetivo simplemente de notificarle que se procedía a un precinto.

En ese momento, según el agente, el hijo, en el exterior, se habría puesto en actitud agresiva. Habría empujado a un agente y lanzado puñetazos al aire, avanzando y retrocediendo, como si estuviera realizando algún tipo de arte marcial.

El padre, según el testimonio, a todo esto se puso cada vez más agresivo y procedieron a sacarlo. El policía dijo que no quisieron reducirlo del modo normal que se hace con una persona corpulenta y agresiva, sino que al revés, teniendo en cuenta la edad de la persona, lo que trataron fue de no hacerle daño, aunque finalmente tuvieron que ponerle las esposas. Habitualmente, la persona que es reducida es tirada al suelo para inmovilizarla, pero en este caso no fue así.

Dijo que mientras se llevaba al padre al furgón, el hijo rodeó el 4x4 de la UIR y que dando un salto, lanzó una patada voladora con la planta del pie que impactó en el hombro del compañero que le asistía en la detención y que él, ante esa circunstancia, sacó la porra reglamentaria. Indicó que en ese momento pudo, involuntariamente, haber golpeado de forma inconsciente al hombre mayor, ya que la porra no se puede extraer de la funda de forma que no sea lateralmente, por lo que en efecto, pudo haber golpeado al hombre, lo mismo que podría haber hecho con el compañero que intervenía con él en la acción.

En todo caso, poco antes de las tres de la tarde, el magistrado presidente dio por terminada la sesión, que continuará hoy con el testimonio de los otros tres policías encausados así como de ocho testigos.
 

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