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OPINIÓN - JUEVES, 6 DE SEPTIEMBRE DE 2012

 

OPINIÓN / EL OASIS

Alcalde feliz
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

La que se ha liado con la tristeza declarada por Cristiano Ronaldo le ha venido al Gobierno que ni pintiparada. Ya que la gente no habla de otra cosa y los medios están concediendo todo el protagonismo a la estrella portuguesa. Es lo que tiene ser un divo en cualquier actividad de la vida, que en cuanto éste se queja de algo a todos se nos viene el mundo encima. Y hasta, como es el caso actual, se nos olvida la prima de riesgo y también de que estamos a punto de ser intervenidos si no sale un don Juan español y le come el… coco a la señora Merkel.

La declarada tristeza de CR me ha hecho a mí no pegar ojo desde que me enteré. Pero no porque sea yo madridista fetén y esté convencido de que el fenómeno portugués sea el único futbolista imprescindible en el equipo de mis amores, sino porque muy pronto llegué a pensar en que podría levantarme cualquier día y desayunarme con la noticia de que también nuestro alcalde, debido a que lleva un tiempo superado por la tristeza y poseído por un abatimiento que le impiden respirar, estaba dispuesto a dejarlo todo. Y lo primero que se me ocurrió, tras dejarme invadir por tales pensamientos, es acudir deprisa y corriendo a pedir una cita con Vivas para cerciorarme de esa posibilidad. La posibilidad de que se fuera. De que nos dejara huérfanos de liderazgo en todos los sentidos. De que nos abandonara a nuestra suerte. Y expuestos a ver cómo Aróstegui, al fin, conseguía su gran deseo: ser alcalde de todos los ceutíes. Y, sobre todo, de los más religiosos. Pues él está convencido de que las personas más religiosas son las más buenas. Y lo afirma a pesar de que su ateísmo es de Liga BBVA.

Tan dispuesto me hallaba para dar semejante paso, es decir, visitar a Vivas, aun a costa de que éste se hubiera mofado de mí, por el simple hecho de considerarle falto de ánimos como para poder dejarse ganar la partida por el desaliento, la desilusión o la melancolía por el descenso del primer equipo de la ciudad, que ya me veía en el Ayuntamiento. Y que entonces me topaba con un amigo a quien le contaba mi aflicción y cómo éste me quitaba de la cabeza la idea de entrevistarme con Vivas. Y lo hacía hablando por la boca del alcalde.

El alcalde dice que tiene cuerda para rato. Por tener una salud de hierro. La cual le permite trabajar duramente y durante muchas horas. Y no se corta lo más mínimo en destacar que recibe una ayuda indispensable en su casa. Vivas que detesta la vanidad, presume de percibir el mucho cariño que la gente le profesa. Y que él debe corresponder a tanto cariño dando lo mejor de él. Y lo mejor de él es poniendo todos sus conocimientos, que son muchos como funcionario y político, al servicio de los ciudadanos. Eso sí, insiste que en él la vanidad nunca encontró cobijo. O sea, que toda su vida ha luchado denodadamente para que el demonio del orgullo, el engreimiento y la altanería no le cambiara lo mejor de él: su humildad. La que hace posible que esté disfrutando de un equipo de gobierno insuperable. Debido a que todos sus miembros viven entregados a su causa. La causa del alcalde, que es la causa de Ceuta. La Ceuta que, por ser marinera, está necesitada de poesía. Género literario que a él le chifla. Tal es así que, en su casa, acompañado de su gato, hace sus pinitos. Para que en sus discursos los ciudadanos perciban el tic tac de su corazón y su sensibilidad. Las palabras de mi amigo me sosegaron. Y me hicieron desistir de pedirle audiencia al alcalde feliz. ¡Albricias!
 

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