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OPINIÓN - SÁBADO, 8 DE SEPTIEMBRE DE 2012

 
OPINIÓN

Reducción al absurdo

Por Juan Merino


El comunicado que la Federación de Fútbol de Ceuta ha remitido a los medios de comunicación con el propósito de desmentir las acusaciones que José Antonio Muñoz Serrano, presidente de la A.D. Ceuta, había hecho públicas en rueda de prensa el pasado miércoles, es realmente una verdadera reducción al absurdo por cuanto entra en una serie de contradicciones que desvirtúa por sí mismo los propios argumentos que intenta plantear.

Para empezar, en el encabezamiento, se refiere “a las manifestaciones vertidas por el señor Muñoz Serrano en su calidad de presidente de la A.D. Ceuta”, para a continuación expresar en el primer párrafo de su réplica que “el señor Muñoz Serrano carece en estos momentos d e cualquier representación en referencia al Club Atlético Ceuta”. ¿Y quién ha dicho lo contrario? ¿No quedamos en que hablaba “en calidad de” presidente de la A.D. Ceuta? Y en el supuesto de que formulara la denuncia pública sin que reglamentariamente perteneciera a la Junta Directiva del Atlético de Ceuta, ¿se le va a privar también de sus derechos como personalidad jurídica o con carácter individual a que exponga cualquier supuesta ilegalidad del tipo que sea? ¿O es que acaso, la Federación de Fútbol de Ceuta está en contra de la libertad de expresión y prefería que José Antonio Muñoz estuviera mejor calladito?

El segundo punto del comunicado de prensa federativo en sí mismo es una forma de filosofar de manera absurda: “El único club que actualmente participa en la categoría de Tercera División es el Atlético de Ceuta”, una obviedad que convierte en perogrullada la aseveración.

En cuanto a que la solicitud de presencia de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, control de acceso al campo, asistencia sanitaria y cualquier otra, es responsabilidad de quien ofrece el espectáculo es tan palmario que la Federación no puede dar doctrina de precepto alguno, ya que el Atlético de Ceuta conoce cuáles son los mecanismos para requerir de las autoridades, tanto el control del tráfico como la seguridad de las personas asistentes al espectáculo. Otra argumentación banal, tan insustancial y falta de consistencia que la propia Federación debería entender que no tenía capacidad para tratar de imponer (como pretendió), el control en las puertas, ya que como bien reconoce, carece de competencias en este ámbito. Otra contradicción más de la Federación.

En cuanto a que la actuación de Antonio García Gaona al frente de la Federación y la aseveración de que “está ajustada a derecho” es una mascarada inconcebible y un insulto a la inteligencia de las personas, cuando ni la propia Ciudad Autónoma se ha atrevido a tramitar el cambio de Estatutos que hizo el propio García Gaona para no ser incompatible y ni siquiera publicó esa modificación estatutaria en el Boletín Oficial de la Ciudad. Por algo será…

Y en cuanto a su velada amenaza sobre el ejercicio de acciones legales, ya está perdiendo tiempo Antonio García Gaona si no ha presentado ya en el Juzgado una demanda contra José Antonio Muñoz Serrano, si sus acusaciones no están fundamentadas. Además, las denuncias en el Juzgado no se anuncian, se presentan.

La modificación de los Estatutos “exige su aprobación por la Consejería de Deportes”, ya que son competencia de la misma: “Autorizar y revocar de forma motivada la constitución y aprobar los estatutos y reglamentos de las Federaciones Deportivas”. Y bien sabe, Antonio García Gaona y la Ciudad Autónoma de Ceuta que este preceptivo trámite ni se ha cumplido ni tiene visos de que se haga.

¿Entonces de qué estamos hablando? La Federación de Fútbol juega de farol y lo que ha de hacer, en vez de impartir tantas recomendaciones es cumplir con la ley, no jugar al despiste y afrontar la realidad por muy cruda que ésta sea. Otro comportamiento es enmarañar la situación, disimular, echar balones fuera y, en definitiva, continuar con esta farsa que no puede ni debe tener el amparo institucional.

Lo peor del caso es que si el asunto llega al Juzgado aquí habría muchos daños colaterales y cada uno estaría obligado a apechugar con su cuota de responsabilidad por encubrir a un farsante con la cara muy dura.
 

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