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					Si hay un libro que simboliza la esencia de lo que somos y 
					de nuestras limitaciones como personas, ese precisamente es 
					La Odisea de Ulises, representa una metáfora de la vida, 
					cuando creemos que somos los mejores, superiores a los 
					demás, con derecho a juzgar sin ser juzgado, hay que leer la 
					Odisea o releerla. A pesar del tiempo transcurrido desde que 
					fue escrito, a pesar de todos los cambios que hemos sufrido, 
					a pesar de la modernidad, es curioso ver lo actual que 
					resulta, lo poco que, como seres humanos, hemos cambiado 
					después de mas de dos mil años de pretendida evolución, es 
					posible que los métodos no sean los mismos, es probable que 
					los modos y las formas sean diferentes, pero es innegable 
					que el fondo es prácticamente igual. 
					 
					Este libro no es solo el relato de cómo Ulises regresa a su 
					casa tras la guerra de Troya, no es solo el relato de sus 
					peripecias y andanzas, eso es quedarse en la superficie, su 
					narración nos lleva directamente a nuestra propia realidad 
					actual. Ítaca no es únicamente la isla donde está su esposa, 
					Ítaca es la salvación, la meta, nuestros deseos más 
					poderosos. 
					 
					Troya no es tan solo el lugar de una batalla entre griegos y 
					troyanos, Troya es nuestra juventud, la que nos marca para 
					el futuro, el lugar donde nos sentimos todopoderosos e 
					invencibles. Penélope no solo representa a la esposa fiel, 
					es el hogar, nuestro refugio, la paz del espíritu. 
					 
					Ulises no es ya el protagonista, fuerte, atractivo, 
					prudente, paciente luchador, noble, es el reflejo de 
					nosotros mismos, representa la medida del ser humano, con 
					sus fortalezas y sus flaquezas, fiel a sus ideales, 
					compasivo e implacable. 
					 
					El viaje representa todo aquello a lo que los hombres se ven 
					abocados a lo largo de la vida, puede verse desde distintos 
					primas, por ejemplo a través de sus aventuras. 
					 
					La expedición a la isla de Circe, donde sus hombres son 
					convertidos en cerdos, se puede interpretar como la caída en 
					los vicios, que convierten a las personas en verdaderos 
					animales, o los sumergen en la sinrazón, solo el apoyo de 
					otros, es decir, la confianza en nuestros semejantes puede 
					sacarnos de ese pozo.  
					 
					Otro ejemplo es lucha constante con Poseidón, Ulises cree 
					que puede vencerle solo, cree que no necesita a nadie y 
					entonces las cosas le van de mal en peor, solo cuando acepta 
					que él es tan solo un hombre, y reconoce que los hombres 
					necesitan la ayuda de otros hombres, solo entonces encuentra 
					la forma de derrotarlo. 
					 
					También caben otras forma de acercarse al texto, una podría 
					ser a través de sus personajes, utilizarlos como ejemplo y 
					contraejemplo, como esencia de lo bueno y lo malo, Penélope 
					y sus pretendientes, la bondad y la maldad, su hijo Telémaco 
					perseverante, Poseidón implacable, hay muchos más. 
					 
					La Odisea es una poderosa obra que ofrece un variopinto 
					cuadro de personajes, cada uno con sus propios valores y 
					anti valores. Ello nos da la oportunidad de elegir, de 
					identificarnos con cada uno de ellos, y si lo deseamos, 
					cambiar nuestras actitudes para ser mejores como personas y 
					como sociedad. 
					 
					El viaje que Ulises realiza es el tránsito por la vida, el 
					recorrido vital del personaje nos recuerda constantemente 
					nuestra condición de seres humanos, susceptibles de 
					equivocarnos, pero también de mejorar, de encontrar el 
					camino. 
					 
					Sobre todo en momentos de dificultades, cuando todo el 
					camino es cuesta arriba, es cuando sale lo mejor de nosotros 
					mismos, es cuando, como Ulises, nos damos cuenta que 
					necesitamos el apoyo de los demás y los demás necesitan del 
					nuestro. 
					 
					Por ello es conveniente leer o releer, como decía al 
					principio, la obra, pero con la mente abierta, con nuestros 
					sentidos dispuestos a penetrar en la piel de los personajes. 
					 
					Y si además somos capaces de relacionar lo que vamos leyendo 
					con nuestra situación actual, es seguro que también 
					aprenderemos algo, pero para ello es preciso despojarse de 
					los prejuicios, viajar ligero de equipaje. 
					 
					Quizás lo que necesitamos es, como hizo Ulises, escuchar los 
					cantos de sirena que nos llevan a nuestra propia ruina, pero 
					siguiendo su ejemplo, amarrados fuertemente al palo mayor. 
					 
					Quizás es necesario equivocarse en la ruta una y otra vez, 
					que el viento de nuestra curiosidad nos lance a lejanas 
					costas, nos arrastre a lugares desconocidos. 
					 
					Tal vez de esa forma seamos capaces de reconocer nuestras 
					limitaciones, de aceptar que no somos los mejores, ni los 
					peores, pero sobre todo de no perder la capacidad para 
					rehacernos ante las dificultades, de levantarnos una y otra 
					vez hasta encontrar el rumbo que nos lleve a casa. 
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