PortadaCorreoForoChatMultimediaServiciosBuscarCeuta



PORTADA DE HOY

Actualidad
Política
Sucesos
Economia
Sociedad
Cultura
Melilla

Opinión
Archivo
Especiales

 

 

sociedad - SÁBADO, 15 DE SEPTIEMBRE DE 2012


momento del desalojo. reduan.

DESALOJO
 

Policía y Asuntos Sociales
coordinan el desalojo de una
familia sin recursos

Los nervios ante una situación límite llevaron al cabeza de familia a sentarse sobre el tejado de la vivienda, a diez metros de altura, por lo que se llegó a temer por su vida
 

CEUTA
Cristina Rojo

ceuta
@elpueblodeceuta.com

La ejecución de una sentencia penal de desahucio por usurpación de inmueble en una vivienda de la calle Brull se tornó ayer complicada por la negativa de la familia a abandonar el edificio, llegando hasta el extremo en el que el padre, de tan solo 30 años, se subió a la cornisa del edificio donde ha vivido durante los últimos tres años con su mujer y niños, a unos diez metros de altura. El trabajo coordinado de la Policía Local y los trabajadores de Asuntos Sociales consiguió calmar a los afectados, que finalmente aceptaron el traslado a una pensión. El desalojo congregó un importante despliegue de medios entre la Iglesia del Valle y el ‘54’.

Todo quedó en un susto. Pero los agentes judiciales desplazados ayer por la mañana para ejecutar la orden penal de desalojar el número 15 de la calle Brull temieron por la vida de uno de sus ocupantes, el padre de la familia que debía desalojar el inmueble, quien desesperado ante el inminente desahucio se subió al tejado de la vivienda, suscitando la impresión de que podía saltar en cualquier momento.

A las diez y media de la mañana, tal y como se les había notificado por carta a la familia, los representantes del Ministerio de Defensa, acompañados por la comisión judicial, se personaban en la entrada de este edificio situado entre las obras del nuevo Campus Universitario y la Iglesia del Valle, una vivienda propiedad del INVIFAS que estaría pendiente de cesión a la Ciudad Autónoma y que ya se había intentado desalojar por primera vez hace seis meses.

Entonces, y en cumplimiento de una primera orden de desalojo, se tapió la entrada de la casa en un momento en el que no se encontraban ninguno de los residentes (un matrimonio y tres hijos). Según explicaron ayer miembros de la Comisión Judicial, no habían pasado dos horas cuando el ocupante de la vivienda se abrió paso a través del muro de ladrillo recién levantado y volvió a dejar entrar a su familia. Los restos de aquella intervención todavía se aprecian en la puerta de la casa, de metal, sobre una pared con marcas de cemento. La única ejecutoria penal que llevó a cabo el Ministerio de Justicia esta semana se tornó durante algunos momentos de la mañana de ayer más tensa y espectacular de lo normal. El desalojo congregó alrededor del edificio a los miembros del Ministerio de Justicia, los representantes de Defensa, al menos una decena de policías locales, un furgón de bomberos, la ambulancia y personal Cruz Roja.

Todo este dispositivo se aceleró al subirse a la cornisa del edificio el padre de la familia que debía abandonar el inmueble. Allí se quedó sentado y mirando al vacío unos instantes, según explican los testigos que le vieron allí subido, mientras su mujer se quedaba en el interior del edificio con el hijo pequeño de los dos. En ese momento, los otros dos hijos de la pareja, ambos menores de siete años, se encontraban en el colegio.

Pasadas las 11 de la mañana un inspector de la policía se introducía en el edificio para intentar “hacer en razón” a la pareja. Unos cuarenta minutos después llegaban tres trabajadoras de la Consejería de Asuntos Sociales de la Ciudad, que se introdujeron también por la puerta de metal para hablar con los ‘okupas’.

Solución ‘de emergencia’

La ropa estaba todavía tendida sobre la azotea del inmueble usurpado ilegalmente por este matrimonio sin recursos, que no tenían otro sitio a dónde ir, razón por la que se negaban a abandonar la vivienda. Alrededor de las 12.20 horas de la mañana descendían las trabajadoras sociales, una de ellas la propia la Jefa del Servicio, Josefina Castillo, que no hizo ninguna declaración al respecto.

Junto a ellas, bajaba con el bebé en sus brazos el padre de la familia desalojada. La mujer observó desde la ventana cómo su esposo iba acompañado por los trabajadores sociales a conocer el lugar donde se les había ofrecido acogerles.

La Ciudad Autónoma ha acogido finalmente a la familia, a través de su Consejería de Asuntos Sociales mediante su programa de alojamiento de emergencia en una pensión local. Desde allí, la pareja podrá optar a convertirse en usuaria del Programa de Alojamiento Alternativo si cumplen las condiciones para acceder al mismo. Al volver a casa, para abandonarla definitivamente junto a su mujer, el joven de 30 años se dirigió a los medios de comunicación todavía embargado por la emoción del momento.

“Nos dan un sitio en una habitación pequeña de cuatro metros cuadrados, en una pensión, aquí arriba en El Cateto... esperamos que se resuelva la situación”.

¿Qué pensaba al subirse a la azotea?, El joven responde que “no pensaba”. Suspira, conteniendo las lágrimas y añade “sin trabajo, sin nada... no puedo hacer nada... llevamos viviendo aquí tres años...”. Las palabras apenas le alcanzan para decir que al menos, en esa habitación ofrecida por Asuntos Sociales él y su familia estarán “mejor que en la calle”. Un agente de Policía Local que ha vigilado la operación hasta estar concluida augura que “esto no ha hecho más que empezar”. “Con todos los desalojos que están previstos en las próximas semanas estas situaciones, que no son nada agradables, se van a repetir”, lamenta.
 


Cerca de 400 núcleos familiares en el programa de Alojamiento Alternativo

El programa de Alojamiento Alternativo, que incluye el alojamiento de Emergencia y la ayuda al alquiler para familias con escasos recursos y en riesgo de exclusión social, funciona con un presupuesto mensual de aproximadamente 120.000 euros. La consejera de Asuntos Sociales, Rabea Mohamed, confirmó hace unas semanas a este medio que en estos momentos, la ayuda atiende a unas 385 familias, si bien cada una de ellas recibe una cantidad económica diferente, que se organiza mediante unos baremos dependiendo de sus ingresos, el número de personas que integran la familia, etcétera. Mohamed ya valoró entonces que el objetivo de este programa “no es cubrir la necesidad de vivienda”, sino ayudar a familias con ingresos bajos a pagar su alquiler. Aunque todavía no han ofrecido datos concretos al respecto, Asuntos Sociales reconoce haber notado un aumento considerable de personas que acuden a solicitar ayuda a lo largo de los últimos meses. En concreto, Mohamed sí ha afirmado que los beneficiarios del Ingreso Mínimo de Inserción Social (IMIS) se han duplicado en lo que va de año.
 

Imprimir noticia 

Volver
 

 

Portada | Mapa del web | Redacción | Publicidad | Contacto