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                     Nunca he escrito los domingos para 
					que ustedes puedan leerme los lunes. Y no lo he hecho desde 
					que regresé a este medio, hace ya casi nueve años. Pero, 
					dado que la crisis no cesa y tiene visos de ir para largo, 
					hoy me he acordado del consejo que nos dio, meses atrás, 
					Juan Roig, propietario de Mercadona: “Hay que trabajar 
					como chinos para seguir viviendo como españoles”. Así que he 
					decidido apuntarme a la cultura del esfuerzo que practican 
					los bazares chinos. 
					 
					Confieso que he elegido un mal día para darme pote de 
					currelante, porque sigo rumiando la derrota del Madrid 
					frente al Sevilla. Derrota que me impide, por ser madridista 
					fetén, gozar de un estado de ánimo adecuado para ponerme a 
					teclear una columna en la que debo decir, antes de que se me 
					olvide, lo bien que se lo están pasando los enemigos de la 
					ADA Ceuta. Por haber perdido, en el último minuto, frente a 
					un filial sevillista.  
					 
					Los enemigos de la ADA Ceuta son harto conocidos. Son todos 
					los que no conciben que haya habido alguien con dos pares 
					para seguir al frente de un equipo que está tan mal visto 
					por las autoridades locales como por la Federación de Fútbol 
					de Ceuta. Una pinza tan atiborrada de mala leche y 
					despropósitos varios que hicieron todo lo posible para que 
					Ceuta pudiera quedarse sin algo parecido a un equipo de 
					fútbol profesional.  
					 
					Los enemigos de la ADA Ceuta sufren muchísimo cuando los 
					jugadores entrenados por Álvaro Pérez obtienen 
					resultados positivos. Sufren lo indecible. De modo que han 
					estado tres semanas con ardores estomacales y poseídos por 
					los gases y nervios, tan molestos ellos, por mor de los 
					puntos conseguidos por un equipo formado de prisa y 
					corriendo y que no pudo hacer una pretemporada como mandan 
					los cánones. 
					 
					El enemigo principal de la ADA Ceuta es la FFC. Bueno, sus 
					dirigentes. Mejor dicho: su dirigente principal. Quien 
					estuvo luchando denodadamente para hacer posible que el 
					fútbol profesional sufriera grandes recortes económicos para 
					abocarle a incumplir sus compromisos y, por tanto, a perder 
					la categoría. Quedándole a él, lógicamente, el camino 
					expedito para recibir una subvención cuantiosa y de la cual 
					no tiene que dar cuenta a nadie. Una situación que se viene 
					dando desde hace un porrón de años. De ahí que los libros de 
					contabilidad del organismo federativo estén repletos de 
					telarañas. Algo que vengo denunciando desde hace la tira de 
					tiempo. Antes, mucho antes, de que García Gaona fuera 
					presidente.  
					 
					Ser directivo de la ADA Ceuta, en estos momentos tan 
					difíciles, sólo merece dos calificativos: o se está con la 
					chaveta averiada o se tiene un amor desmedido por el fútbol 
					local. De no ser así, no creo que hubiera habido nadie capaz 
					de ponerse al frente de un club tan desamparado en todos los 
					sentidos. Aunque sería injusto echar en saco roto a esos 
					cuatrocientos socios que se han percatado de que su ayuda 
					era indispensable para salvar, de momento, las enormes 
					trabas que las autoridades están poniéndole al club. 
					 
					La derrota del equipo en Sevilla, en el último suspiro del 
					encuentro, no debe amilanar a sus componentes. En ningún 
					sentido. Y, naturalmente, no debería hacer mella en el 
					entusiasmo de cuantos forman parte del club. Porque decaer, 
					ante la primera derrota, sería proporcionar a los enemigos 
					del proyecto futbolístico, el mejor remedio para que no 
					padezcan de distonía neurovegetativa. 
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