Es un sector que desde hace al menos diez años está teniendo
graves problemas para hacer frente a la crisis. Mucho antes
de que ésta se hiciera visible. En todo caso, en la última
década, de las dieciséis panaderías que había en Ceuta sólo
quedan seis, y subsisten a duras penas, como consecuencia de
la situación generalizada, del intrusismo, de las panaderías
clandestinas, de la entrada de pan de Marruecos de forma
indiscriminada, e incluso de la venta de ‘baguettes’
congeladas. Los panaderos, aquellas personas que comienzan a
trabajar cuando otros duermen, están pasándolo realmente
mal.
Al filo de la una de la madrugada comienza la jornada de
trabajo para los cerca de cincuenta trabajadores que, en
todo Ceuta, se sitúan en el sector de la panadería. Es una
especie que parece a extinguir, aunque los empresarios y
trabajadores se esfuerzan en continuar sea como sea,
luchando contra los elementos.
A principios de semana se reunían los responsables de la
Asociación de Panaderos de Ceuta con el delegado del
Gobierno, Francisco Antonio González Pérez, para
transmitirle al representante gubernamental la sensación de
desasosigeo que está afectando al sector como consecuencia
de variables que escapan a su control. En efecto, hay
circunstancias que no pueden por menos que afectar a una
industria ceutí que ha venido ganándose el respeto día tras
día, año atras año, invirtiendo dinero, trabajo arduo y
ofreciendo la garantía del producto bien hecho.
José Manuel Ruiz García ‘Hugo’, es el gerente de la
Panificadora Septi y además el presidente de la Asociación
de Panaderos de Ceuta, que ahora sólo engloba a seis
industrias del pan, aunque hace una década fueran más de
dieciséis. Desde su perspectiva, sentado en su despacho en
el que no para de atender el teléfono y también a todas
aquellas persona que quieren hablar directamente con él, el
principal problema es el de la competencia desleal, tal y
como le hicieron ver al delegado del Gobierno a principios
de semana.
Básicamente hay dos frentes a los que les cuesta responder
con el esfuerzo diario: por un lado, el pan que se trae
desde Marruecos, la gente que llega a Ceuta desde el vecino
país y que se trae su propio pan, elaborado al otro lado de
la frontera. En este sentido, el hecho de que
aproximadamente treinta mil personas pasen a diario por el
puesto fronterizo del Tarajal, supone que si cada uno de
ellos trae aunque sea una sola barra de pan, el volumen es
claramente extraordinario: al menos, treinta mil barras de
pan. “Es imposible que podamos competir con Marruecos, por
precio, calidad y otros muchos temas. Ellos venden la pieza
a 20 centimos y nosotros, por mucho que ajustemos los
precios, tenemos que cobrar entre 60 y 70 centimos”.
Han venido presentado denuncias al respecto desde 1994.
Afirma que el vaso se colmó desde principios de 1994, con el
cierre de panificadoras como Santa Teresa, José María
Marfil, Espiga de Oro, Nuestra Señora de África, con sesenta
años de vida a sus espaldas... Sus perspectivas se ven
mermadas también por la falta de salidas, en efecto, las
grandes superficies no compran sus productos. Tampoco tienen
perspectivas de producir para vender en Marruecos o para
sacar a la venta sus panes en la península: “el coeficiente
de ventas se pierde”, argumenta ‘Hugo’. “Siempre indicamos
que hay que defender a las pequeñas industrias, entre otros
motivos porque no podemos expansionarnos”, indica, sin falta
de razón.
Echa de menos la falta de apoyo dae la Confederación de
Empresarios de Ceuta, de la Cámara de Comercio e incluso de
la propia Ciudad Autónoma. “Te pones a pensar en los puestos
de trabajo destruidos y te echas las manos a la cabeza”,
expresa gráficamente el gerente de Septi y presidente de la
Asociación de Panaderos de Ceuta: “es terrible. Nadie se ha
preocupado de nosotros, del tejido industrial de la Ciudad y
siempre nos hemos sentido solos”, explica.
“¿Qué bagaje es el que podemos presentar en muy pocos
años?”, señala en torno a la desaparición de nada menos que
diez empresas dedicadas al sector panadero en unos diez
años.
No obstante, el hecho de que el delegado del Gobierno los
haya recibido y les haya expresado su apoyo de cara al
futuro les resulta esperanzador. En este sentido, las
gestiones que pudiera realizar Francisco Antonio González
Pérez supone una inyección de moral, aunque las buenas
intenciones habrán de venir acompañadas de hechos concretos,
como parece ser que se producirán, según las perspectivas.
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¿Dónde se hallan las industrias ceutíes y cuál es el futuro
de un sector antaño floreciente?
José Manuel Ruiz García ‘Hugo’
proviene de una familia que siempre ha estado ligada al
sector ijndustrial en ¨Ceuta y es por ello que habla con
conocimiento de causa.
No en vano, su familia tenía numerosos negocios, como una
fábrica de caramelos, la fábrica de hielo que se encontraba
en la zona portuaria, la fábrica de cerveza -la fantástica
‘Africa Star’, la fábrica de ladrillos.... También se habían
dedicado al sector del envasado, concretamente de vino,
aceite, miel... Es cierto que Ceuta ha perdido una
importante baza en el sector industrial que generaba no
pocos puestos de trabajo. ¿Por qué se han perdido estas
industrias?. Quizá por la falta de perspectiva, por la falta
de apoyo por parte de las instituciones.
No sólo en los sectores anteriormente señalados. Hay que
recordar que en la zona baja del Mercado de Abastos se
asentaba una importante industria conservera, donde se
comercializaban productos del mar, donde los pesqueros
descargaban enormes atunes, por ejemplo, que eran
comercializados y que daban enormes posibilidades para el
trabajo.
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