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OPINIÓN - VIERNES, 28 DE SEPTIEMBRE DE 2012

 
OPINIÓN / ANALISIS

Opiniones de un payaso

Por Jauma


Me viene a la memoria el título de un libro que leí tiempo ha, su autor Heinrich Böll, reputado escritor alemán, premio Nobel por más señas, y me viene por una frase que su protagonista pronuncia, “lo que más me molesta de los ateos es que siempre están hablando de Dios”.

Y todo ello porque tras leer la noticia, todavía no me lo termino de creer, desde un partido de izquierdas, laico, pretendidamente obrero y de raigambre local, se pide la instauración de una fiesta religiosa. Si Marx, Engels, Rosa Luxemburgo, Bakunin, Proudhom, Lenin, o cualquiera de estos levantara la cabeza… se darían con el tapa del ataúd, claro que no pueden porque están en el infierno por ateos, por ardientes defensores de un proletariado libre de fanatismos religiosos de cualquier signo.

Pero olvido un pequeño detalle, lo políticamente correcto prima sobre los principios, como decía Groucho Marx: “estos son mis principios, pero si no le gustan, tengo otros”.

Más triste, si cabe, es la falta de reacción de sus acólitos, perdón por tanta frase, y es que como decía Gustavo Adolfo Becquer, “pero mudo, absorto, de rodillas, como se adora a Dios ante el altar, como yo te he querido, desengáñate, así no te querrán” bueno, el lo decía en verso, Vd. me entiende. Es decir que para sus más fieles seguidores, los cambios de rumbo son normales, la base ideologica moldeable, los principios adaptables, el fin justifica los medios, esta última es de Maquiavelo, lo que el líder asevera es palabra de Dios.Me asalta una duda, ¿esto es un partido político o una secta? Desde luego se acerca más a la definición de secta que otra cosa.

Estoy seguro que más de un afiliado o simpatizante cuando lee u oye estas cosas se pone a silbar, mira al cielo y arrastra un pie por el suelo con los brazos en la espalda, mientras murmura el tierra trágame.

Yo me los imagino componiendo a diario la imagen de su líder, ahora apoya a los que atacan supermercados, eso se llama justicia social, se dicen en silencio, ahora apoya que se paguen los impuestos por barrios, eso se llama… ¿cómo se llama eso? Ahora aboga por la implantación en el calendario de fiestas religiosas, eso se llama… tragarse un sapo. Y con todo eso se configura un Frankenstein ideológico, de extrañas hechuras al que hay que sacar a pasear de noche y sujeto con una correa porque se puede desmadrar. Y mañana igual hay que volver a llevarlo a la mesa de operaciones para cambiarle alguna parte, porque el líder así lo cree oportuno.

No es para criticar a estas personas, es para apiadarse de ellas, atrapadas en la lógica de un personaje que basa su ideología en la necesidad enfermiza de estar cerca del poder, de utilizar el lenguaje como arma de dominación, no como arte de convicción, alguien capaz de dar la vuelta al argumento para hoy defender lo opuesto a lo que ayer era dogma, y eso tiene un nombre.

Todos hemos visto en las películas del Oeste al típico vendedor de la poción que sirve para todo, aclara la garganta, sirve de ungüento, cura todas las dolencias, es el elixir de la juventud. Claro que en cuanto han hecho la venta a los lugareños desaparecen rápidamente, han de seguir su ruta.

Juzguen Vds. en manos de quien nos ponemos, hay que detenerse a pensar si no nos están vendiendo humo, si no nos están ofreciendo el elixir del buenismo, el que todo lo cura, con la base ideológica del paz y amor… y el plus al salón.

Lo que tengo claro es que este tipo de perversiones ideológicas tienen un apoyo social y político que se basa en la más profunda ignorancia, no ya de quien las promueve, sino de todas aquellas personas que se dejan guiar por personas de intereses oscuros cubiertos con una fina capa de legitimidad, y no porque esas personas sean ignorantes, no lo son en su mayoría, lo que ocurre que hacen dejación de funciones, dejan que otro piense por ellos, no se toman la molestia de cuestionar, de revisar, de usar su propia capacidad de aceptación y rechazo.

Desde luego es más cómodo, es poco digno, pero mucho más cómodo, apoyo con mi voto, dicen, no por el trasfondo ideológico, no por la coherencia, lo hago porque esta persona es mi líder y punto.

Y yo que me acuerdo de aquellas consignas libertarias que decían “todo dirigente supone al menos un dirigido” o las de mayo del 68 “levantad los adoquines, debajo está la playa”.
 

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