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OPINIÓN - DOMINGO, 7 DE OCTUBRE DE 2012

 

OPINIÓN / EL MAESTRO

Entre dos amores
 


Andrés Gómez Fernández
andresgomez@elpueblodeceuta.com

 

Es el título de una novela, recientemente publicada por su autor, José Luis Rincón. No es la primera vez que José Luis escribe una novela; sí, la primera que le publican, ya que es un autor de 17 relatos y otras dos novelas, éstas sin publicar. Se siente amante de la Literatura, y entre sus autores preferidos se encuentra Alberto Vázquez Figueroa, aunque se siente identificado por otros varios autores. Ésta, “Entre dos amores”, que tiene como escenario nuestra ciudad, que confiesa que la adora con pasión; piensa que no será la última, ya que se encuentra en plenitud de condiciones para continuar con su vena literaria.

José Luis, pese a quedar ciego hace cinco años, como consecuencia de una enfermedad traicionera, con la ayuda de su esposa e hijos realiza productos literarios, que de forma avasalladora promete que detrás de “Entre dos amores”, siempre que la situación económica se lo permita, aparecerán otras publicaciones.

La síntesis de “Entre dos amores” es la siguiente: “Andrés, tras recibir un paquete postal descubre una gran sorpresa: tenía un familiar al que no conocía… Emotiva historia, llena de sentimientos, donde podremos descubrir lo peor y lo mejor del amor. Todo ello en un magnífico escenario: Ceuta. Recorreremos sus calles, comprobaremos su gran patrimonio cultural y conoceremos algunos lugares y personajes emblemáticos de la ciudad, todos de la mano de sus protagonistas, a los cuales, sus historias personales, les separarán por casi cincuenta años, pero que ambos viven con la misma intensidad.

Pero la historia de José Luis –no la refleja en su novela- está muy ligada a su colegio el “Convoy de la Victoria”, del que se siente muy honrado de haber pertenecido a él, junto a sus hermanos Manolo y Pepe.

En nuestro libro “Un antes y un después”, que nada tiene que ver con su novela-, recuerda gratamente su paso por el colegio, emblemático en su época, desde su ingreso en 1977, hasta su despedida a principios del 85. Así comienza su relato: “Yo, toda mi escolarización la hice en el Convoy y vivíamos en el Poblado de Sanidad, y por problemas de estudios no llegué a conseguir el Graduado Escolar.

Tuve unos maestros magníficos y extraordinarios compañeros: José Antonio Amieva, Antoñita Dale, Loli Escalante, Tomás Estévez, Motse García, Ana Isabel León, Ana María Miguel, Yamila Mohamed, Ángeles Téllez…

Y, en el capítulo de profesores, D. Miguel Calderón, Dª Pepita Pérez, D. Francisco Núñez, D. Gregorio Basurco, Andrés Gómez, la Sra Directora Dª Ángeles Hernández…

Con D. Gregorio me quedo por su gran profesionalidad. Muy preocupado por nuestros progresos, fomentando el Deporte entre sus alumnos –futbito-. Yo formé en el equipo denominado “Isnasa” y conseguimos aquel curso la Liga.

Con D. Andrés recuerdo una anécdota muy emocionante: “Me llamó a su clase para que yo escuchara ‘El himno de la Legión’ que en aquella tarde se oía ‘allí en lo lejos’. El profesor mandó silencio y me dijo: “A que te hierve la sangre’.” No supe contestar, pero me emocioné mucho. Él sabía de mis raíces legionarias, ya que mi padre pertenecía a ese glorioso cuerpo. Además, yo daba la nota porque siempre en el Colegio, cuando llegaba el tiempo del Carnaval, yo solía disfrazarme de “legionario”. Naturalmente que daba la nota, y siempre me llevaba el primer premio”.

Finalizada su escolaridad, no supe yo nada de él, sólo lo que yo me imaginaba: cuando cumpla la edad reglamentada se alistaría en la Legión. Pero sólo era una suposición.

Transcurridos varios años, yo seguía sin saber nada de él. Así que un mal día me llené de tristeza al verlo trabajando en una obra, realizando duros trabajos, cercana a mi nuevo centro de trabajo. El C.P “Maestro Juan Morejón”. ¿Qué había podido sucederle para que nuestro reencuentro me llenara de tristeza? Soltó las herramientas, el pico y la pala, haciendo un alto en el trabajo y, con brevedad me contó lo sucedido. “Quiero recordarle que el primer trabajo que realicé fue el de “lazarillo” de mi padre, que al quedarse ciego, tuve que abandonar el ejercito, y ponerse a vender cupones de la ONCE. Así pasé el tiempo hasta conseguir llegar a la edad para alistarme en lo que yo creía que era la solución de mi vida. Yo sería, como así fue, un legionario ejemplar, que llegué hasta conseguir los galones de cabo. Todo parecía que iba a transcurrir como yo había diseñado mi vida, pero no tuve suerte, ya que no pude seguir en el Ejército porque contraje esa enfermedad traicionera que tantos disgustos me ha proporcionado: la diabetes. Así que no pude seguir alimentando mis sueños, causando baja en el II Tercio de la Legión. ¡Una vida rota! Porque yo hubiese sido un perfecto caballero legionario. Sólo permanecí cinco años.

A continuación trabajé de cocinero durante cuatro años. Seguí trabajando en obras, por un tiempo de siete años. Fue un trabajo muy duro. ‘Y me llegó lo de agente de venta de cupones de ONCE, con pérdida de visión de un ojo, como consecuencia de mi diabetes.

Al menos, al bueno de José Luis le queda, después de tantas desdichas, con la pérdida total de la visión, transmitir esa ilusión de sus proyectos literarios, como la obra ya publicada “Entre dos amores” y las que vendrán después.
 

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