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cultura - LUNES, 15 DE OCTUBRE DE 2012


miguel ángel santos guerra. cedida.

ENTREVISTA / Miguel Ángel Santos Guerra
 

«Una Universidad humilde y autocrítica es más feliz que otra entregada a la burocracia»

El catedrático de la UMA ensalza un ideal educativo en el que la institución universitaria se abra y comprometa con la sociedad, admitiendo sus errores y en disposición de cambiar con optimismo frente a las dificultades
 

CEUTA
Cristina Rojo

ceuta
@elpueblodeceuta.com

Miguel ángel Santos Guerra, doctor en ciencias de la educación, catedrático de didáctica y organización en la Universidad de málaga, ha pasado por todos los nieveles del sistema educativo, desde el de maestro a la dirección de un departamento universitario, un vagaje que le sirve para buscar en el futuro de la enseñanza ese algo más que hace a un profesor traspasar la barrera de ser un mero instructor. Una breve conversación telefónica es suficiente para contagiarse con su espíritu idealista pero de pies bien arraigados en la realidad, que pinta un futuro mejor si la sociedad consigue luchar por él. Esta misma mañana, Santos Guerra ofrece la lección inaugural del curso 2012-2013 en la Facultad de Educación y Humanidades de la UGR, ‘La Universidad que aprende’.

Pregunta.- Su lección inaugural de hoy propone una Universidad que, en vez de enseñar, aprende.


Respuesta.-Sí, porque un cometido importante es enseñar e investigar, pero una parte no se ha tenido tan presente y es que esa institución puede aprender. ¿Por qué tiene que hacerlo? Tiene una responsabilidad de saber si lo que hace está bien o no, y de ahí vendrá una toma de decisiones para mejorar y no repetir las rutinas. Por otra parte una institución en esa actitud humilde de aprendizaje puede contagiar a los demás ese deseo de aprender. Pienso que una Universidad en esa disposición de reflexión, análisis y reconocimiento de sus errores y compromiso con la sociedad es más feliz y optimista que una entregada a la rutina y la burocracia.

P.- ¿Qué tiene que aprender la Universidad?

R.- Es importante saber el currículum del aprendizaje; es decir, en qué contexto estamos,cuáles son las características psicológicas de los alumnos hoy, que no son las mismas de cuando fuimos alumnos, ha de saber que el conocimiento se diversifica de forma incesante mediante la tecnología...

P.- Cuáles son las dificultades para ese aprendizaje?

R.- Una de ellas es la rutina. Cuando nos planteamos cómo hacemos algo en un curso pensamos, ‘como siempre, como toda la vida’. Por otro lado hay mucho individualismo, no hay una comunidad que enseña y otra que aprende, sino un conjunto de individuos aislados que dan ‘mi asignatura’ y punto. También está la meritocriacia, a costa de lo que sea. Quiero subrayar como muy importante el pesimismo, el fatalismo.

P.-¿Qué propone hacer contra él?, en este momento está por todas partes...

R.- Acabo de leer un libro muy bonito sobre las organizaciones optimistas llamado ‘La rebelión de las moscas’. Creo que es muy importante que esa institución cultive ese pensamiento optimista porque es lo que le puede poner en el camino de la mejora. Para mi, el hecho de que haya dificultades no significa que no sea posible cambiar, sino que como hay dificultades, hay que ser inteligentes y ser capaz de superarlas. Incluso cuando hay limitaciones pueden ser para aprender. El mensaje fundamental es positivo, diciendo que se puede cambiar.

P.- ¿Qué consejo daría para implantar estos ideales en la coyuntura actual?

R.- Los problemas están ahí, pero ante ellos puede haber muchas actitudes. Hay quien ante la dificultad se estimula y quien se encoge y se hunde. Ir a contracorriente es más difícil que seguir al resto, pero solo a los peces muertos los arrastra la corriente. Será importante, por ejemplo, exigir mejoras. Para ello hace falta valentía, creatividad, perseverancia... las cosas hay que buscarlas y luchar por ellas. Yo les brindo a menudo a los profesores y estudiantes un slogan que a mi me ha servido mucho en la vida y que es ‘que mi universidad sea mejor porque yo estoy trabajado en ella’. Es decir, no solo con la política se puede cambiar esto, dentro de un mismo ministerio y con el mismo sueldo, hay un profesor separado veinte centímetros por un tabique de otro que es maravilloso. Todo es igual para los dos, pero uno está entusiasmado y entusiasma y el otro está desesperado y desespera.

P.- Habría mucho que cambiar, pero ¿por dónde empezaría a mejorar nuestro sistema universitario?

R.- En la formación de los profesores. Muchos pueden ser excelentes profesionales, pero no saben enseñar lo que saben. Hay que buscar la capacidad de despertar amor por el conocimiento de la asignatura que se imparte y eso hay que saber hacerlo.
 

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