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                     La crisis sigue haciendo estragos 
					entre la clase media. Que es realmente la que está pasando 
					el Equinoccio. Vamos, la que aporta los ciudadanos que 
					vivían con cierta holgura y ahora se encuentran pasando 
					penas y calamidades. 
					 
					Hacia cualquier lado que se mire, la crisis económica se 
					palpa en el ambiente. Se ven caras desencajadas. Arrugas 
					prematuras. Los médicos vienen observando cómo aumentan las 
					dolencias por culpa de los problemas ocasionados por el paro 
					y, desde luego, por la desesperación de quienes creen que 
					están condenados a una situación que puede ser irreversible. 
					 
					Hubo un tiempo, no ha mucho, en el cual se decía que el 
					umbral de un millón y medio de parados sería intolerable. 
					Hemos llegado -faltan veinte parados más o menos- a los seis 
					millones y todavía se nos está diciendo que los recortes han 
					de continuar en la Europa del sur. 
					 
					Lo dice Draghi: italiano que tiene nombre de vampiro 
					y que le viene haciendo el trabajo sucio a una calvinista 
					que pasará a la historia como la mujer que está actuando con 
					el rencor de aquellos alemanes que siguen dispuestos a 
					vengarse de lo ocurrido en el París de 1919. Es decir, de 
					los acuerdos tomados en el famoso Tratado de Versalles y que 
					inundaron Alemania de miseria.  
					 
					La señora Merkel no cesa de pedir restricciones a los 
					países de la Europa sureña y está consiguiendo que el pánico 
					de los parados acabe en locura, en muchos casos. En 
					Muchísimos. Locura transitoria y que pone a cualquiera al 
					borde de hacer un disparate. Los disparates se están ya 
					cometiendo. No hace falta describirlos. Ya ocurrió en un 
					pueblo granadino, en la región valenciana y en otras. Lo 
					lamentable sería igualar a los griegos que tomaron la 
					decisión de irse al más allá para no vivir bajo la 
					humillante presión alemana. 
					 
					El pánico de los parados se ha descrito con frecuencia. El 
					desasosiego de quienes se quedan sin empleo y no encuentran 
					otro, es terrible. Resulta tristemente trivial insistir en 
					ello. Porque más allá de la inquietud material, el hombre 
					privado de trabajo experimente una angustia que no se le 
					debe desear ni al mayor enemigo. Hay parados que se encogen 
					aceleradamente.  
					 
					En Ceuta, por ejemplo, la cifra de parados es altísima. He 
					leído que está en el 41%. Dato que deberá estar causándole 
					muchas preocupaciones a la primera autoridad de la ciudad. Y 
					no es para menos. Porque cualquier día nos enteramos de que 
					hay mucha gente “pasando más hambre que las putas en 
					Cuaresma”. Terrible frase. A propósito: conviene recordar 
					que aumenta la prostitución en España por la necesidad de 
					muchas mujeres. Tal y como ocurrió en nuestra posguerra. 
					 
					Conociendo a nuestro alcalde, sé que estará tan preocupado 
					como afectado por el drama que está viviendo España. La 
					España que el Rey ve mejor desde fuera, pero que, desde 
					dentro, le dan ganas de llorar. Nuestro alcalde, que se 
					levanta muy de mañana con el fin de acudir a un gimnasio 
					para que el método Pilates le haga estar en posesión de un 
					equilibrio corporal y mental incomparables, parece ser que 
					halla consuelo cada día junto al mejor empresario de esta 
					ciudad. Persona muy preocupada por la grave situación que se 
					está viviendo. Y que aprovecha la dura tarea matinal, en el 
					gimnasio, para asesorar a nuestro alcalde. Lo que no haga 
					don José María por Ceuta… Merece ya mismo su homenaje 
					(!) Claro que sí. 
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