PortadaCorreoForoChatMultimediaServiciosBuscarCeuta



PORTADA DE HOY

Actualidad
Política
Sucesos
Economia
Sociedad
Cultura
Melilla

Opinión
Archivo
Especiales  

 

 

OPINIÓN - DOMINGO, 4 DE NOVIEMBRE DE 2012

 

OPINIÓN / EL MAESTRO

“Regreso a su ciudad”
 


Andrés Gómez Fernández
opinion
@elpueblodeceuta.com
 

Arroyo Centella, Pepe Ariza, los Cepero, Guerrero, Pepe Benítez, Miguel Palomares,… y una larga relación fueron alumnos de la desaparecida Escuela de Formación Profesional de la Industria Militar, de la que se responsabilizaba, primero el Parque y Maestranza de Artillería, después, sólo Parque de Artillería. Se ingresaba mediante una prueba de cultura general, a la edad de catorce o quince años. Al finalizar los cuatro cursos, en general sólo continuaban como obreros con categoría de profesional de tercera, los que habían conseguido superar los cuatro cursos y obtener el número uno de su promoción, al que se le otorgaba el llamado “Premio Elorza”. En algunas promociones, según las necesidades del Centro, obtenían plazas otros alumnos que habían finalizado los cuatro cursos.

Coincidí con Miguel Palomares, aunque él me llevaba dos cursos por delante. El había aprendido el oficio de electricista y progresaba adecuadamente, de forma y manera que al llegar al finalizar los cuatro cursos reglamentarios consiguió obtener el número uno de su promoción, el llamado “Premio Elorza” y su plaza como electricista de tercera categoría.

Él, por su cuenta estudió Mecanografía y Contabilidad, lo que le posibilitó, una vez conseguida su plaza, acceder a una vacante de promoción interna, a escribiente u oficinista de taller, con lo cual, años después coincidimos en la misma responsabilidad, yo en otro taller. Transcurrido unos años, lamentablemente la escuela dejó de funcionar, por lo que cumplía dentro del campo de la Formación Profesional un importante papel, dejando huérfano a la juventud en el campo laboral, donde salieron magníficos profesionales en las distintas profesiones: torneros, fresadores, montadores, electricistas, laboratorio…

Como quiera que conseguir plaza era una labor muy difícil, algunos alumnos no finalizaban los cuatro cursos, abandonando e incorporándose, en general, al ejército, donde sí con la magnífica preparación adquirida, triunfaron…. Lo que sí hicieron muchos ex-alumnos fue incorporarse a los estudios de Bachillerato Nocturno, que, en aquellos momentos posibilitaron que con esta iniciativa se les abrieran las puertas, para posteriores logros, ya que los estudios de Formación Profesional de la Industria Militar, no posibilitaba ninguna proyección.

Con mi amigo y compañero Miguel compartí la “aventura” del traslado del Parque a la que fue una nueva ubicación: “Cuartel de las Heras” (en la actualidad también desaparecido). Y fue, a partir de este momento, cuando empezó la decadencia de la Escuela de Formación, pese a los buenos deseos de los responsables de aquellos momentos, donde a las convocatorias que se realizaban cada vez concurrían menos alumnos. Fue un hecho muy lamentable su desaparición. También, a partir de este momento se produce el distanciamiento de mi amigo y compañero Miguel. El haber finalizado yo la carrera de Magisterio –Miguel no quiso seguirme- y obtener plaza en la primera oportunidad que se me presentó, mi alejamiento enfrió mi relación Miguel.

Mientras, Miguel no permaneció inactivo y, dentro del mismo Parque continuó con su actividad como escribiente, no ya de oficina de Talleres, sino en la Oficina General, con la intención de hacer una oposición y conseguir plaza como funcionario de Civil de la Administración Militar, consiguiéndola y ocupando plaza en las distintas Oficinas Militares de nuestra ciudad. Miguel, persona muy activa, disponiendo de la tarde libre, la dedicaba a colaborar en el aspecto administrativo en una importante farmacia de nuestra ciudad. Pienso que la dejaría cuando se jubiló. Jubilado ya, sentó sus bases en Málaga, donde se pudo dedicar por completo a su familia. Pero un problema de salud, que pese a sus enormes cuidados, llegó un momento, que puso fin a su vida.

Yo tenía una llamada pendiente, que no pude realizar; se la debía; que de haberla hecho, con toda seguridad me hubiese informado del estado en que se encontraba, ya que su problema había empeorado. Pero así son las cosas, y cuando ya no tuvo remedio fue la llamada de un familiar el que me comunica el triste final de mi gran amigo Miguel. Así, que sorprendido por la llamada del familiar, también me informa que el sepelio se realizaría en la mañana del día siguiente, en el Cementerio de nuestra ciudad. Sus cenizas sería colocadas junto a los restos de uno de sus hijos, fallecido en plena juventud.

No me lo pensé mucho en estar con los familiares en esa cita. Quise acompañarles en ese último y definitivo adiós a Miguel. Un adiós muy especial, en una mañana poco agradable, con amenaza de lluvia. Un silencio, interrumpido por el revolotear de algunas gaviotas, acompañó al de los asistentes, que en número reducido, sólo familiares y amigos y compañeros, presenciamos las operaciones de los obreros para dejar, por unos momentos el nicho ocupado por los restos del hijo de Miguel, libre e introducir la urna de su padre, que se supone que sería una especie de homenaje al hijo desparecido en plena juventud.

Y quizá también, sus deseos de se enterrado en su tierra natal, su querida Ceuta, a la que él amó entrañablemente. ¡Qué Dios lo haya acogido en su seno!
 

Imprimir noticia 

Volver
 

 

Portada | Mapa del web | Redacción | Publicidad | Contacto