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OPINIÓN - DOMINGO, 4 DE NOVIEMBRE DE 2012

 
OPINIÓN

Miscelánea semanal

Por Manuel de la Torre


LUNES 29.

Ayer, antes de comenzar el partido Mallorca-Madrid, entrevistaron a Lorenzo Serra Ferrer. Muchos años entrenador de primera línea y ahora accionista muy principal del equipo bermellón. O sea, el conocido popularmente, en Las Baleares, como el mallorqueta. Y, mientras oía sus declaraciones, mi mente se introdujo en el túnel del tiempo hasta los primeros años de la década de los setenta. Que fue entonces cuando yo entrené al equipo que los miembros de la burguesía palmesana siempre quisieron presidir. Ser presidente del Mallorca era un signo de distinción. El segundo entrenador del equipo, Jaime Turró, me dijo un día que Serra Ferrer solía sentarse en los últimos escalones de la tribuna del Luis Sitjar para ver mis entrenamientos. Cuando le pregunté quién era el tal SF. Me contestó que era un chico nacido en Sa Pobla y que vivía entusiasmado con la idea de hacerse entrenador. Turró me puso al tanto de que su presencia se debía a que le gustaba tomar notas de mi trabajo. Sea por lo que fuere, la realidad es que aquel veinteañero, prendado del fútbol, asistía todos los días a mis prácticas. Nunca pude hablar con él. Pues en cuanto lo intentaba desaparecía del escenario. Era como si le diera vergüenza reconocer que seguía mi trabajo. Tuve la oportunidad, al cabo de varios años, de enfrentarme a sus equipos y siempre me acompañó la fortuna. En cierta ocasión, Pepe Bonet, tan gran jugador como persona, me sacó de dudas: Serra Ferrer no quiere reconocer que, cuando comenzaba a entrenar, quería saber lo que usted sabía tácticamente. Hoy, al cabo de muchos años, y cuando Serra Ferrer lo ha conseguido casi todo en el fútbol, me permito contar la anécdota.

Martes. 30

Larga y agradable charla con varios funcionarios. A la que se suma, casi al final, Salvador Durá. Que ha bajado expresamente de su casa, allá en el pantano, para compartir conmigo el aperitivo de los martes. Nos saluda José Manuel Domínguez y le ofrecemos asiento junto a nosotros. No le preguntamos por su recuperación, debido a que oyéndole expresarse tenemos la certeza de que está mejor que antes de sufrir debilidades y alifafes que le retiraron de la vida pública. Le decimos que nos alegramos de verle tan bien. Pero José Manuel, que es marchoso, provoca que a mí se me desate la lengua en el momento que yo decido que es el apropiado. Pero, lógicamente, sin ánimo alguno de hacer sangre. Faltaría más. Aunque haría muy bien en no discutirme más, sin argumentos válidos, opiniones futbolísticas, emitidas por mí. Lo mejor que le oí a José Manuel, durante la conversación, fue que Antonio Ferrera ha vuelto a pasar consulta. Porque AF es nuestro médico de cabecera. Y si Domínguez le tiene ley a nuestro médico, yo no me quedo atrás. De modo que aprovecho la ocasión para festejar la total y absoluta recuperación de nuestro amigo: Antonio Ferrera.

Miércoles. 31

No hace falta decir que Valdano, desde que salió por la puerta de atrás del Madrid, trata por todos los medios de que sus amigos, periodistas, persigan sañudamente a José Mourinho. Se nota la tirria que le tienen. El último que se ha unido a la causa de acoso y derribo contra el portugués ha sido el director del Diario As. Sí, hombre, el mismo que un día dijo de Francisco José Rodríguez da Costa, futbolista portugués, conocido por Costinha, cuando era jugador del Atlético de Madrid, que además de malo era más feo que Picio. Y que me hizo a mí asegurar que en casa de Alfredo Relaño los espejos no existían. Parece mentira que se digan tantos impropios de un entrenador que ha sido capaz de poner orden en un equipo al cual Valdano había convertido en una entidad acomplejada. Que tenía como ocupación diaria hablar solo del pasado glorioso del club mientras el Barcelona le comía la tostada en los despachos y en el césped. Un Valdano que, en cada actuación ante los medios, nos da la mejor versión de lo que significa una complacencia física y moral superior a la que se le pueda atribuir al mejor arquetipo de narcisismo. El Madrid ha jugado hoy en Alcoy. Y Mourinho, tras ser duramente castigado en los medios por referirse al Castilla de Segunda División y concretamente a la cantera, ha dado muestras en El Collao, una vez más, de ser un magnífico entrenador. Tan práctico como hábil para no exponer a sus jugadores a batallas innecesarias. Y los periodistas, los mismos que están siempre oliéndole el… aliento a Valdano, han arremetido contra él. Hay periodistas, muchos periodistas, que no saben ni papa de fútbol. A lo más que llegan es a ser ladrones de oído. Menuda carrera. Ah, cuando se equivoca Mourinho, como todo quisque, los periodistas ni se percatan de sus errores. Así se les va.

Jueves. 1

Fue en diciembre y en enero pasado, así como cuando los aficionados festejaban los triunfos de la selección española, que en España se impuso el lanzamiento de cohetes y petardos. Con el peligro consiguiente que todos conocemos. Y, claro, escribí del asunto en varias ocasiones. He aquí algunos párrafos espigados de entonces. “No contaba yo, ni por asomo, que la moda de tirar cohetes y petardos se impusiera en una España donde, precisamente, no está la cosa para permitirse esas licencias. El primer cohete de la noche del día 24 de diciembre, sonó en mi dormitorio como una bomba. Y a partir de ese instante, y hasta el toque del alba, mi barrio parecía una fiesta fallera. ¡Qué horror! Salí al balcón, sobresaltado, mientras se oían ladridos de animales por doquier, asustados por los petardazos que no cesaban. Los enfermos se revolvían inquietos en el lecho del dolor. Pero a los amantes de la pirotecnia les daba igual. Era Nochebuena y había que hacerse notar con ruidos estruendosos. Decidí salir a la calle para saber lo que estaba ocurriendo. Y pude ver a jóvenes ocupando espacios de calles iluminadas y prestos a cada paso a hacer uso y abuso de petardos. Con el consiguiente peligro para los viandantes”. Un petardo, o varios, vaya usted a saber, parece ser que ha sido la causa de la tragedia ocurrida en Madrid, durante la celebración de una fiesta en el Madrid Arena. Tragedia que les ha costado la vida a tres jóvenes. Ah, celebraban la noche de Halloween. Está visto que copiamos todo lo absurdo. De cualquier manera, yo creo que lo malo de todo lo que nos viene ocurriendo la tiene Zapatero (!)

Viernes. 2

Juan José Conde me dijo un día que había jugado en el Portuense. Lo que no sé es si lo hizo siendo ya funcionario de prisiones. Juanjo lo sabe casi todo de mí y me pregunta si sé lo que significo en la Bahía Gaditana. Y, concretamente, en El Puerto. Le digo que hace ya mucho tiempo que me olvidé de aquellos años donde el José del Cuvillo se llenaba para ver jugar al equipo que hacía del contragolpe un espectáculo en su categoría. Sale a relucir en la conversación que mantenemos en Pedr’os, el partido de la Copa del Rey frente al Atlético de Madrid de Pereira, Leal, Leivinha, Arteche, Rubén Cano, Rubio, Navarro, etc. Entrenado por Luis Aragonés. Un partido donde el portero Simeón, que tenía la orden de no jugar en corto con sus defensas, metió la pata y nos condujo a la derrota. Nunca volví a contar con él, le digo a Juanjo. Y le recuerdo que en el Manzanares llegamos a ir ganando durante mucho tiempo. Y que Orellana, árbitro gallego, nos birló la eliminatoria. Juanjo Conde es un buen conversador. Y, cada vez que se encarta, a mí me apetece charlar con este funcionario de prisiones que siente pasión por el fútbol. Educado, culto y amable, merece venir una vez más a esta miscelánea.

Sábado.3

Hacía ya mucho tiempo que no veía yo a Blas Rosúa. Y hoy, cuando caminaba con mi perro, me he topado con él. Y nos hemos puesto a pegar la hebra. Eso sí, ante la impaciencia de Oasis, que así se llama mi mejor amigo. Blas es muy buen lector de periódicos. Y, por supuesto, no duda en declararse fan de la contraportada de este medio. De modo que no tiene el menor inconveniente en celebrarme la columna publicada el jueves pasado, bajo el título “Así se lo montan”. Blas, siempre vertiginoso en su decir, me cuenta ciertas cosas de las que yo tomo nota mental. Porque sé que pocas veces se atreve a largar de lo que no sabe. En fin, que tras diez minutos, mal contados, de charla, me despido de BR, debido a que Oasis, mi mejor amigo, se muestra ya nervioso. Y es que está acostumbrado, desde que apenas se mantenía en pie, a acapararme. Y a fe que lo que hace. Y de qué manera.
 

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