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OPINIÓN - SÁBADO, 10 DE NOVIEMBRE DE 2012

 

OPINIÓN / EL OASIS

Se ha impuesto la voluntad de Aróstegui
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Me cuento entre los peores televidentes del país. Y no lo digo para darme pote. Con el fin de equipararme a esas personas de reconocido intelecto que suelen abominar de cuanto se nos ofrece por la que nunca dejará de llamarse pequeña pantalla. Lo cual no significa que llegue al ayuno y, menos aún, a la abstinencia de pantalla. Como bien decía un gran escritor a quien conviene leer de vez en cuando para que la sintaxis no se nos desmadre y las palabras no sufran de anomia.

Confieso, por tanto, que zapeo, veo y, normalmente, vuelvo al zapeo. Eso sí, nunca se me ha ocurrido cambiar de canal si el Madrid aparece en el aparato. El jueves pasado, zapeando, me di de bruces con Intereconomía TV. Y llegué a tiempo de empaparme de cuanto decían los tertulianos acerca de la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el matrimonio entre iguales.

Antes de continuar, me urge decir que por vía telefónica pidió la entrada en el programa el presidente del grupo de Intereconomía, Luis Ariza, y tentado estuve de ponerme a zapear. Cómo es posible que la cabeza visible de un grupo tan fuerte de medios de difusión se expresara de manera tan farragosa y sin venir a cuento acerca de lo que se estaba debatiendo.

Lo que se estaba debatiendo es un asunto muy complejo. Complicado. Confuso. Que no tiene nada que ver con que las personas del mismo sexo se casen. Sino que se nomine matrimonio a esa unión legítima. Y es que la palabra matrimonio, como explicó, así por encima, Joaquín Moeckel, abogado sevillano de renombre, está hecha a la medida de la unión entre hombre y mujer.

Lo que dijo Moeckel, con su hablar desenfadado pero preñado de lecturas, lo sabemos todos los que cada día nos dejamos la vista leyendo hasta los prospectos. Y es que el significado de matrimonio necesita de la presencia de lo femenino. A lo que se agarra la Iglesia. Que defiende a ultranza que el origen del matrimonio no es sólo cultural, sino que procede de la misma naturaleza humana en cuanto que (como dice el libro del Génesis -1-27- en la Biblia) al principio “Dios los creó hombre y mujer”.

No obstante, creo que la Iglesia ha perdido esta batalla; ya que el Artículo 32 de la Constitución española, en su primer párrafo, reza así: “El hombre y la mujer tienen derecho a contraer matrimonio con plena igualdad jurídica”. Los padres de la Patria, como podemos apreciar, se durmieron en los laureles. Aunque sería injusto obviar que, cuando redactaron la Constitución, no podían imaginarse que el matrimonio fuera a imponerse entre personas del mismo sexo. Puestos a mediar, bien podría haber habido entre quienes forman parte de los iguales, que ven en el casamiento logro tan justo como añorado, la intención de dialogar con la otra parte para dar con la palabra precisa que definiera su enlace. Dejando el vocablo matrimonio para uso exclusivo de los heterosexuales. Pero no ha sido posible.

Conviene recordar que hay religión que condena la homosexualidad a rajatabla. Que no se aviene a ningún tipo de comprensión en cuanto concierne a las relaciones entre iguales. No hace falta adentrarse en un asunto que hoy no toca. Así que no acabo de entender muy bien cómo Jóvenes Caballas aplaude al colectivo LGBT por haber “aguantado tantísimas vejaciones por parte de políticos y personalidades religiosas”. Pero alguien me saca pronto de dudas: se ha impuesto el peso específico de Aróstegui. Bien.
 

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