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ACTUALIDAD - LUNES, 19 DE NOVIEMBRE DE 2012


órden de desahucio en Ceuta. ARCHIVO

desalojos
 

Medio centenar de desahucios aumentan la presión de familias privadas de su hogar

Durante el primer semestre del año se han registrado 47 desalojos en Ceuta, desde 2011 tres de ellos fueron por impago de hipoteca; los psicógolos advierten del coste socioeconómico a largo plazo

CEUTA
Cristina Rojo

ceuta
@elpueblodeceuta.com

Desde que comenzó la crisis, en 2008, el Consejo General del Poder Judicial ha contabilizado casi 300 desahucios en la ciudad Autónoma. Al menos 47 se produjeron en el primer semestre, lo que equivale a todos los realizados durante 2009. Aunque los afectados son muy reticentes a dar a conocer su situación ADICAE asegura que, desde 2011, se han dado al menos 3 casos de desahucio por impago de hipoteca. Los psicólogos advierten del desgaste social que conlleva.

Entre enero y julio de este año medio centenar de familias ceutíes tuvieron que abandonar por la fuerza el hogar donde residían a raíz de procedimientos judiciales. Según las cifras del Consejo General del Poder Judicial, entonces se contabilizaban ya 47 desahucios, un dato aparentemente reducido en comparación con otras regiones pero que demuestra un incremento significativo respecto a otros años en el marco de la ciudad autónoma. Solo en la primera mitad del año se producían el mismo número de desahucios que durante todo 2009, lo que invita a prever un aumento récord de los desahucios en la Ciudad de aquí a que termine el año, si las actuaciones continúan en una misma línea.

Desde que comenzó la crisis en 2008, los Servicios Comunes de los Juzgados han registrado cerca de 300 ordenes de desahucio en la ciudad, donde se venían produciendo una media de 59 al año. Estas órdenes o ‘lanzamientos’, como se las conoce en la terminología judicial, responden a distintos tipos de desalojo y pueden ser causados por ocupación ilegal, impago de alquiler, o cambio en el uso del edificio por motivo de derribo o ruina del inmueble, como se ha visto en numerosas ocasiones en la ciudad, que además tiene la particularidad de un alto número de viviendas situadas en terrenos propiedad del Ministerio de Defensa.

Mientras medio país se levanta estos días en contra de los desahucios de conciudadanos, que han generado ya al menos tres suicidios consecuencia directa de estas actuaciones, y Gobierno y oposición dialogan sobre un cambio en la legislación que ha llevado a esta coyuntura, las familias desahuciadas y en proceso de desalojo están ya en una situación para la que no hay vuelta atrás. ¿Qué ocurre después de un desahucio? Son muy pocas las personas que se atreven a hablar de ello.

El presidente de la Asociación de Usuarios de Bancos, Cajas y Seguros (ADICAE) en Ceuta, Narciso Colmenar, explica que desde su asociación han tratado al menos con tres casos de desahucio por impago de hipoteca desde 2011.

Dos de los casos acudieron directamente a ADICAE y un tercero fue referido a ellos. “La persona a la que le quitan la casa no quiere que se entere nadie, tan solo sus personas más allegadas. No quieren ni denunciar a las entidades financieras que les han puesto en esta situación por miedo, por vergüenza”, dice. Colmenar explica que los casos que él conoce personalmente son parejas jóvenes, que han tenido que regresar a las familias del padre o la madre de uno de ellos, para poder seguir adelante.

“En Ceuta el boom inmobiliario ha sido muy fuerte. A muchas familias, especialmente mucho funcionariado, como por ejemplo militares, se les concedían créditos del 100% del precio de la vivienda. Si uno de los dos miembros de la familia ha perdido su trabajo, y el otro ha visto reducida su remuneración, todo se convierte en un desbarajuste”, afirma.

Pero la gente no se atreve a denunciar. Colmenar dice que pasa lo mismo con el problema de las participaciones preferentes, en las que Ceuta tiene al menos 1.200 casos, de los cuales tan solo unos 300, un cuarto del total, han denunciado. “La mayoría son personas que ha trabajado toda su vida, pero aún así no quieren que los demás piensen que son ricos por tener este depósito. Además, les cuesta mucho reconocer la sensación de verse engañados”, apunta.

Efecto emocional y social

El decano del Colegio Oficial de Psicólogos de Ceuta, Juan Delgado Muñoz, se muestra de acuerdo con esta percepción. Para él, la negación de la realidad es una fase más de los síntomas que producen en una situación de desahucio, un drama emocional que él compara con el de el duelo por la pérdida de un ser querido. “Existe una fase de negación en la que se intenta mantener la apariencia de normalidad. Se evita informar a los familiares, los amigos o los compañeros de trabajo para evitar la vergüenza”. Según explica, esta fase se puede dar incluso cuando la persona ya ha sido desahuciada. “Hay gente capaz de dejar de comer para pagar la hipoteca, seguir manteniendo la apariencia pública de que todo sigue igual y continúa vistiendo y actuando como siempre”.

Y después, ¿qué?

“El desahucio es un proceso lento, progresivo y desgarrador que al perder la seguridad, nuestra inviolabilidad y las redes sociales próximas, nos empuja sentir cierta pérdida de identidad”, explica el psicólogo. De ahí que, según argumenta, sean comunes entre sus efectos la depresión, los trastornos de ansiedad o los suicidios. Pero su efecto no se detiene ahí. Delgado Muñoz advierte de los costes socioeconómicos que los desahucios llevan consigo: desde la desestructuración social al aumento de la marginalizad, la delincuencia, la pobreza, la inestabilidad o las conductas violentas.

“Si se han producido unos 18.000 desahucios en todo el país, debemos multiplicar el efecto por tres o cuatro, las personas que constituyen el núcleo familiar. Esto es lo que a mi me da miedo, porque puede generar en un aumento de la desilusión social”.

“Sobre todo los jóvenes, dejan de creer en la democracia y aumenta la delincuencia. Las personas, según apunta el psicólogo, pueden pensar “si el sistema no me ampara, haré lo que sea para proteger lo mío y a los míos”. Y es que no son solo los cabezas de familia quienes notan el cambio. Los niños no entienden por qué ya no pueden ir al mismo colegio, “se destruye la concepción moral de estatus”, y esto en Ceuta, por sus particularidades, se potencia. “Pasar de la clase media a la pobreza es un shock tremendo”. Tal y como entiende el psicólogo, Ceuta, por su reducido tamaño, propicia aún más ese sentimiento que se mueve entre el “morbo” y la “lástima” hacia la desgracia ajena.
 


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