PortadaCorreoForoChatMultimediaServiciosBuscarCeuta



PORTADA DE HOY

Actualidad
Política
Sucesos
Economia
Sociedad
Cultura
Melilla

Opinión
Archivo
Especiales  

 

 

OPINIÓN - MIÉRCOLES, 21 DE NOVIEMBRE DE 2012

 

OPINIÓN / EL OASIS

El minino negro
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Alguien dijo que el primer requisito de un estadista es ser aburrido. Así que convendrán ustedes conmigo que, si nos atenemos a esta cita, Mariano Rajoy puede recibir el Premio Nobel en esta disciplina. El presidente del Gobierno está haciendo uso de dos armas mortales para satisfacer los deseos de los dictadores alemanes: una es la ya consabida operación recortes a mansalva. Con el fin de que los parados vayan aumentando hasta conseguir que la mitad de los españoles mueran de inanición. La otra es matarnos de aburrición.

La estrategia del hombre que acaba de cumplir un año como inquilino del Palacio de la Moncloa (¿o es Moncloa sin más?) es tan primaria como efectiva. Y al 2014, año en el cual según él los brotes verde serán ya talluditos, sólo llegarán los más fuertes. Es decir, los ricos, los banqueros, los políticos, los sindicalistas, los amigos y familiares de los políticos y todos los que sean capaces de superar el hastío que produce los discursos de un gallego a quien Julio Camba, de haber vivido en esta época, le recomendaría que se diera una mano de barniz humorístico. A ver si imitando al recién fallecido Miliki, el último de los payasos de la tele, alegra, al menos, la vida de los muchos niños que ya no son admitidos en los comedores sociales por falta de alimentos.

Conviene decir que de los hombres aburridos, que a su vez echan mano de la hipocresía a cada paso, fiarse es exponerse a recibir un varapalo mortal por la espalda. Es lo que le ha ocurrido a Arturo Mas; a quien se le han descompuesto las facciones de actor alemán, con las acusaciones que van saliendo en ‘El Mundo’. Y es que Rajoy será tedioso, soso hasta la desesperación e incluso se ha ganado el derecho, por incumplir las promesas electorales, a que se le tache de mentiroso compulsivo, pero nunca podrá ser calificado de carajote.

Carajote, en el habla de Cádiz, significa tonto, el que se pasa de bueno. Y Rajoy ha demostrado, mediante bajonazo al presidente de la Generalidad, en forma de informes policiales más peligrosos que la forma de actuar de la Federación de Fútbol de Ceuta, que tiene tripas por estrenar. O sea, que su cara de hombre apocado es la idónea para esgrimir la daga de la traición y quedarse tan pancho. Lo de fumarse un puro es ya harto sabido. Y hasta puede que, después de haberse vengado, decida sestear en la mesa de camilla, teniendo a su vera un gato negro al que acariciarle el lomo.

Acariciar a un gato negro, sentado en cómoda butaca de la salita de estar, parece ser que se está poniendo de moda entre los políticos. Yo conozco a uno muy principal de esta tierra que viene haciendo proselitismo de lo que él llama una terapia placentera y que le insufla, además, fuerzas suficientes para hacerle frente a sus muchos adversarios. Aun recomienda la conveniencia de hablarle al felino de proyectos y de filias y fobias. Porque el poder, cuando lo es todo para el poderoso, deja a éste sometido a los caprichos del minino negro.

Un gato va a necesitar, cuanto antes, Yolanda Bel. Un mininino a quien confesarle sus errores entre mimos y arrumacos. Porque últimamente los viene cometiendo a tutiplén. De momento, no le arriendo las ganancias con el alojamiento de los MENA en el albergue sito en la barriada de San José. Asunto que la hace contradecirse a cada paso. Mucho me temo que habrá lío. ¡Uf!
 

Imprimir noticia 

Volver
 

 

Portada | Mapa del web | Redacción | Publicidad | Contacto