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OPINIÓN - DOMINGO, 2 DE DICIEMBRE DE 2012

 
OPINIÓN

Miscelánea semanal

Por Manuel de la Torre


LUNES 26.

Uno tiene la suerte de transitar la calle lo justo y, sin embargo, enterarse de muchas cosas. Las que suelo poner en cuarentena antes de concederles visos de credibilidad. Las hay que son demoledoras contra quienes llevan ya su tiempo ejerciendo su dictadura como políticos. Sí, dictadura, han leído ustedes bien. Las que les lleva a presumir, cuando están ‘colocados’, de lo que les espera pasar a las personas cuyos nombres figuran en la libreta destinada a escribir sus nombres. Es lo que siempre se ha conocido por listas negras. Ante semejantes cobardes, así como suena, que se amparan en los cargos y van siempre protegidos, no cabe más que combatirlos sin perderles la cara y sin la menor vacilación. Si de mí dependiera, créanme, tales cobardes se lo pensarían muy bien antes de atreverse a cometer las fechorías que propalan cuando la mala baba, mezclada con el alcohol de la imbecilidad, les hace sentirse fuertes. Más les valdría mirar a su alrededor y darse cuenta de que son unos miserables que se han agarrado a la política para seguir practicando la maldad por sistema.

Martes. 27

Como con unos amigos en el Hotel Tryp. Durante la sobremesa se habla de todo. Como es costumbre entre quienes los martes solemos reunirnos. Y, desde luego, debo decir que hay lugar para la división de opiniones. De no ser así, no tendría sentido que, cada martes, acudiéramos a la cita con deseos irrefrenables de intercambiar impresiones. Cuando estábamos a punto de concluir nuestro debate, se nos presentó la oportunidad de charlar con Pedro Luis Mélida: Jefe Superior del Cuerpo Nacional de Policía de Ceuta. Es la segunda vez que he tenido la oportunidad de charlar con él. Y aunque ha sido parco en sus palabras, también fue exacto en la expresión. Como quien no quiere la cosa, le pregunté por el Delegado del Gobierno. Y respondió con prontitud: “Creo que es un político que ha llegado a su madurez y que sabe el terreno que pisa”. Cuando le advierto de que puede ser tachado de estar lisonjeando a Francisco Antonio González no duda en decirme que él está por encima de esas cosas. Y es que la verdad no tiene más que un camino. De no ser así, De la Torre, yo me habría callado. Pedro Luis Mélida, tras opinar, salió a la calle a darle dos o tres caladas al cigarrito de la sobremesa.

Miércoles. 28

Tres y media de la tarde. Decido tomar café en el Hotel Tryp. Y se me presenta la oportunidad de intercambiar impresiones con Francisco Verdú, jefe de Gabinete de la Delegación del Gobierno, quien está participando en una comida. Cuando estábamos pegando la hebra apareció Francisco Antonio González y se unió a la conversación. La cual fue interesante para mí. Del jefe de Gabinete de la Delegación del Gobierno, aunque le conozco poco, debo decir que inspira confianza. Lo que no deja de ser muy beneficioso para él y, sobre todo, para la delegación y para el delegado. En lo tocante a Pacoantonio, con quien no he tenido precisamente relaciones muy cordiales, durante muchos años, reconozco que ha ido creciendo en todos los aspectos y no tengo el menor inconveniente en proclamar que se ha convertido en un político con una veteranía que tiene su tirón. No, no se preocupen los que andan siempre viendo fantasmas donde no los hay, que no trato de adularle para, a continuación, pedirle cualquier cosa. Ni es mi estilo ni a mi edad voy a hacer cosas que nunca he hecho. Pues ahora estoy viviendo la plenitud más cachonda que nadie pueda imaginarse. Eso sí, dolido por los problemas de cuantos no tienen ni para poner la olla diaria.

Jueves. 29

Leo que le ha sido concedido el Premio Cervantes a José Manuel Caballero Bonald, poeta, novelista y ensayista. Y afloran mis recuerdos. Lo veo paseando por las calles de mi pueblo de nacimiento, El Puerto de Santa María, en compañía de José Luis Tejada, enorme poeta, y de Fernando Quiñones, escritor gaditano del que hablaba y no acababa Borges. Tres fenómenos indiscutibles de las letras. El único que vive es Caballero Bonald. Jerezano él. A quien he leído muchísimo y con sumo placer. Ágata ojos de gato; Toda la noche oyeron pasar pájaros; En la casa del padre y Campo de Agramante, fueron las novelas que siempre recomendé a mis amistades. Con la Casa del padre disfruté de lo lindo; empapándome de la vida de esa burguesía jerezana que ya no existe. O al menos, en la misma medida de aquellos años donde los bodegueros se casaban con institutrices inglesas y los confesores de la familia acostumbraban a beberse en la casa de los ricos los mejores vinos y se ponían tibio del mejor chocolate. A cambio de mantener siempre en estado de revista la espiritualidad de sus moradores. Me alegro del galardón concedido a Caballero Bonald. Por cierto, aprovecho la ocasión para aconsejar a quienes gustan de la poesía, que intenten leer a José Luis Tejada Peluffo: poeta de la generación del 50. Y, cómo no, que ahonden en la obra de Fernando Quiñones.

Viernes. 30

Mariano Rajoy ha incumplido todas las promesas electorales que hizo en la campaña electoral. Por lo que cada vez que habla y asegura algo, la gente ya sabe que va hacer lo contrario. De ahí que se haya ganado el derecho a disputarle a Cyrano de Bergerac el tenerla más larga que él. Me estoy refiriendo a la nariz. Que en el gran mito romántico de la literatura francesa era superlativa. Muy grande. Enorme. Y eso que el gallego ya tenía una nariz muy desarrollada. El presidente del Gobierno España miente más que habla. Lo cual no deja de ser un padecimiento que se conoce como mitomanía. Ahora bien, esa tendencia patológica a la mentira y a la fabulación, según sus partidarios, esto es, los de Rajoy, se ha acrecentado por culpa de Zapatero. Ese monstruo que le ha dejado el país hecho unos zorros y a quien los españoles deberíamos perseguir con saña como recomendaba, en casos así, la Inquisición. Si Zapatero no hubiera existido, habría que inventárselo. De no ser así, no sé qué sería de El Gato al agua: ese programa de Intereconomía TV. Por cierto, cuando una persona es perseguida por nacionalistas, sean catalanes o vascos, por lucir una bandera española en el coche o en la ventana o balcón de su casa, los de El Gato al agua acuden prestos con sus medios para que los damnificados nos cuenten sus penas y nos digan que todos sus males se deben a lo patriotas que son en terreno inhóspito. Pero cuando se persigue a los jubilados, robándoles parte de su salario, mientras la banca sigue recibiendo millones que pasarán a convertirse en déficit del Estado, los contertulios de la reseñada televisión no tienen el menor rubor en propalar, con risotadas incluidas, que semejante situación es necesaria. Para que el déficit del próximo año no se aumente en 3.700 millones de euros. Y que las protestas de los jubilados y de cuantos se creen obligados a exponer sus quejas, deberían reclamar al maestro armero. Al de siempre; o sea, a Zapatero. Listos…

Sábado. 1

Dos de la tarde. El hotel Tryp está lleno a más no poder. Lo cual me llena de satisfacción. Sobre todo por sus empleados. Que son muy buena gente y magníficos profesionales. A ver si de una vez por todas quienes dirigen este establecimiento aprovechan las cualidades del personal para hacer que el Tryp siga siendo frecuentado como lo ha sido hoy. En el hotel me he encontrado con Manolo Chaves. Quien ha venido a celebrar los ochentas años que ha cumplido Antonia Martínez García, viuda de Pepe Remigio, lo que ha hecho posible reunir a toda la familia y amistades. Y a fe que es tan extensa como agradable. Tan agradable como es Remigio Martínez, primo hermano de Chaves. A Remigio le tengo yo dicho que nuestra amistad se basa en saludarnos continuamente sin apenas haber cruzado dos palabras seguidas. En un momento determinado, se me presenta la oportunidad de preguntarle a Manolo Chaves por cómo está España. Y su respuesta es tan rápida como breve: “Podía estar mejor”.
 

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