PortadaCorreoForoChatMultimediaServiciosBuscarCeuta



PORTADA DE HOY

Actualidad
Política
Sucesos
Economia
Sociedad
Cultura
Melilla

Opinión
Archivo
  

 

 

OPINIÓN - MARTES, 4 DE DICIEMBRE DE 2012

 

OPINIÓN / EL OASIS

Los políticos vapuleados
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

La segunda parte de la entrevista concedida por Mariano Rajoy al director de ‘La Razón’, Francisco Marhuenda –subalterno de confianza periodística del presidente del Gobierno-, pone de manifiesto los motivos que tiene Aznar para detestar al hombre que se convirtió en candidato a la presidencia por el sistema de nombramiento de cargos a dedo. Conocido como dedocracia.

Ya que Rajoy culpa a los gobiernos anteriores de la crisis económica que está viviendo España por haber gastado más de lo que se ingresaba. Así que no se corta lo más mínimo en decir que ha habido un crecimiento desmesurado del crédito. “Hemos comprado a crédito segundas viviendas, televisiones de plasma, viajes al Caribe… Y eso no es razonable, ya que el crédito tiene que ser equilibrado y debe ir dirigido sobre todo a la primera vivienda y a la inversión”.

Y cuando se le pregunta por los culpables, Cyrano de Bergerac, perdón, Rajoy, no tiene el menor empacho en culpar a los ciudadanos y a las empresas que se endeudaron en exceso, los bancos que concedieron créditos muy por encima de lo razonable y sin valorar correctamente los riesgos, el supervisor que no frenó en su momento ese proceso, fijando unos tipos de interés tan bajos que provocó esa burbuja financiera, y un Gobierno que no entendió la situación. Insisto: con tales declaraciones, a quién puede extrañarle que Aznar vea a Rajoy como un desagradecido que no ha sabido apreciar que si es presidente del Gobierno se debe a que él lo nombró su sucesor.

Y, lo peor para Aznar, es que Rajoy dice verdad. Aunque sea la única que debe reconocérsele desde que llegó al Palacio de la Moncloa. Veamos. En 2002, Cristóbal Montoro negaba la existencia de una burbuja inmobiliaria, es decir, una escalada de construcción de edificios y de precios que dio lugar a males variados: delitos sin fin, corrupción, y verdaderos atentados medioambientales. En 2003 Rodrigo Rato, entonces ministro de Economía, llamó al señor Caruana, gobernador del Banco de España, para amonestarle: diciéndole a voz en cuello que dejara de escandalizar con sus llamadas de alerta sobre la burbuja. Y todavía en 2004, octavo año de subida de precios en la vivienda, diversos representantes del Gobierno del PP negaban el problema.

Corrían tiempos de bonanza económica, mentirosa en extremo, que hacía posible que Aznar resaltara que en España se construían más viviendas que en Francia y Alemania juntas. Todo ello, sin duda alguna, debido a que existía una mano de obra barata: gracias a los 4,2 millones de inmigrantes llegados a España desde 1998 a 2008. A los bajos tipos de interés del Banco central europeo, apoyando al Banco central alemán en un momento en el cual Alemania necesitaba esos bajos tipos de interés para equilibrar sus cuentas tras la reunificación.

Con aquella burbuja inmobiliaria, ayuntamientos y comunidades autónomas vieron el cielo abierto. Ingresaban por todos los sitios. Y la parte del león se la llevaban unos cuantos. Mientras la clase media caía en la trampa y se endeudaba hasta las cejas. Zapatero heredó la burbuja y no tuvo dídimos suficientes para acabar con la gran ‘fiesta’.

Por consiguiente, las declaraciones de Rajoy en ‘La Razón’, a Marhuenda, amigo del alma del presidente, ponen en evidencia a Aznar. “Los políticos vapuleados son como boxeadores golpeados: el doble de peligrosos”.
 

Imprimir noticia 

Volver
 

 

Portada | Mapa del web | Redacción | Publicidad | Contacto