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OPINIÓN - JUEVES, 6 DE DICIEMBRE DE 2012

 
OPINIÓN / COLABORACION

España somos todos

Por Partido Popular de Ceuta


Tal día como hoy, los españoles refrendamos por absoluta mayoría, nuestra Constitución, instituyéndose el Estado democrático que es hoy, y llegando así a uno de los puntos de inflexión más importantes de su historia reciente. Ésta Constitución de todos y para todos los españoles, fue capaz desde un primer momento de ser instrumento de unión. Monárquicos y republicanos, los más centralistas con los menos, intervencionistas con los no intervencionistas… Todos ellos engrandecieron su Patria y fueron capaces de convivir en esa nueva realidad social que alumbraba nuestro país.

En la Constitución encontramos nuestra esencia como nación y como sociedad, nacida de nuestra cultura, entendida y juzgada con los valores de todos los españoles y no por su adaptabilidad a otros intereses que no sean los de toda la sociedad. Intereses que con el paso del tiempo y el cambio de nuestra sociedad, han evolucionado en paralelo a esta.

En estos difíciles momentos, en los que la crisis económica sirve de acicate a la desesperanza, es cuando el consenso y la generosidad de los españoles, plasmadas en nuestra constitución, debe ser nuestro mejor instrumento para salir de esta situación.

Por otro lado, nuestra libertad, principio fundamental de la Carta Magna, no puede ser coaccionada por intereses particulares que nada tienen que ver con los propios fines y valores defendidos en ella. La no defensa de estos últimos y permitir estas coacciones, tendrá unos perjuicios difícilmente previsibles en el Estado. Subyugar los intereses de una mayoría de españoles a los de la minoría, aunque estos han de ser tenidos en cuenta en la medida que no fragmenten la igualdad de todos los españoles, acabará con la cohesión social necesaria en todo país.

En conclusión, tenemos que recuperar aquel espíritu de 1978. Queremos una España unida, dejando de lado los sectarismos. Buscar y encontrar los puntos en común. Rememorar aquel espíritu que siempre nos unió, como personas y no como sujetos, materializado en los ideales de paz, de justicia y de igualdad, por lo que respetando los derechos y las aspiraciones de todos los ciudadanos conseguiremos hacer de España la gran nación que un día fue. Ahora, más que nunca, la voluntad de unir a todos los españoles en lugar de separarlos, debe ser una prioridad.

La unidad de España es la mejor garantía de su pluralidad interna, fundamento de solidaridad entre los ciudadanos y entre sus diferentes regiones, y principio originario de las libertades que hoy disfrutamos. Es por eso que, incluso desde un punto de vista moral, la causa de la unidad es superior a la obsesión fragmentadora, como la solidaridad lo es sobre el egoísmo y el entendimiento sobre el conflicto.

España posee una cultura rica y diversa, es una red tupida de emociones y costumbres, proyectos sociales, comerciales y empresariales, lazos familiares y vínculos afectivos. En definitiva, y como ocurre en cualquier nación de nuestro entorno, existen interconexiones en todos los órdenes de la vida, pública e institucional, pero también privada y familiar. El éxito de los movimientos secesionistas provocaría necesariamente la fractura traumática de esta realidad histórica y acarrearía nefastas e impredecibles consecuencias para todos los españoles. Por eso queremos manifestar nuestro apoyo a todos los ciudadanos que, por vivir en regiones donde han proliferado los mensajes separadores, padecen a diario la exclusión social del nacionalismo y corren el riesgo real de quedar fuera de España y al margen de la Unión Europea.

El tan mentado derecho a decidir, que como otras construcciones eufemísticas que pretenden edulcorar un pretendido e inexistente derecho a la secesión, y que tanto predicamento ha alcanzado en círculos políticos, sociales y mediáticos, es simple y llanamente una falacia, además de un abordaje tramposo del derecho de autodeterminación, que no encuentra amparo ni en el Derecho Constitucional Español, ni en el Derecho Comparado, ni en el Derecho

Internacional. Lo que sí existe es el derecho de los españoles a que la legalidad vigente sea respetada, a que las aspiraciones políticas y las reformas se formulen a través de los cauces legales de revisión establecidos, siempre y cuando respeten los principios constitucionales de reforma, y el fundamento expreso que los sostiene, es decir, la indisoluble unidad de la Nación Española.
 

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