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sociedad - DOMINGO, 9 DE DICIEMBRE DE 2012


La última salida programada a los CIE. fidel raso.

inmigracion
 

El CETI tiene más de cien acogidos cuya estancia supera ya el año

Aunque hay salidas programadas, las
repatriaciones llevan un ritmo propio que deriva en permanencias largas, negativas para los inmigrantes y para la convivencia en el centro
 

CEUTA
Tamara Crespo

ceuta
@elpueblodeceuta.com

Aunque el CETI se mantiene por debajo de la capacidad nominal (420 residentes frente a 512 plazas), poco a poco se recupera la bolsa de personas con estancias de más de un año, que superan el centenar. Esto genera problemas de convivencia que tratan de paliarse con salidas programadas, con otro ritmo en el caso de repatriaciones.

El Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) acoge a día de hoy a unas 420 personas, y si bien la saturación no es ya un problema, como ocurrió el año pasado, sí empieza a serlo que haya más de un centenar de acogidos que lleven más de un año en Ceuta.

El pasado año, los esfuerzos del equipo del CETI se centraron en resolver los casos de estancias más largas. En noviembre, la dirección del centro señalaba que apenas quedaban ya inmigrantes que llevaran más de un año en el centro, mientras que a mediados de 2010 había una bolsa de unos cien con estancias superiores a los tres años. Este año se vuelto a generar una bolsa con algunos subsaharianos que entraron en la ciudad en las últimas avalanchas masivas de hace un año e incluso en verano, de acuerdo con los datos facilitados por el director del CETI, Carlos Bengoechea.

La permanencia prolongada en el centro genera, indica Bengoechea, problemas tanto en el equilibrio psicológico de los afectados como para la convivencia, con “actitudes reactivas de queja y descontento” que a veces terminan en manifestaciones agresivas. El personal del centro trata de contrarrestar estos efectos adversos con las actividades socio-educativas que desarrolla el CETI, pero llega un momento en que estas se agotan.

La causa de estos “embolsamientos” está en la disparidad de criterios, “legítimos” en todos los casos, del Ministerio de Interior para las repatriaciones y del Ministerio de Empleo y Seguridad Social, del que depende el CETI, para realizar salidas programadas a centros u ONG concertadas de la península de personas en situación de vulnerabilidad por razones de salud, tanto física como psicológica o familiares. “A veces, los criterios de Interior no son los de antigüedad o sociales, sino relativos a la existencia de acuerdos de repatriación o nacionalidad”, señala Bengoechea. El CETI no tiene capacidad de decisión, advierte, aunque sí mantiene informado a los distintos departamentos gubernamentales de la situación.
 


Este año, las entradas son tan sólo un “goteo”

El equilibrio que se ha logrado este año en cuanto al número de acogidos en el CETI de Ceuta se ha logrado no sólo por la continuidad de las salidas programadas sino, sobre todo, por la menor presión de la inmigración clandestina sobre la ciudad. El año pasado por estas fechas, el número de personas que acogía el centro a estas alturas del año rondaban las 750 y ahora son 420, lo que da una idea de la disminución de esa presión migratoria al menos en lo que respecta a la ciudad autónoma.

Según los datos del CETI, las avalanchas masivas de 2011 han dado paso a un “goteo” que a la semana puede ser como máximo de cuatro entradas, siempre casos individuales. Sólo ocasionalmente se ha traído a Ceuta, por cuestión de proximidad a sus costas, a los ocupantes de alguna de las muchas balsas hinchables con las que los inmigrantes tratan de alcanzar la costa peninsular. Sólo en la primera semana de diciembre han llegado por esta vía a Tarifa 120 subsaharianos, lo que demuestra que las rutas se han desviado. Ahora las embarcaciones salen de zonas de la costa norte marroquí más alejadas de Ceuta y no en dirección a la ciudad, sino al litoral gaditano.

La mayoría de quienes entran de forma clandestina en Ceuta siguen siendo personas originarias de países del África subsahariana, aunque también hay argelinos, pero en estos casos suelen pasar “camuflados” entre los miles de marroquíes que cruzan a diario la frontera. Marfileños, nigerianos, cameruneses o guineanos son de los colectivos más numerosos.
 

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