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OPINIÓN - SÁBADO, 15 DE DICIEMBRE DE 2012

 

OPINIÓN / EL OASIS

Delito de cohecho
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Cuando el número de pobres sigue aumentando; cuando los dramas ocasionados por la pobreza extrema siguen aflorando; cuando la indignación de los españoles contra los recortes hace que la gente se manifieste casi todos los días y fiestas de guardar; cuando los ciudadanos asisten iracundos al desmantelamiento del Estado del Bienestar, la corrupción no cesa.

No hay día en el cual no sepamos de la existencia de un político corrupto. Abundan como los canguros en Australia. Toda España se ha convertido en un patio de Monipodio. Por lo que cada mañana nos desayunamos con la noticia de que un político se lo ha llevado crudo.

Nunca hasta ahora se había sabido tanto de corruptos y de los delitos que tienen que ver con el tráfico de influencias, la falsedad de documentos, la malversación de caudales públicos, la financiación ilegal de los partidos, el fraude de subvenciones oficiales, el cohecho, etcétera.

Un delito de cohecho es lo que me contó a mí, un amigo, el pasado día 12, mientras celebrábamos mi cumpleaños. Me puso al tanto de cómo un cargo político había sido sobornado por adjudicación de varias obras públicas a una empresa. Lo cual conté al día siguiente. Con pelos y señales. Aunque sin mencionar nombres. Por ahora.

Pues bien, ya han sido muchas las personas que me han preguntado por el nombre del cargo político que se ha lucrado mediante un delito de cohecho. Recibiendo a cambio de su ayuda a la empresa un coche de alta gama, una cocina tan lujosa como cara, y otros regalos muy preciados.

Y no he tenido más remedio, ante el deseo de saber más de mis lectores, que responder con una expresión tan socorrida como tópica: “Se dice el pecado pero no el pecador”. Aunque espero que nuestro alcalde, siempre tan dispuesto a descubrir a los que delinquen, trate de ahondar en el asunto para que no le estalle en las narices el escándalo. Cuando menos lo espere.

Pero mis lectores son como son e insisten en decirme que una denuncia debe ir acompañada con nombres y apellidos. De lo contrario, no deja de ser un rumor. Y que de rumores están ellos más que saturados.

Yo comprendo a mis lectores, cómo no, pero también ellos deben ponerse en mi lugar. En el lugar de quien aún no está en condiciones de ofrecer más datos en relación con un delito tipificado, insisto, como cohecho o soborno.

Pues no conviene olvidar que el columnista punta de cualquier diario ha de moverse entre el compromiso empresarial y el político. Y, claro está, el primero recomienda prudencia y el segundo exige que cuente algo de interés general para que quien más manda sepa lo que ocurre a su alrededor y no dude en hacer las investigaciones correspondientes al caso y, luego, tome las decisiones adecuadas. Sin que le tiemble el pulso.

Ojalá que nuestro alcalde se tome en serio la cosa y al igual que derrocha adjetivos a granel en todos los actos a los que asiste, por voluntad propia, sea capaz también de mostrar interés por acabar con una corrupción que amenaza, al paso que va, con poner el sistema patas arriba. De no ser así, mucho me temo que la corrupción seguirá campando por sus respetos. De hecho, la gente tiene ya asumido que llevárselo calentito es una norma aceptada por los políticos entre bastidores.
 

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