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sociedad - DOMINGO, 23 DE DICIEMBRE DE 2012


rotura de lunas. fidel raso.

Transporte Público
 

Los autobuses han registrado en 2012 el “récord” de daños causados por vándalos

La empresa ha tenido que reponer 37 lunas de
vehículos, muy por encima del máximo de 18 rotas en años anteriores; a este problema suma los destrozos causados por bordillos y badenes
 

CEUTA
Tamara Crespo

ceuta
@elpueblodeceuta.com

La concesionaria del servicio de autobuses, Hadú-Almadraba, ha registrado un “récord” en cuanto a los actos vandálicos en 2012. En total ha tenido que reponer 37 lunas rotas por apedreamientos, cuando el máximo que se había dado otros años era de unas 18. Esto representa no sólo un coste económico difícil de afrontar en la situación actual, sino también un peligro para la integridad física de pasajeros y conductores y para la seguridad del tráfico. Los responsables de la empresa creen que no hay “voluntad” de atajar el problema.

La empresa concesionaria del servicio público de transporte de viajeros en autobús, Hadú-Almadraba, se encuentra en una situación difícil, pues a la crisis económica generalizada suma el hecho de que en 2012 sus vehículos han registrado una cifra “récord” de actos vandálicos. El gerente de la compañía, José María Cuéllar señala que en los 40 años que lleva trabajando en la empresa no había visto algo parecido a lo de este año. Aunque admite que los apedreamientos a autobuses no son algo nuevo, en años anteriores la cifra más alta de lunas rotas rondó las 18, y en 2012 han sido 37.

Sin “voluntad” de atajarlo

Cuéllar asegura no tener explicación de este caumento del vandalismo, aunque lo que sí tiene claro es que las autoridades no tienen “voluntad” de atajarlo. El gerente de Hadú-Almadraba lamenta que cuando se ha dado la información acerca de los lugares, muy concretos, en los que se producen los ataques a los vehículos, la Policía Local acude durante unos días y luego “desparacece”.

“Lo dramático de todo esto es que cuando el personal viene a trabajar hoy en día, con las circunstancias que estamos viviendo, lo pasan mal, pensando qué se van a encontrar en el transcurso de sus ocho horas de jornada laboral”, manifiesta Cuéllar. El directivo de la concesionaria advierte de que, de seguir así las cosas, quizá un día haya que lamentar una “desgracia”, algo que puede suceder en caso de impactar una piedra contra un pasajero o el conductor, que además podría perder el control del vehículo si esto llegara a ocurrir.

En una de las últimas líneas afectadas, la de Plaza de la Constitución-Juan Carlos I, que es la número 6, trabajan un total de diez conductores, cinco en el turno de mañana y otros tantos en el de la tarde, que es el más problemático. “Los actos vandálicos normalmente son por la tarde y cuando el sol desaparece”, señala el responsable de los autobuses urbanos.

No obstante, estos peligrosos ataques no se han registrado sólo en este punto de la ciudad, la parte baja de Juan Carlos I. La empresa tiene perfectamente localizados cada uno de estos lugares conflictivos, de los que ha informado a las autoridades competentes, afirma Cuéllar.

Este año la “gran sorpresa” se la llevaron en Benzú, donde “jamás en la vida había pasado algo”. Al autobús que cubre la línea le rompieron dos lunas en la barriada, pero “parece ser que los críos estaban localizados e intervinieron sus padres y la situación se normalizó”.

Otras zonas donde los conductores trabajan con preocupación, dados algunos antecedentes de este tipo de actos, son las inmediaciones del colegio Reina Sofía, en Príncipe Alfonso, donde hay una parada en la que se ha apedreado en alguna ocasión a los autobuses. Los apedreamientos se han dado también en la avenida Reyes Católicos, la Almadraba o la frontera del Tarajal, en “infinidad de sitios pero siempre en zonas periféricas”, concluye Cuéllar.

Aunque desde la empresa se ofrecen informes detallados cada vez que ocurren estos hechos, Cuéllar lamenta que la Policía Local “se ofrece a custodiar” a los autobuses en esas zonas conflictivas durante unos días y luego, “desaparece”, con lo que los conductores y, con ellos, los pasajeros, se quedan de nuevo “solos ante el peligro” frente a estas actuaciones, por lo que ya están “cansados”. Y esto, advierte, a pesar de que muchas veces, a los autores de las pedradas, que suelen ser menores de edad “les conocen sus vecinos”. Cuéllar lamenta mucho lo “mal” que lo pasan algunos representantes vecinales, como la presidenta de Juan Carlos I, pero considera que hay vecinos que prefieren quedarse sin autobús “antes que denunciar a los vándalos”.
 


Entre 70.000 y 80.000 euros este año en cristales rotos

En cuanto a las consecuencias económicas que para la concesionaria del servicio de transporte colectivo tienen los actos vandálicos de los que es objeto de forma reiterada, Cuéllar afirma que son muy difíciles de afrontar en estos tiempos de crisis. Sólo en la reparación de cristales, este año han desembolsado entre 70.000 y 80.000 euros, puesto que cada luna cuesta, según sea de la parte trasera o delantera, 1.800 o 2.300 euros. El autobús que fue atacado el pasado día 16 en Juan Carlos I era el más moderno de la flota, fue adquirido este año junto a otro de las mismas características con un coste de 227.000 euros por unidad, lo que supone un esfuerzo pues “la crisis también nos afecta, como en la península”.
 


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