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OPINIÓN - DOMINGO, 20 DE ENERO DE 2013

 

OPINIÓN / EL OASIS

Tesoreros
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Desde que tuve uso de razón oí decir que la responsabilidad de ser tesorero, ya sea en lo público o privado, debe recaer en quienes hayan dado muestras sobradas de honradez y de saber manejar los dineros acordes con las funciones que para bien del interés general les fueron encomendadas.

Los tesoreros gozaron siempre de mucha importancia. No hay más que mirar hacia atrás y adentrarse en sus raíces mucho más allá de lo que conocemos como los tiempos de Maricastaña. Es decir, en tiempos remotísimos. Casi nada…

Ser el jefe de una tesorería, o sea, persona encargada de cuidar y administrar el tesoro de una empresa, institución u organismo, exige tanta responsabilidad en la misma medida que otorga enorme poder a quien maneja los caudales mediante la complacencia de la persona o personas que le otorgaron su confianza.

Yo he conocido tesoreros municipales a los que todo el mundo les rendía pleitesía. Eran los funcionarios más adulados de los Ayuntamientos. Sobre todo cuando los interesados necesitaban un adelanto del sueldo. Cierto es que aquellos tesoreros casi siempre remitían al cajero. Quienes, en realidad, eran los que descargaban del trabajo a sus jefes y les permitían llevar una vida laboral muy cómoda.

Tesoreros y cajeros recibían prebendas por parte de propios y de cuantos extraños trabajaban para el Ayuntamiento. Ambos funcionarios se permitían lujos que otros no podían. Y no porque se lo llevasen calentito, no. Sino porque, desde que el mundo es mundo, los custudiadores de la pasta han sido siempre seres muy respetados y agasajados.

Por ejemplo: durante los años que yo estuve ejerciendo de profesional del balompié, el tesorero era la persona más reverenciada por los jugadores. Ya que todos los profesionales dependíamos de sus deseos de pagarnos antes o después. Y qué decir de cuando los dineros escaseaban y quien tenía la llave de la caja se encargaba de distribuir lo que en ella hubiera.

Yo he tratado a tesoreros de clubes que tenían tripas por estrenar. Otros eran caprichosos. Algunos eran unas veletas. Y, desde luego, si se les discutía cualquier decisión burocrática o deportiva, ya se encargaban ellos de ponerte en tu lugar descanso. Debo decir, cuanto antes, que también yo los he visto sufriendo lo indecible por no poder impedir que algunos presidentes metieran la mano en la caja. Viene al caso hacer referencia a un presidente que tuvo la Agrupación Deportiva Ceuta. Cuyo nombre no mencionaré por razones obvias. Pero sí les animo a que hagan las averiguaciones correspondientes al caso. Lo malo de esta persona es que gozaba de la confianza de un directivo muy reputado que le permitió hacer de su capa un sayo con los dineros del club. Aquel cajero padeció lo suyo. Ya que no podía prescindir de su segundo empleo.

Se preguntarán ustedes las razones que me han movido hoy para hablar de tesoreros y cajeros. Pues es muy fácil: porque Luis Bárcenas ha hecho posible con su conducta delictiva que los tesoreros vuelvan a estar de actualidad. Bárcenas, que lleva afincado en la sede de Génova un mundo, y que ha sido gerente y tesorero, ha hecho posible que el PP esté sumido en una crisis tremenda. Eso sí, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, ha dicho en Almería que se tranquilicen los secretarios generales del partido. Que lo de Bárcenas lo resolverá la Justicia. Que para ese menester está Gallardón. Y aquí paz y… a seguir ‘barceneando’.
 

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