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OPINIÓN - LUNES, 21 DE ENERO DE 2013

 

OPINIÓN / EL OASIS

España está enferma de corrupción
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Antes de escribir hoy, decido tomarme mi tiempo para elegir el tema y, como me pide el gerente del periódico, Ángel Muñoz, adaptarlo a la vida de la ciudad. Pero no siempre es posible para alguien que escribe todos los días y fiestas de guardar. Y mucho menos cuando la corrupción a escala nacional está tan extendida que no hay día en el cual no se divulgue un nuevo caso de trinconeo.

El último ha sido escandaloso. Y hasta ha causado estupor entre quienes estábamos convencidos de que los dirigentes del PP eran tan listos como para no dejarse engañar por un tipo que manejaba las cuentas del partido y llegó a convertirse en el mandamás de la sede de Génova y lo hizo, además, sometiendo a sus dictados a lo más granado del organismo.

Me daba la risa el sábado por la noche, viendo el Gran Debate de telecinco, programa donde se enfrentan partidarios de uno y otro partido, o sea, de socialistas y populares, oyéndole decir a Edurne Uriarte (politóloga y periodista, catedrática de Ciencia Política de la Universidad del Rey Juan Carlos de Madrid y columnista y debatiente a sueldo en televisiones) que ella creyó a Bárcenas porque la sedujo de tal manera que entiende cómo Rajoy confió ciegamente en el alpinista onubense y que se convirtió en el dueño y señor del partido de la gaviota.

La sapiente Edurne, íntima amiga que ha sido del ministro Wert, y que habla como si jamás hubiera roto un plato en su vida y hubiese crecido mirando entre visillos, para no contagiarse de la zafiedad que recorre las calles, no se daba cuenta de que su defensa de Rajoy era tan débil como nociva para éste.

Pues hay que ser muy estulto para pasarse media vida al lado de alguien y desconocer su modo de actuar. Edurne Uriarte, con su defensa ardorosa de lo indefendible, puso en evidencia a su protegido: haciendo grande a Bárcenas y dejando al presidente del Gobierno a la altura de ese ‘maricomplejines’ del que habla y no acaba Federico Jiménez Losantos.

Es como si mañana a mí me dijeran que tal político de la localidad había sido cogido in fraganti llevándoselo calentito. A buen seguro que no me causaría la menor sorpresa. Porque, incluso sin estar como ha estado Rajoy en el meollo de la cuestión, me sé de memoria quienes están hasta arriba de sospechas. Y no infundadas.

Lo de Luis Bárcenas es asunto tan sumamente grave como para que la inquietud predomine en la calle Génova. Porque ahora mismo la democracia está en una tenaza: de un lado la corrupción y la ineptitud y la falta de voluntad de acabar con ella, y de otro la iracundia de un pueblo que ve cómo hay cada vez más una minoría más rica y una mayoritaria clase media que se va empobreciendo y los pobres están viviendo de la caridad.

¿Cómo se sale de la tenaza?: ante situación tan difícil se necesita un Gobierno muy fuerte y presidido por alguien que los tenga como el caballo del Espartero. De no ser así, y en vista de la decadencia por la cual pasan los medios, donde no hay lugar para heroicidades, los políticos seguirán delinquiendo. Parafraseando a Abraham Lincoln: a los políticos hay que someterles a vigilancia permanente. Máxime cuando se está viendo que la democracia no encuentra hombres de autoridad; no con la autoridad del que manda porque ejerce una función, sino de la autoridad que nace de la conducta desinteresada y limpia del afán de servir. Hay motivos suficientes para decir que España está enferma de corrupción.
 

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