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OPINIÓN - LUNES, 21 DE ENERO DE 2013

 

OPINIÓN / ESCRITOS CABALLAS

Mensajes de socorro
 


Javier Chellarám
opinion
@elpueblodeceuta.com
 

Desde que el mundo es mundo, nunca se ha imaginado uno o las personas de a pie, la magnitud de un suceso, catástrofe o calamidad pública, hasta que se evalúa la tragedia, traducida en muertos o heridos de diversa consideración , y sobre todo la prensa y propaganda, que deriva en el impacto social, sobre todo en estos días.

MADRID ARENA, fiesta de Halloween, donde las cifras de aforo rebosado, hablaban de diez mil personas, o más digitos, y van saliendo imágenes y testimonios de sonido, espeluznantes...

Hoy día , he ido asistiendo a cursos, donde el profesor va dictando en la pizarra, o bien, oralmente, y observo que los jóvenes con una media de veinte años, dicen a cada momento puede repetir, que si usted va muy rápido, que no me enteré, y diversas explicaciones vagas.

Cuando yo hice el Curso de Socorrismo, el Curso de Radiotelefonista, El Curso de Patrón de Embarcaciones menores, y sobre todo las teóricas en Enseñanza Naval, aunque tuviera uno dieciocho años, y esas carajas que nos entraban de vez en cuando, era la edad de aplicación, de estudiar, porque, todavía estaba caliente la neura, de haber pasado por el colegio..

Y hubo una frase de un profesor, que dijo, en el mar no hay margen de error, no hay segunda oportunidad, esto significa, que el que de un mensaje de socorro, apuntarlo bien, tener la mente despejada y el oído, porque quizá el siguiente mensaje, EL BARCO SE HAYA HUNDIDO...

Y aquella explicación la llevé a rajatabla en el servicio militar, en el CECOM de la Estación de Salvamento, de la mano , la Armada y Cruz Roja del Mar, entonces hace un cuarto de siglo, no había móviles, ni GPS, ni hotmail, ni twiter ni historias, sólo las estaciones de radio, de dos metros, decamétrica, VHF o el 27 megaciclos.

Y sobre todo con esa motivación extra que nos daban los mandos, del sacrifico, la abnegación, el voluntariado, el entregarse a los demás, te daba un plus, de exponerte a actuar en cualquier momento dado, donde la población civil, vivía ajena al peligro diario.

En casa, como era el hermano mayor y el primer hijo, en esto de la mili y de las intervenciones en los Salvamentos, quizá no entendía el riesgo que aquello conllevaba, y a veces decían, ¡ niño tu como vas a hacer eso !... ¡ vaya a pasarte algo !... y eran situaciones que llegabas a casa y pensabas, que bien es verlo todo desde un sofá y lo que me tengo que encontrar en el puerto, a dos metros del mar.

Lo peor que pude escuchar, una vez licenciado, era observar un humo en la zona de San Amaro, cerca de la DUCAR, acudí a un establecimiento, les pedí el teléfono y llamé a mi antigua base, me identifiqué y les dije que si podían observar o ponerse en contacto con otros servicios de emergencias, sobre ese humo detrás de la petrolífera, ellos tomaron nota y eso queda reflejado y se encargaban de llamar a Bomberos o Protección Civil. Lo que escuché en el local, fué ¿ que es el día de los inocentes ? por parte de una cliente, y el dueño del local le dijo a mi padre, mira tu hijo ha venido aquí a llamar por teléfono , referente a un incendio que había por ahí...

Digo todas estas cosas, porque quizá el telefonista del SAMUR, que fué recolocado y con un curso, para ponerse al teléfono aquella fatídica noche, era una gota que colmó el vaso en una CONCATENACION DE ERRORES, que se fueron sucediendo como una noche maldita...

¿ ha bebido usted ? llévenla al Paseo Extremadura, que estaba casi a mil metros, ni unos banderilleros olimpicos con un torero corneado, tendría tal destreza, a unas chicas con una amiga, en estado de shock, con parada cardiorespiratoria.

Un botellón de miles de personas a las puertas del Megaconcierto, un descontrol por parte de las autoridades, y las trampas mortales que se fueron traduciendo en los pasillos donde se hizo la tipica montonera, como los encierros de San Fermín.

Sabemos la de gilipollas, ruines y cobardes, que causan las falsas alarmas en todas las unidades, que descontrolan a los servicios de emergencias, y son como el cuento del lobo, cuando pasa una tragedia. Al final, la falta de tacto, de criterio, de sentido común, y de vivir un servicio de emergencias , en la persona encargada del servicio de atención del SAMUR, es el que se pagará todos los platos rotos, de un colmo de desgracias.

-La población, siempre se sabe al dedillo, eso de nunca pasa nada, hasta que pasa, y luego a depurar responsabilidades, y se descubren la cadena de errores humanos, despropósitos y como se debe actuar en un protocolo de LLAMADAS DE SOCORRO.
 

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