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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 30 DE ENERO DE 2013

 

OPINIÓN / EL OASIS

Sara Carbonero eructa
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Eva María González Fernández es una belleza andaluza, nacida en Mairena del Alcor, Sevilla. Es Miss España y miss de la simpatía y miss de la elegancia, y, sobre todo, es hembra para mojar pan. A mí, cada vez que la veo en mi televisor, se me encienden los deseos y no tendría el menor inconveniente en rogarle que me acunara entre sus brazos aunque fueran cinco minutos.

Eva María, además de modelo destacada, se atrevió a hacer sus pinitos en televisión cuando aún no había sido capaz de perder su acento andaluz. Y así se mostró en distintas cadenas nacionales. Hasta que se hizo fuerte y famosa en el programa de Canal Sur: “Se llama copla”. Programa que sigue presentando en la actualidad.

Un buen día, esta mujer tan deseada, porque no me negarán que es hembra que se mete por los ojos, accedió a dejarse ver con el hombre que la prensa había convertido en mito: Iker Casillas. Y paseó su garabato por la pasarela de la vida junto a un tío que ella había sobrevalorado.

Pero pronto cayó en la cuenta de que se había equivocado de pe a pa. Que el muchacho tan prestigiado por los periodistas no era más que un tipo simplón pero convertido en un ser dispuesto a hacer todo lo posible para mantener su prestigio aun a costa de que otros compañeros se sumieran en la desgracia. En suma: alguien atiborrado de hipocresía y muy dado a ponerse de parte de los poderosos. Lo que suele llamarse un sepulcro blanqueado.

Eva María González cortó de raíz, a tiempo, sus relaciones con el niño mimado por la prensa. Y lo hizo tan bien, que nadie fue capaz de decirle ni pío. Ya que romper relaciones con el mito, y unirse a un torero, al día siguiente, si no antes, podía haberle ocasionado problemas de lenguas viperinas. No fue así. Lo cual demuestra que la personalidad de Eva estaba por encima de un porterito de tres al cuarto.

El porterito de tres al cuarto, Casillas, pronto busco refugio en los brazos de Sara Carbonero. Mujer ojizarca y aires felinos. Sara Carbonero, periodista de medio pelo, aunque de belleza tan salvaje cual fría, vio el cielo abierto. Y muy pronto convirtió a Iker en un hombre a su servicio.

El hombre a su servicio la premió, desde el primer día en el cual retozaron juntos, contándole las intimidades del vestuario madridista. Y ella fue aireándolo en su lugar de trabajo para ganarse la confianza de sus jefes y hacerse un sitio destacado en su profesión.

Todo comenzó cuando su hombre, Iker, la puso al tanto de las debilidades de Ronaldo Cristiano, tan grande figura como para eclipsar a un chaval de Móstoles que no le llegaba ni le llega a la altura de su zapato. Y ella, Sara Carbonero, no dudó lo más mínimo en propalar por el mundo lo detestable que era el portugués. Precisamente el futbolista que con sus goles hace posible que los petardos que pega el novio de la diva no tengan funestas consecuencias para el Madrid.

Sara Carbonero, ojizarca ella, y aprendiz de bruja, ha vuelto a meter la pata hasta el corvejón. Al declarar en una televisión mexicana, en vísperas del Madrid-Barcelona, que es un secreto a voces la división dentro del vestuario del Madrid ya que los jugadores no comulgan con Mourinho. Y se ha quedado tan pancha.

Ante esta situación, lamentable en todos los aspectos, Santiago Bernabéu habría sajado el mal poniendo a Casillas de patitas en la calle. Por falta de hombría. Florentino Pérez tiene la palabra.
 

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