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OPINIÓN - VIERNES, 1 DE FEBRERO DE 2013

 
OPINIÓN / LA DIANA

Andalucía

Por Jauma


Cuando miro, leo, escucho noticias sobre la situación en Andalucía, me pregunto cómo es posible seguir con el mismo discurso, falaz, victimista, viciado, de que la culpa es de los demás. Tras treinta años de gobierno, la autonomía con mayor índice de paro, la más atrasada, sigue siendo Andalucía, y no hay excusas, han pasado muchas personas, ideas y compromisos, todas ellas amparadas bajo la misma bandera, la del socialismo legendario, la de la igualdad social, y cada vez los indicadores son más alarmantes, la desigualdad crece, la pobreza se instala en la región con mayor potencial de desarrollo.

Es como poco sorprendente, y más sorprendente si cabe es la falta de reacción, de crítica, de cambio, como mucho se gira a la izquierda con un bipartito sin fuerza, la conjunción de las izquierdas, que solo consiguen amordazar la crítica, provocar más desasosiego y evitar afrontar lo que de verdad se necesita para producir un cambio profundo.

Tampoco deja de sorprender la ausencia de críticas externas, si después de tanto tiempo gobernando no avanzan, algo debe estar fallando, algo que debería percibirse desde las propias fuerzas de izquierdas, que sin embargo permanecen aletargadas, incapaces, echando la culpa a la crisis, a los recortes, a la derecha, inaudito.

Porque bien es cierto que ahora estamos en crisis, pero no siempre ha sido así, en los momentos de bonanza se ha practicado sin mesura el clientelismo político, la subvención universal, la solución desde el estado como gestor, controlador, manipulador y garante último de todo el entramado económico, no hay más que fijarse en Delphi o en Santana, para darse cuenta de que el modelo ha fracasado no por la crisis, sino por el propio planteamiento, carente de lógica.

Habrá quien afirme que no solo han sido fracasos, también se han producido éxitos, no lo dudo, después de tanto tiempo, no puede ser de otra manera, pero la tendencia, la que marcan indicadores como el paro, la innovación tecnológica, el ahorro de las familias, los umbrales de pobreza, la desigualdad, es demoledora, absolutamente inaceptable, y si a eso sumamos las inquietantes noticias sobre la forma de gestionar el dinero público, el desastre de las transferencias sobre el Guadalquivir, el número, justificación y funcionamiento de las empresas publicas, entonces dan ganas de llorar.

El uso y abuso del gobierno como fuente de poder inagotable, basado en vivir de la crítica apoyada en los viejos y agotados agravios del señorito, es una mina que han explotado hasta la saciedad, con magníficos resultados, todo hay que decirlo.

El desastre de las cajas de ahorros, es un ejemplo terrible, no se puede dejar en manos de gestores públicos negocios de cierta envergadura, terminan haciendo de ellos su fuente de ingresos y financiación, a gran escala, sin que el socialismo salga por ningún lado, hasta agotar, endeudar y destruir el propio sistema, pero sin responsabilidad, eso es cosa de otros, como poco sorprende la falta de respeto que supone para sus propias siglas y sobre todo para el común de los ciudadanos.

Si cambiamos de orilla y cruzamos hasta nuestra ciudad, vemos con preocupación lo que sucede tras la demoledora situación económica provocada tras el estallido de la crisis, vemos como gente agotada regresa o simplemente se instala aquí intentando encontrar una salida al laberinto.

No es que aquí estemos mucho mejor, y menos ante la llegada de más personas, pero aun así tratamos de acoger a los que vienen para intentar darles una salida, difícil pero no imposible. Y eso no deja de ser curioso, que seamos receptores frente a tan amplio territorio como el que ocupa la comunidad andaluza.

Sin embargo cuando nos miramos a nosotros mismos, no deja de llamar la atención que las canciones que se oyen desde la izquierda o los sindicatos sigue siendo la de que deberíamos aplicar las mismas recetas que en tan nefasto resultado han dado en Andalucía.

Más déficit, más subvenciones, más de lo mismo, sin rubor, sin el más mínimo atisbo de autocrítica, la política no deja de sorprenderme todos los días.

Eso si, si se trata de apoyar a Cuba, no hay fisuras, la izquierda responde como un solo hombre, si hablamos de la revolución bolivariana de Chaves, el asunto está claro.

No se si son torpes, ciegos, o están tan bien aleccionados que ya no ven más allá, porque los sistemas fracasan o triunfan, son buenos o malos, pero las personas no pueden quedar prisioneras de sus propias contradicciones, atadas de pies y manos.

La libertad incluye la capacidad para evolucionar, para avanzar desde posiciones de partida hacia nuevos horizontes, aceptando que unas veces se acierta y otras se yerra.
 

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