PortadaCorreoForoChatMultimediaServiciosBuscarCeuta



PORTADA DE HOY

Actualidad
Política
Sucesos
Economia
Sociedad
Cultura
Melilla

Opinión
Archivo
  

 

 

OPINIÓN - SÁBADO, 2 DE FEBRERO DE 2013

 

OPINIÓN / EL OASIS

Chivatazo
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Hay personas que suelen contarme lo que creen que yo debo saber en relación con los comportamientos de algunos políticos. Las hay que, cuando me están poniendo al tanto de actuaciones deplorables, miran hacia todos los lados, temerosas de ser oídas. Llevan la jindama grabada en la cara.

Cuando ello sucede, y viene sucediendo desde hace bastantes años, soy muy receptivo. Incluso adopto un lenguaje corporal que le haga ver a mi interlocutor el interés que muestro por sus comentarios. Procuro, como no podía ser de otra manera, irle dando jarilla para que se sienta a gusto y largue más de lo previsto. Y a fe que da resultado mi estrategia.

Ahora bien, mentiría si no dijera también que, salvo casos contados, he oído infinidad de denuncias que no merecían la pena prestarles la menor atención. Chivatazos de poca monta. Derivados de envidias, piques y rencores tan inherentes a la forma de ser de los españoles.

En cambio, los casos contados de confesiones verdaderas han sido tan graves como para mantenerlas en la alacena de la memoria, encerradas bajo las siete llaves del secreto. Sometidas a estricta vigilancia. Para que no se me desmadren un día, por accidente, y me quede con los glúteos al aire.

Ya que no obran en mi poder las pruebas de las malas andanzas de algunos políticos. Porque quienes las tienen, se van de la lengua, pero son incapaces de mostrarlas para no salir escopetados del partido y de los cargos que ocupan. Las guardan como oro en paño: como un seguro que les va a permitir comer a costa del partido hasta el fin de sus días.

Las amenazas entre políticos del mismo partido son tan reales como constantes. Los peores enemigos de los políticos están entre sus compañeros. Que son los que van aireando quién delinque o quién está medrando porque bla, bla, bla… Lo cual acaba siempre en una historia con alguna Maria Antonieta de por medio.

Días atrás, me senté a una mesa con alguien que quería, desde hacía tiempo, charlar conmigo. Mantener un cambio de impresiones. Ya que le habían hablado de mí, pero nunca habíamos pasado del hola, ¿cómo estás?, y del adiós. Así que quedamos en vernos en sitio discreto y reservado.

Para hacer boca empezamos hablando de fútbol. Y, tras esa entradilla, mi comunicante fue al grano. Mira, Manolo, hay un político en Ceuta que ha conseguido hacerse rico, rico, rico. Bueno, hay varios, pero hoy me voy a centrar nada más que en uno: Fulano. Se lo ha montado de maravilla. ¿Se puede saber cómo…? - le pregunté. Y no tuvo ningún reparo en darme pelos y señales del asunto y cómo ha venido actuando.

Mi comunicante chamullaba despacio, recreándose en la suerte del chivatazo; que es una suerte con la que el delator, si lo hace por gusto, llega a sentir una especie de orgasmo para morirse de… placer. Mientras yo asentía a todo lo que me iba contando. Poniendo cara de pasmado y agradeciendo con gestos adecuados sus revelaciones.

Llegado un momento, así como quien no quiere la cosa, le tiré de la lengua, preguntándole por qué Pedro Gordillo, en sus momentos de angustia, no tiró de la manta. Y su respuesta fue contundente: porque Pedro ni quiere ni puede… Incluso me atrevería a decir que sigue pensando como si fuera cura. Lo de secreto de confesión… ¿Tú me entiendes, no? No. Yo no te entiendo -le contesté.
 

Imprimir noticia 

Volver
 

 

Portada | Mapa del web | Redacción | Publicidad | Contacto