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OPINIÓN - MARTES, 5 DE FEBRERO DE 2013

 

OPINIÓN / EL ESQUINAZO

Eternizarse en el poder
 


Jesús Carretero
opinion
@elpueblodeceuta.com
 

Es lo que viene sucediendo en demasiados cargos y en instituciones que debieran renovarse, como mucho, cada dos legislaturas.

Sé que llegados a este punto, especialmente los que están ahí, me podrán decir que en muchos cargos de esos que están siendo ocupados, hasta la eternidad, si se está en ellos es porque salen elegidos una y otra vez. Nada que objetar a eso, pero a lo que sí tendremos que objetar es a las normas reguladoras que no colocan un tope para que nadie pueda estar más de dos legislaturas en esos cargos.

Y es que uno ve, a lo largo de toda la geografía española, que hay ciertos ocupantes, que no ”okupas”, de diversas poltronas y que a esos no los echan de ahí ni con agua hirviendo.

Quedándonos en Ceuta, sin cruzar el estrecho, el caso más sangrante – hay otros también – es el de Aróstegui, que una vez más ha vuelto a ser elegido, lícita y legalmente, para el cargo, convirtiéndose en una especie de caudillo de CCOO, y que no va a ser movido de ahí ni por los geo.

¡¡Ya hubiera querido para sí, en otros tiempos, un apoyo tan vitalicio como viene ostentando Aróstegui, el ya olvidado D. Francisco!!.

Y naturalmente se me tiene que decir que a Aróstegui lo han votado, por mayoría aplastante sus seguidores, algo parecido a aquella votación del “Vota Sí” de un catorce de diciembre del año 1966, por ejemplo.

Aquello era fatal, las leyes protegían los manejos y esto igual o peor, porque ¡¡A ver quien es el guapo que le pone el cascabel al gato entre los “cocos” para querer salirle al paso a Aróstegui!!.

Viendo la historia y haciendo comparaciones, con una misma persona inamovible en el poder, las instituciones no es que fallen, es que no pueden cambiar y así es como se explica la falta de nueva imagen entre CCOO, aquí en Ceuta, por poner un ejemplo.

Las votaciones, a su manera, legitiman el que las mismas personas se perpetúen o se eternicen en los cargos que parecen preparados para ciertas personas o para ciertos apellidos, pero inabordables para los demás.

La proclamación, una vez más, de Aróstegui, para otros cuatro años más, concretamente hasta 2017, es lo más parecido que he visto en la historia reciente con la aclamaciones en la Plaza de Oriente de los años sesenta y con el viejo dictador saludando desde uno de los balcones del Palacio Real. Uno con las leyes de hoy que le permiten presentarse cuantas veces quiera y el otro, con sus leyes logradas, de la forma que se lograron y que le mantuvieron, de por vida, en el poder.

Aquello era pasarse, su legitimación sólo se la daban unas leyes hechas entonces ad hoc. Esto avergüenza por haberse convertido, dentro de las pseudo izquierdas, en un caudillo de un grupo que en Dios creen y a él parece que le empiezan a adorar.

Yo no sé si la estancia del “viejo caudillo” dejaría en su testamento escrito que tras él, a su imagen y semejanza Aróstegui fuera elegido y reelegido para siempre.

Con todo, yo mantengo un respeto total a las leyes, aunque algunas de ellas dejen poros abiertos para encontrar situaciones como esta que estamos tocando, ahora mismo.
 

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