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sociedad - DOMINGO, 17 DE FEBRERO DE 2013


hernández león. zumeta.

Juan Miguel Hernández León, arquitecto
 

«El de la nueva Biblioteca
es un gran proyecto»

Hernández León detalla los aspectos que más le han interesado de la obra de Paredes-Pedrosa Arquitectos, entre ellos, su “confrontación” con una difícil topografía y con el yacimiento arqueológico
 

CEUTA
Tamara Crespo

ceuta
@elpueblodeceuta.com

El arquitecto Juan Miguel Hernádez León (Málaga, 1945) estuvo de nuevo en Ceuta esta semana. El último viaje a la ciudad del catedrático de Composición en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura madrileña (ETSAM) y presidente del Círculo de Bellas Artes de Madrid, coincidió con la presentación, en esta última institución, de un libro relacionado con el motivo que le ha traído a Ceuta: el patrimonio histórico. A este ha dedicado parte de su carrera profesional, además de como ensayista, en algunos de sus proyectos, entre ellos la restauración del Conjunto Monumental de las Murallas Reales. Participará en una obra colectiva sobre la nueva Biblioteca Pública.

Conversamos con Juan Miguel Hernández León en el Parador la Muralla, donde el arqueólogo de la Ciudad, Fernando Villada, acaba de mostrarle la obra de la Puerta Califal. Este arquitecto, que regresa a Ceuta siempre que tiene ocasión, y vuelve esta vez de la mano de sus colegas Ángela García de Paredes e Ignacio Pedrosa, autores del proyecto de la nueva Biblioteca del Estado, sobre el cual va a escribir un artículo para un libro colectivo. Hernández León, que conoce bien la ciudad pues proyectó la restauración de las Murallas Reales, presentaba al día siguiente en el Círculo de Bellas Artes de Madrid el ensayo ‘Autenticidad y monumento. Del mito de Lázaro al de Pigmalión’, que recoge sus reflexiones acerca de los conceptos de autenticidad y memoria en relación con el patrimonio.

Pregunta.- Esta visita suya está ligada al tema del ensayo que presenta en Madrid, el patrimonio histórico, inserto a su vez en el proyecto de la nueva Biblioteca de Ceuta.

Respuesta.- Uno de mis campos de experiencia, no de reflexión, fueron precisamente mis nueve años en las Murallas de Ceuta.

P.- ¿Qué puede decirnos del edificio que han proyectado Paredes y Pedrosa?

R.- Me ha parecido un gran proyecto, y además, creo, y así se lo comentaba a Ángela e Ignacio, que de alguna manera responde a un punto de inflexión en la arquitectura que podríamos denominar contemporánea, es decir, aquella que surge tras el periodo heroico de las vanguardias y que posiblemente hacía un énfasis mayor en el carácter de objeto del edificio. Sin embargo, estas últimas propuestas arquitectónicas, y creo que la biblioteca es un buen ejemplo de ello, de alguna manera introvierten el paisaje como una parte básica de referencia del proyecto, el paisaje entendido tanto como forma urbana como desde el punto de vista de la topografía, la geografía, la luz, las orientaciones...

P.- ¿Qué es lo más destacable?

R.- A mí me han interesado muchísimo varias cosas, no puedo decir una sola. Una de ellas es toda la parte de hormigón de cemento blanco, con esa granulometría que da una tonalidad de un blanco diluido, todos esos pliegues, ese sistema formal en que se van articulando las partes de hormigón visto. En realidad, si uno observa el modo en que se sitúa topográficamente el edificio, se da cuenta de cómo resuenan las diferencias de cotas y esa posición tan expuesta desde el punto de vista geométrico, con saltos de nivel muy importantes, calles con unas pendientes fuertes. A ojos con un poco de sensibilidad les recomendaría que observaran las alineaciones de los distintos ejes, cómo de alguna manera vibra esa materia, que es dura, muerta, a través de la forma, del trabajo que han conseguido modelando todo ese hormigón visto. Es un edificio que asume el paisaje y la topografía.

P.- Una topografía complicada por la gran pendiente del terreno...

R.- Eso... entenderlo como elementos positivo, ¿no? Tradicionalmente los saltos de nivel, las topografías complicadas, se resolvían de una manera escalonada, mediante bancadas. Esta nueva arquitectura no utiliza la bancada y el escalonamiento, que se podría definir como la introducción de una geometría rígida y dura modificando el terreno donde se asienta. Este edificio no establece una lucha con esa topografía, hay una especie de acompañamiento o resonancia, es decir, asumen en positivo condicionantes topográficos de una gran complejidad.

P.- Y han tenido muy en cuenta además los arquitectos un elemento que mencionaba al principio, la luz.

R.- La luz, la luz, por supuesto. Otro de los temas que me han interesado de este edificio es cómo la luz genera un tipo de relaciones con el tratamiento de esa fachada ligera, escamada a través de las celosías metálicas que van filtrando y que además responden, con perforaciones de distinto tamaño, según la orientación del edificio. Desde una visión lejana puede parecer que todo el recubrimiento, esa piel del edificio, es homogénea, pero si te fijas, no lo es. Hay sitios donde la orientación, por ejemplo, más al norte, hace que la incidencia de la luz sea menor, por reflexión, y ahí el agujero se hace más grande. Y sin embargo, cuando es una fachada que está a poniente o a mediodía, la trama se hace más tupida, de manera que filtra. Eso es algo muy necesario en Ceuta, y yo lo he vivido, porque la ciudad tiene una luz por un lado maravillosa pero muy potente que tienes que domesticar. Entonces se convierte también en un elemento positivo. Yo creo que hoy en día los buenos arquitectos no trabajan en contra de, sino a favor de.

P.- Y este pude considerarse entonces un ejemplo en ese sentido.

R.- Yo creo que es sí. Y hay un último tema que me parece un elemento protagonista en el proyecto y es precisamente esa especie de confrontación con el yacimiento arqueológico, con esa Ceuta de los siglos XIV y XV donde se puede ver esa apertura interior. Es un edificio muy abierto, y esa confrontación entre la nueva arquitectura y el yacimiento arqueológico, con las casas y las trazas del caserío islámico, genera un espectáculo que yo definiría como de un cierto dramatismo. Las capas de la historia se sobreponen y se confrontan, y a mi me gusta utilizar la palabra confrontación no como lucha, porque significa, acompañar y de cara. La utilizo no como lucha, sino como acompañamiento.

P.- Algo que no siempre es posible en Arquitectura.

R.- No, por eso digo que para mí hay una arquitectura, una modificación de estrategia, de concepto, de la nueva arquitectura, que es tan distinta en muchos casos de esa arquitectura moderna de las vanguardias heroicas, que buscaba la lucha, que se enfrentaba, no se confrontaba, a las construcciones y tejidos históricos. Aquí es un acompañamiento, no un mimetismo, no tiene sentido el mimetismo, porque al final lo conviertes en una especie de simulacro. Y para terminar están aquellos aspectos que me parecen tan relevantes: la visión del edificio desde el interior es completamente distinta. Lo que desde fuera aparece supuestamente dotado de opacidad, cuando estás dentro de la Biblioteca, o de sus distintas estancias, se vuelve luminoso, abierto y te das cuenta de que dominas con la vista, la bahía, el Estrecho, el otro mar interior.... Es visualmente muy transparente, y esa transparencia que es una característica evidente de la modernidad, sin embargo aquí está utilizada también de manera muy sutil. La lámpara que han diseñado, que es un triple eje que hace cada una de las luminarias, está reproduciendo la confrontación entre la geometría, un poco hipodámica, del yacimiento arqueológico y la nueva geometría de las transformaciones que ha tenido la Ceuta moderna. En ese sentido, creo que implica en sí una especie de pequeña pincelada poética, es una luminaria que refleja que los arquitectos han sido conscientes de que están en ese ámbito de acompañar de frente a las dos geometrías, que en este caso son geometrías planas.

P.- El yacimiento arqueológico tiene de hecho un gran protagonismo, pues ocupa una superficie amplia y central. Como comentaban los propios arquitectos, integrar unos restos así es todo un reto.

R.- Sí. Normalmente si aparecen yacimientos arqueológicos cuando estás haciendo un edificio de nueva planta se suelen introducir en el sótano..., discretamente, los apartamos. Es como el subconsciente en el sentido freudiano de la definición del yo: esto lo dejamos en el subconsciente, el yo y el superyó, que aparezca. Y sin embargo aquí, en una operación casi de inversión freudiana, el subconsciente, que es esa permanencia, ese estrato que está en el fondo, que es como el fundamento donde se recoge la historia condensada de la ciudad, se convierte en protagonista máximo del nuevo edificio. Creo que eso es una solución estupenda.

P.- ¿Puede decirse que los vestigios históricos tienen protagonismo sin restárselo al edificio?

R.- Sí, sí, porque hablamos de un acompañar, es un compañamiento. Ni es una especie de mimetismo de asumir, como en determinadas restauraciones, que el protagonista es el otro y tú te sometes, o te mimetizas, te acompasas o asumes esa jerarquía, ni es tampoco el imperativo este casi totalitario de muchas nuevas arquitecturas que dicen, no, esto al sótano, voy a encerrarlo en el sótano, como a la madre de Psicosis, y la tengo allí como una especie de ‘sub’, un ‘it’ o un ‘ello’, allí introducido. No, aquí se asume paladinamente toda esa presencia. Eso es importante.

P.- En los últimos años se han dado en la ciudad algunos hitos arquitectónicos, como La Manzana del Revellín, o este edificio de la Biblioteca que completa un poco la zona del Plan Especial del Recinto Sur. ¿Cómo ve estos proyectos insertos en la evolución general de la ciudad?

R.- Bueno, yo he notado en estos últimos años en términos digamos porcentuales, mejoras. Creo que las cosas cambian, no todas para bien..., y que han aparecido hitos arquitectónicos de una gran sensibilidad, como La Manzana del Revellín, con esa manera de rellenar un vacío a partir de recuperar la escala, los tipos edificatorios, pero tampoco miméticos, sino con un lenguaje, en el caso de Álvaro Siza, tan personal... Estilísticamente, uno reconoce un Siza como puede reconocer un Picasso... y, aún así, es capaz de asumir la escala, las alineaciones, de entender que el edificio tiende a una expansión, que no es, como a veces se había entendido o explicado, una fachada y que lo importante es lo que pasa hacia el interior. Cualquier pieza activa el espacio público y entra en diálogo con el, y esa idea de que el edificio no termina en unos límites como puedan ser los de cualquier objeto, sino que establece una ampliación no sólo del campo visual, sino fenomenológico, es muy importante. Creo que en esto, y es una de mis tesis, han tenido mucho que ver las experiencias en otras disciplinas artísticas, como la escultura y las intervenciones en el espacio, las de Richard Serra u otros grandes escultores que han sido capaces de transmitir al mundo de la arquitectura esa idea de activación del espacio. Esta nueva sensibilidad de entender que el edificio se expande hacia el paisaje y que este se refleja en él es muy contemporánea aunque no se ve, evidentemente en todas las arquitecturas, por desgracia, ni en todos los arquitectos, si no seríamos todos genios. Me gustaría dejar claro, pues se trata de algo que últimamente me tiene muy inquieto, algo que el propio colectivo profesional de los arquitectos ha utilizado desde hace ya muchos años de una manera equivocada: esa definición de la arquitectura como una especie de síntesis entre técnica y arte, como si fueran dos cosas distintas, lo que explica en cierto modo el fracaso social que ha habido de algunas arquitecturas contemporáneas, e incluso cierto rechazo hacia los arquitectos. Cuando lo estableces como dos cosas distintas que tú eres capaz de unir mágicamente te pueden decir, mira, para arte no nos interesas, porque habitar no es una experiencia estética, sino algo mucho más profundo, y desde el punto de vista técnico hay otros profesionales que lo pueden hacer igual. Esta distinción es una comprensión equivocada de lo que es la arquitectura, el hombre habita mediante lo que construye, y ese construir tiene una dimensión antropológica mucho más importante, eso desde la técnica en el sentido moderno, pura, no se logra, y exige otro tipo de formación y sensibilidad que intentamos transmitir a las nuevas generaciones de arquitectos que formamos, aunque no se consigue al cien por cien, claro, si no...

P.- Y aun cuando se logra una obra así, no siempre es comprendida.

R.- Ya..., pero aquellas obras que consiguen ese punto de alguna manera la gente las va a sumiendo, a pesar de que pueda haber una cierta extrañeza inicial, las va asumiendo con naturalidad, y ahí es cuando se demuestra que esa arquitectura es acertada. Es que la arquitectura no es visual, entenderla asi es un error, esa frase de este edificio es bonito o es feo no tiene sentido desde el punto de vista de la arquitectura, porque es otra cosa, atiende al habitar, a habitar como seres, como humanos, que habitamos la tierra, que la utilizamos. Al arquitecto se le confía algo muy delicado. Hay un poema que no recuerdo bien pero que viene a decir: ‘Arquitecto, te he confiado mis sueños, no los pisotees’. Esta es la clave de lo que entendemos es la arquitectura, algo que emana de la mera técnica edificatoria, que no es sólo técnica, ni es arte en el sentido que lo entendemos, porque el arte es provocador, te violenta, es otra cosa.

P.- El arquitecto tampoco controla el uso que se hace de sus edificios. En La Manzana parece que faltara aún esa vida que quería Siza, quizá porque dos edificios están vacíos.

R.- Pero hay gente que utiliza la plaza, y es un proceso paulatino, no es algo para ver. El otro día, cuando venía en un taxi, dije, anda, está iluminada y abierta, y me respondieron, sí, es tan agradable pasear por ella... De alguna manera, con una cierta naturalidad, se ha ido ocupando como parte de la ciudad. Me decían también: es que usted no sabía cómo era esto antes, y ¡vaya si lo sabía, que la primera vez que entré yo ahí [en las ruinas del viejo cuartel] iba con la policía. Al final, la ciudad lo ha asumido porque da continuidad a un tejido, no es sólo un edificio que está ahí para que lo veas y lo utilices, sino que acabará siendo una calle más. Eso es lo importante, porque entonces acabas haciendo ciudad, y la naturaleza de la arquitectura es hacer ciudad. O debería serlo...
 


Reflexiones acerca de los monumentos, la memoria, el rito, lo auténtico y el patrimonio

En ‘Autenticidad y patrimonio’, Hernández León cuestiona una pretendida dimensión científica del discurso patrimonial a partir de lo que llama “deslizamientos” de concepto. Entre ellos está el origen y uso de la palabra ‘monumentum’, que nació en referencia al libro, no a los edificios, que era recipiente de personajes ilustres e incluso de la creación de unos relatos míticos a través de esos libros. El mito también es “importante”, porque se expresa a través del rito y es un mecanismo análogo al de la memoria. Otra de sus tesis es que la memoria, el monumento, viene de lo memorial, es algo que evoca, que recuerda,y ajeno a la historiografía, que funciona de otra manera, como un relato, mientras la memoria es emotiva, afectiva.

En este ensayo se establece además “un discurso sobre el concepto de auténtico”, que ha derivado a través de cada momento histórico de manera distinta y sobre el patrimonio y la noción de patrimonio inmaterial.
 

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