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cultura - VIERNES, 1 DE MARZO DE 2013


josé antonio garcía iñigo. gardeu.

ENTREVISTA / José Antonio García Íñigo
 

«Por amor, por dinero o por poder somos capaces de vender nuestro alma al diablo»

José Antonio García Íñigo dirige la compañía de teatro local ‘ConMedia Farsa’, que esta noche estrena en el Auditorio del Revellín ‘La barca sin pescador’, de Alejandro Casona, un montaje “con cierto misterio”
 

CEUTA
Patricia Gardeu

ceuta
@elpueblodeceuta.com

Hace cinco años, los integrantes de ‘ConMedia Farsa’ “repescaron” a José Antonio García Íñigo para que se pusiera al frente de la compañía. El director teatral se había retirado del mundo del espectáculo a principios de los años setenta, después de más de una década vinculado al teatro. En noviembre del pasado año, la compañía comenzó los ensayos de ‘La barca sin pescador’, de Alejandro Casona, un montaje “con cierto misterio” que hoy llega al escenario del Auditorio del Revellín. Cuando a Íñigo le preguntan si el teatro está pasando por momentos de crisis, sonríe y sostiene que del teatro llevan desde los años 60 diciendo que está en crisis. “Que somos muy cómodos” es lo que, en su opinión, daña al teatro.

Pregunta.- ¿Qué van a ver esta noche los espectadores de La barca sin pescador, en el Auditorio del Revellín?


Respuesta.- Hemos optado por esta obra, La barca sin pescador, de Alejandro Casona, para celebrar el quinto aniversario del grupo, ‘ConMedia Farsa’. La primera vez que estrenamos una obra fue el 31 de mayo de 2008, la Balada de los tres inocentes, de Pedro Mario Herrero. La barca sin pescador es un montaje un poco complicado, con cierto misterio que no se puede revelar, pero hay amor, intriga...

P.- ¿Qué es lo que hace vigente una obra con tantos años?

R.- Pues está vigente toda la obra porque todos seguimos haciendo lo que sea por amor, por dinero o por poder. Por eso somos capaces de vender el alma al diablo.

P.- ¿Cómo cree que la recibirá el público?

R.- Pues puede atraerles el diablo o el montaje. Además, al grupo ya se nos conoce.

P.- Diriges, no interpretas...

R.- Sólo he interpretado dos veces. De setenta obras que llevo, sólo he actuado en cinco, y por obligación en dos, porque me la han pedido, una Manuel Merlo y otra César Martín. Las otras porque he tenido que sustituir a actores míos que se han puesto enfermos, pero a mí interpretar no me gusta.

P.- Dirigir a los mismos actores desde hace cinco años, ¿es una ventaja o un inconveniente?

R.- La confianza es un arma de doble filo, puede ser mejor para muchas cosas pero para otras ya te tienen cogido el tranquillo. Pero más que un director, soy un compañero más, sólo que coordino. No soy un director al uso clásico.

P.- ¿Qué es lo más difícil de poner un espectáculo en marcha?

R.- En Ceuta, los medios con los que se cuenta de muebles, atrezzo... Cuando hacía teatro en Madrid, era más fácil encontrar las cosas. Pero otras dificultades no hay porque el personal del Auditorio te da todas las facilidades.

P.- ¿Cómo ha sido el proceso de ensayos de este espectáculo?

R.- Siempre que terminamos una obra nos tomamos un periodo de descanso. Propusimos varias y nos decantamos por esta. Nos pusimos a ensayar alrededor de noviembre con la idea de estrenar en enero pero a causa de viajes de los actores, no pudimos. Además, en enero había demasiadas actividades, lo que nos obligó también a retrasar.

P.- Después de tantos años dirigiendo y relacionado con el teatro, ¿distingue a un buen actor de uno malo o se puede moldear?

R.- Hay veces que se puede modificar y hay cosas que tú ya ves de antemano, pero también hay gente que te sorprende porque se crece en un ensayo.

P.- ¿Sigue ocurriendo aquello de un mal ensayo general, un buen estreno?

R.- Ese es uno de los dichos del teatro, porque la gente de este mundo es muy supersticiosa. Cuando sale un ensayo general bueno, la gente empieza a temblar.

P.- Y en su caso, es supersticioso?

R.- Yo siempre digo que no soy supersticioso porque trae mala suerte.

P.- ¿Está atravesando un mal momento el teatro?

R.- El teatro lleva atravesando un mal momento desde los años 60. Pero yo creo que está atravesando un mal momento la vida en general, la crisis, la cultura... Se hacen recortes, y de lo primero de lo que se quita es de cultura porque duele menos. Luego hay otra crisis que es la de público y que viene pasando desde hace bastante tiempo. La gente aquí en Ceuta no tiene ese problema porque todo está cerca, pero cuando se vive a cuarenta kilómetros del trabajo y hay que madrugar, no apetece salir. El problema es de comodidad. La caja tonta, aunque sea mala, tiene treinta o cuarenta canales y ya no tienes que salir de casa.

P.- En su caso, ¿cómo y desde cuándo lleva vinculado al mundo del teatro?

R.- Yo tuve una primera etapa desde el año 59 al 71, me retiré en el 72, que fue cuando dirigí mi último curso teatro, y hace cinco años me repescaron los de ‘ConMedia Farsa’.

P.- ¿Y qué es lo que le ata al teatro para que haya vuelto?

R.- El teatro, como todo el mundo sabe, tiene un gusanillo que te pica y aunque te retiras, te ofrecen algo y te entran esas ganas de volver.

P.- Como espectador, ¿qué obras le gustan?

R.- Como espectador, una buena obra y un buen montaje. Lo que menos me gustan son esas comedias que no tienen nada dentro, las de reir por reir, me gusta que el teatro te diga algo, que critique a la sociedad o enseñe algo.

P.- ¿Y eso existe en el teatro que se está representando ahora? ¿Cómo ve el panorama?

R.- De todo hay en la viña del señor. Hay cosas muy buenas, otras regulares y otras malas.
 


‘La barca sin pescador’ será a las 21 horas, y el ambigú estará abierto desde las 20 horas

El Auditorio del Revellín acoge esta noche, a las 21 horas, la obra de teatro La barca sin pescador, de Alejandro Casona, interpretada por ‘ConMedia Farsa’. Además, desde hoy comenzará a funcionar el ambigú del Teatro Auditorio del Revellín, que estará en servicio desde la apertura de puertas (a las 20.00 horas) y hasta el inicio de la función (21.00 horas) y durante el descanso de la representación. En esta obra, como en todas las de Casona, el autor juega con la fantasía y la realidad. La historia transcurre en el despacho de Ricardo Jordán, el personaje principal, y en un pequeño pueblo de mar. Ricardo Jordán pacta con el diablo salvar su fortuna a cambio de una vida y eso será lo que le lleve hasta Estela, la viuda de Peter Andersen, un humilde y querido pescador.
 

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