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OPINIÓN - LUNES, 4 DE MARZO DE 2013

 

OPINIÓN / EL OASIS

Conversación con Ramón Ruiz
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Mediodía de un domingo lluvioso. Me llama Ramón Ruiz para decirme que es verdad que se le fue el santo al cielo con el triunfo en el Torneo copero del Madrid en el Camp Nou y que, por tal motivo, se olvidó de telefonearme como me había prometido en caso de victoria madridista. Ya que ese martes le había anticipado yo que los visitantes harían dos goles en Barcelona, como mínimo. Y fueron tres.

Pero, debido a que ese partido del martes quedaba ya lejos, nos ponemos a pegar la hebra del jugado en el Bernabéu, correspondiente al Campeonato de Liga, el sábado pasado. Y le cuento, muy por encima, detalles de un encuentro que los de José Mourinho volvieron a ganar.

Comienzo por analizar a Messi: le veo mustio. Poseído por una tristeza infinita. Aun así, hizo su gol. Pero la falta de lozanía del argentino, en momentos cruciales de la Champions League, debería ser menos preocupante para sus seguidores que la que se refleja en el semblante de Iniesta: jugador vital en el futuro del conjunto azulgrana.

La cara de Iniesta es el espejo en el cual se reflejan todos los males de un equipo que ha estado acostumbrado a vivir permanentemente en la cresta de la ola. De las expresiones faciales del manchego se pueden sacar conclusiones acerca de que el tipo de juego que los ha encumbrado necesita una revisión urgente.

El famoso tiqui-taca tiene sus ventajas y sus inconvenientes. Como todas las formas de jugar. En estos momentos, cuando los más poderosos adversarios han decidido contrarrestar esa manera de accionar del Barça en el césped, con mejor tino que nunca antes, se echa de menos una respuesta distinta de los afamados futbolistas catalanes. Lo cual no está ocurriendo. De momento.

En el partido del Bernabéu, querido Ramón Ruiz, debo decirte que el glosador del partido en el Canal +, Michael Robinson, que le tiene fobia al Madrid desde que jugaba en Osasuna, mentía cuando nos decía que los madridistas estaban jugando a la italiana. Es decir, haciendo cerrojo a ultranza. Burda mentira a la que se sumaba el narrador, Carlos Martínez. Otro que anda siempre deseando que falle Diego López para recordarnos a Iker Casillas.

Diego López, RR, no es una lumbrera en las salidas. Porque ha crecido en las secciones inferiores de la Casa Blanca, a las órdenes de un tal Amieiro: entrenador de porteros que, al parecer, nunca le dio importancia al dominio de éstos en el área chica. Ahora bien, DL, a pesar de los pesares, es mejor en tal cometido que el muchacho de Móstoles. Y además, como es de natural sobrio, apenas molesta a sus compañeros con gritos desmesurados. O sea, sin venir a cuento. Porque si bien los guardametas han de hablar, más por exceso que por defecto, en el término medio está la virtud.

Diego López, con su buen manejo del balón con los pies, ha permitido también que los componentes del medio campo madridista, zona vital, no padezcan las dificultades de un mal saque. Y en vista de que carezco de espacio suficiente para enumerar las bondades del asunto, espero hacerlo otro día.

En fin, Ramón, querido amigo, que nuestro Madrid ha mejorado en todos los aspectos. Así que llegamos en un buen momento a Old Trafford. Pero vamos a sufrir de lo lindo. Así que habrá que invocar a Cristiano Ronaldo. Y debemos pedirles a todos los santos que el turco de turno, o sea el árbitro, reparta justicia.
 

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