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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 6 DE MARZO DE 2013

 

OPINIÓN / EL OASIS

Por alcahueta
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Un día, de hace ya bastantes años, me llamó por teléfono mi estimado Alejandro Sevilla, vicario que fue de Ceuta. Y me dijo que tenía mucho interés en que yo entrevistara al presidente del Tribunal de la Rota, con sede en Sevilla. El telefonazo de AS se produjo a las doce y algo de la noche y yo estaba ya en brazos de Morfeo. Perdonen la cursilería.

¿Cuándo quieres, querido Alejandro, que yo entreviste al presidente del Tribunal de la Rota? Y el vicario me respondió que al día siguiente. Y además me dijo que debía estar en el Hotel La Muralla a las siete de la mañana. Y me explicó el motivo. El presidente ha decidido coger el barco de las ocho de la mañana.

A las seis y media de la mañana, yo estaba en el mostrador de recepción del hotel preguntándole al recepcionista a qué hora había dicho el religioso que se le despertara. Y quedé enterado de que a las seis y media de la mañana. Veinte minutos después el presidente del Tribunal de la Rota, en Sevilla, acudió a la cita.

Se presentó con cara de pocos amigos. Es decir, parecía no haber dormido lo suficiente. Y, tras recordarle que yo era el hombre enviado por Alejandro Sevilla, nos sentamos a una mesa y nos pusimos a conversar. Mi primera pregunta fue la siguiente: ¿por qué la Iglesia es sabia?

Y aquel hombre no dudó lo más mínimo en responderme así: ¡Por alcahueta, por alcahueta, por alcahueta! Y argumentó su contestación hablándome de los pormenores del proceso de separación que en aquel momento llevaba entre manos el Tribunal de la Rota, correspondiente a Rocío Jurado y Pedro Carrasco.

Me he acordado de lo dicho, en cuanto he oído en 13tv que “La señorita Corinna disfrutaba de una casa en El Pardo y tenía una protección del CNI, de la Policía y de la Guardia Civil. Es decir, que Corinna era mujer muy cercana a la Casa Real”. Tan cercana como para que el Rey pudiera acceder a ella cada vez que le diera la gana. Y la Iglesia, enterada del asunto, entre el Monarca y la ya famosa princesa de pelo rubio y aires de mujer conquistadora, ha salido en tromba a denunciar un hecho que no acepta.

La Iglesia nunca ha sido complaciente con las queridas o los queridos. Y, sin embargo, pasaba por alto lo de las casas de lenocinio. Y es fácil de entender el asunto: Hombre o mujer con amante propicia que el matrimonio se vaya a pique. No así las visitas a prostíbulos. Que nunca estuvieron mal vistas por los confesores. Por consiguiente, que haya sido la 13tv la que se ha encargado de airear lo de la casa habitada por la señorita Corinna, a nada y menos de distancia de donde mora la Familia Real, me obliga a pesar que la Iglesia sigue en sus trece. No olvidemos que la Iglesia cuenta con la mitad o más de las acciones de esa televisión.

Y en sus trece, además, siguen los hombres poderosos: pensando que tener amantes es signo de distinción. Nada nuevo bajo el sol y que estuvo de moda en los años del miedo; es decir, en los años cuarenta. Donde los nuevos ricos, estraperlistas y otros dedicados a menesteres poco limpios, y los ricos de toda la vida, necesitaban amantes para demostrar que estaban viviendo en la cresta de la ola. Y sus mujeres, cuando se enteraban del engaño, solían responder, casi siempre: viva yo como una reina y que murmuren los demás cuanto quieran. Y a la Iglesia ese comportamiento la sacaba de quicio. Han pasado los años y nada ha cambiado. Porque ni siquiera la Iglesia ha hecho la vista gorda en este caso.
 

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