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OPINIÓN - MARTES, 19 DE MARZO DE 2013

 

OPINIÓN / EL OASIS

Yo también soy del Ceuta
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Quienes me tratan a menudo saben el cariño que les profeso a todas las ciudades en las que estuve ligado a su equipo de fútbol. Porque nunca me he cansado de propalarlo. No en vano, debido a mi forma de ser, las disfruté de lo lindo. Recorrí sus calles, conocí sus costumbres, frecuenté sus lugares de ocio y viví entre sus habitantes como uno más.

Cierto es que en todos los sitios estuve dos o tres temporadas. Con lo cual me dio tiempo a tener amigos e incluso a seleccionarlos. Y, desde luego, me permitió conocer a sus gentes y aprender de éstas mucho más de lo que podía imaginarme.

Vivir así, es decir, callejeando y relacionándome con tirios y troyanos en los más diversos establecimientos públicos, además de costarme dinero era comprometedor. Sobre todo cuando las derrotas cambiaban la faz de quienes en los días victoriosos parecían haberme jurado afecto y respeto eternos. Nada anormal en un mundo tan complejo como el deporte rey.

Hecho el introito, y tras pedir perdón por su extensión y por hablar de mí, les diré que quienes conversan conmigo, cada dos por tres, saben también que yo no tengo más equipo que el Madrid. Club con el cual me identifiqué cuando era muy niño y he llegado a septuagenario sin perder un ápice de la pasión que despertó en mí.

Dicho ello, mentiría si dijera que a mí me agrada sobremanera que ganen los equipos en los que yo presté mis servicios. Sus derrotas o sus victorias me son indiferentes. No obstante, sigo apreciando a casi todos los futbolistas que me ayudaron en su día a realizar mi trabajo lo mejor posible.

No obstante, esta temporada vengo siendo muy del Ceuta. A pesar de que no se me ha ocurrido poner los pies en el Martínez Pirri ni en el Murube. Que todo hay que decirlo. Tan del Ceuta soy que espero con impaciencia conocer sus resultados. Que me encomiendo a mis santos preferidos para que el equipo consiga clasificarse entre los cuatro primeros.

Y, más aún, tentado estuve de convertirme en espectador del partido frente al Algeciras. Pero, dado que el equipo lo venía ganando todo en casa, en su vuelta al Murube, temí una derrota y vivir convencido de que mi presencia había gafado al primer conjunto de la ciudad.

La derrota del Ceuta frente al Algeciras, partido clave en muchos aspectos, me sentó como un tiro. Me amargó las últimas horas del domingo. Porque era consciente de que sus directivos merecían la alegría del triunfo. Máxime ante una afición que había respondido a la llamada de unos dirigentes dignos de que se les reconozca la labor que vienen desarrollando. Enorme en todos los sentidos.

Como también me consta, y no crean que sea una exageración, que hubo individuos invocando a todos los santos habidos y por haber para que los algecireños salieran triunfantes. Individuos que no pueden ver al primer equipo de la ciudad ni en pintura. Enemigos acérrimos de los directivos del Ceuta y que no dudarían en hacer lo imposible para que los entrenados por Álvaro Pérez se quedaran fuera de esa fase de ascenso que sería la consecución de un logro histórico.

Sí; histórico: porque el Ceuta se mantiene gracias al sacrificio de quienes sienten los colores del primer equipo de su tierra. Y no entiendo cómo es posible que haya autoridades locales y federativas que festejen las derrotas del primer equipo. Con su pan se lo coman. Eso sí, la afición respondió como nunca. Albricias.
 

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