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OPINIÓN - SÁBADO, 23 DE MARZO DE 2013

 
OPINIÓN / COLABORACION

Fallece Serafín Becerra, un superviviente
de la Transición y de la vida

Por El Pueblo


A los 81 años de edad, después de navegar en las aguas turbulentas de la vida y superar temporales políticos de toda índole, ese viejo lobo de mar que siempre fue Serafín Becerra Lago, nos dejó ayer. Y lo hizo en su tierra, en el Hospital Universitario de Ceuta, entre su gente, familiares y amigos, como él quería. Dejó este mundo en la tierra que tanto quiso y por la que tanto luchó. Quienes le tratamos y le quisimos, escribimos esta crónica con lágrimas en los ojos y con el corazón encogido recoger una noticia que nunca nos hubiera gustado escribir, pero en este caso hay que hablar de un luchador empedernido, de quien se batía el cobre en despachos y foros en defensa de Ceuta. Siempre tuvo a gala y así lo manifestó en la última entrevista de su vida, publicada en este periódico el último día del pasado año, que se entregó porque incluyeran a Ceuta en la España de las Autonomías. “Andalucía no nos quería”, dijo el 29 de diciembre Serafin Becerra en la terraza de su casa allá en el Monte Hacho.

Un Monte Hacho que fue su vida y su residencia, lugar emblemático para tantos jóvenes que hoy no lo son tanto y que no podrán olvidar aquélla mítica discoteca de La Cueva, en la que Serafín era siempre la cara amable que se te acercaba y decía: “¿Qué problema tienes? ¿No tienes dinero?, pues entra, da igual”. En su restaurante, el no menos mítico Mesón de Serafín cuántos conciliábulos políticos y familiares se habrán celebrado. Desde esa privilegiada atalaya del Hacho, con Ceuta majestuosa a sus pies, Serafin Becerra también vivió momentos amargos, como aquéllos en los que una hipoteca de Caja Madrid le acuciaba su patrimonio y buscó vendedor. Pero siempre luchó, con denuedo, con valentía, con sencillez.Como siempre hizo y nunca dejó de hacer: Afrontar la adversidad.

En la fortaleza de Serafín que te apretaba la mano al dártela con la fuerza que un exboxeador aún mantiene, te entregaba todo su corazón. Un gran corazón que no le cabía en el pecho y que quizás por ello hubo de soportar nada menos que 11 infartos, además de un cáncer de próstata. Y ahí seguía, firme, mirándote siempre a los ojos, recordando con lucidez un pasado que le parecía cercano y preguntando, siempre preguntando, por sus amigos y conocidos, para saber de ellos y de su vida. Serafin siempre ha sido amigo de sus amigos y un político del pueblo, llano, generoso, servicial que no servil, decidido, atrevido y siempre impetuoso. Daba la vida por Ceuta y aquí se ha quedado, luchó por Ceuta y no se ha ido, quería a Ceuta y está aquí, con ella.

Serafin era una persona que se hacía de querer, a la que se le apreciaba y con la que se establecía empatía con facilidad. No era el político al uso, porque presumía de sus orígenes sencillos y siempre estaba cercano al pueblo. De manera que, cuando se habla del político profesional, Serafín Becerra era atípico: un político “amateur”, vocacional del servicio al prójimo, entregado a la causa social, una especie de ONG volante y personal, querido por todos y, porqué no decirlo también, en los últimos años, posiblemente olvidado por algunos que estaban obligados a reconocerle una dedicación pública impagable. De esto se quejaba en su última entrevista con EL PUEBLO: “No soy invitado a los actos de la Constitución con lo que yo luché por ella, ni a actos institucionales”. Y para quitarle su mal sabor de boca, le decíamos sus amigos que, quizás, los mandamases de ahora, creerían que residía en Algeciras, porque Serafín ha estado en los últimos años a caballo en el Estrecho, repartiéndose con la familia.

Procurador en Cortes por el tercio familiar (años 66 y 67) y Senador en la etapa de la UCD, fue amigo, defensor a ultranza y admirador de Adolfo Suárez. Decían de Serafin que era el parlamentario ceutí con más arrojo porque “abría las puertas en Madrid”, como signo inequívoco de su decisión y amor por Ceuta.

Nació el 27 de septiembre de 1.931 en Valencia pero Ceuta fue su ciudad; primero de adopción y luego la llevó en el alma, como grabada a sangre y fuego, prendida en todo su ser. Allá donde estaba llenaba el espacio con su gran humanidad y don de gentes.

Después de su etapa como diputado en la época franquista, perteneció a UCD y luego estuvo en el CDS (formación a la que también perteneció su hijo mayor) y desencantado de la política la abandonó. Ya había entregado gran parte de su vida a la misma y necesitaba dar un paso atrás para dedicarlo a su familia y a los negocios que, pese a dejarlos en manos de sus hijos, requerían su atención.

Su honestidad fue reconocida por todos, porque Serafín Becerra era un hombre limpio de conducta y corazón, transparente, tan diáfano que no tenía nada suyo y que se entregaba con sinceridad. Ahora, al final de sus días, cuando el “cuerpo no aguanta más” una disfunción generalizada, acabó con su vida. Cuentan sus familiares que un percance fortuito que sufrió hace un mes al salir a gestionar asuntos en una entidad bancaria, le supuso un contratiempo demasiado definitivo. Murió a consecuencia de una neumonía que se complicó pero lo hizo con las botas puestas, luchando como él sabía hacerlo. Hasta el último suspiro demostró que tenía una “débil salud de hierro” pero esta vez, Serafín se doblegó porque su reloj biológico detuvo su discurrir abandonándolo en su ciudad y junto a los suyos. Un deseo de Serafín convertido en realidad. Descanse en paz el amigo, el gran hombre y el político del pueblo que dejó su paso por la “res pública” sin mácula de sospecha. Su intachable trayectoria es el mejor patrimonio que nos dejó…y su ejemplo vivo. Serafín Becerra Lago nunca caerá en el olvido porque estará presente en todos los rincones de Ceuta y sus gentes.
 

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