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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 27 DE MARZO DE 2013

 

OPINIÓN / EL OASIS

La central lechera
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Llevo varios días pisando la calle muy de mañana. Cuando apenas la gente se deja ver. Luego, tras casi una hora y media de darle al cuerpo alegría de andariego, me refugio en mi casa y me pongo a pensar qué hay que hacer para acabar con los políticos que están arruinando nuestras vidas.

Y, tras concederme un tiempo prudencial, lo primero que se me viene a la mente es que hay que salir a la rúe y protestar ruidosamente contra el poder establecido. El poder establecido en esta ciudad es realmente fácil de derribar. Basta con que la gente salga a la calle clamando contra Juan Luis Aróstegui. Que es la persona que más daño le esta haciendo a Ceuta.

El secretario de Comisiones Obreras es un tipo que hace muy buenas migas con nuestro alcalde. Ya que la amistad de ambos data desde el momento en que los dos deciden hacer negocios que redunden a favor de sus cuentas corrientes. Y el primero de ellos, o bien uno de los primeros, es el de darle vida a una central lechera en terrenos de Benzú.

De aquel tiempo, conviene decir, cuanto antes, que nuestro alcalde era funcionario y Aróstegui se pavoneaba ya como concejal de un Ayuntamiento donde él mandaba tela marinera. Con lo cual hacía de su capa un sayo. Es decir, que hacía lo que le salía de sus adminículos.

Y sucedió lo que suele suceder cuando un tipo maneja un sindicato y una concejalía: que el funcionario se ve obligado a rendirle pleitesía. Y así lleva la tira de tiempo nuestro alcalde. Obligado a doblegarse ante un Fulano que tiene la hiel reventada.

La central lechera fue el primer fiasco que el sindicalista y el mandamás de Procesa sufrieron. Los terrenos para darle vida a la central lechera estaban situados en Benzú. Y allí estuve yo un día acompañado por Manolo González Bolorino. Quien quiso ponerme al tanto de cómo la amistad de Vivas y Aróstegui se había plasmado en un negocio que parecía dispuesto a proporcionar dividendos extraordinarios.

El negocio fue un fracaso. Y me remito a lo que vi en el sitio elegido por tales lumbreras para hacer posible que una central lechera en Ceuta fuera un éxito en todos los sentidos. Allí, en un terreno abrupto de Benzú, me encontré con una choza y una vaca metida en años que ramoneaba con tanta parsimonia como carente de vida y por tanto poco propicia a que sus ubres proporcionaran leche para negociar.

Entonces comprendí que Juan Luis Aróstegui y su aparcero estaban destinados a fracasar en cuantos negocios emprendieran. Y hubo un momento en el cual le dije a Vivas que lo mejor que podía hacer es olvidarse de las relaciones con el sindicalista que le iba trastornando la sesera.

Pero el mandamás de Procesa había perdido ya la cabeza por el sindicalista y por un empresario que apoyaba cuanto dijera un Aróstegui que le decía que se cuidara de las pintadas que podrían hacerle mucho mal.

Y ambos, claro es, cortitos de valor, sucumbieron a las amenazas de un líder sindicalista cuya fuerza ha ido de más a menos y que ahora está a punto de reventar por los cuatro costados.

Aróstegui es un bluff. Un tipo que se ha dado cuenta de que los suyos no lo quieren y ha optado por hacer de Conde don Julián. Y la gente lo odia. A ver si Vivas se percata del asunto. Y vuelve a la senda del compromiso que tiene con sus votantes.
 

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