PortadaCorreoForoChatMultimediaServiciosBuscarCeuta



PORTADA DE HOY

Actualidad
Política
Sucesos
Economia
Sociedad
Cultura
Melilla

Opinión
Archivo
  

 

 

OPINIÓN - MIÉRCOLES, 27 DE MARZO DE 2013

 

OPINIÓN / LAS NOTAS DEL QUIM

Rumbo a Ceuta, desde Málaga
 


Quim Sarriá
opinion
@elpueblodeceuta.com
 

Hola Ceuta.

Llevo ya cuatro días disfrutando de la Semana Santa y, contra todo pronóstico, el Sol me acompaña en todo momento, menos por la noche ¿no?

Como Rouco Varela ha perdido varios enteros desde que tenemos nuevo Papa, el buen Dios ha hecho caso a mi petición de que no me fastidiara durante mi viaje y mi estancia en las ciudades que visitara. Gracias Dios por contradecir a esos malos pronosticadores del tiempo.

En la capital de la Costa del Sol me he reencontrado con viejos amigos, tanto en edad como en antigüedad y recordando los buenos tiempos, ya alejados en la historia, hemos disfrutado de las tapas y del entorno semi-turístico.

Málaga ha cambiado un poco desde la última vez que la visité, sin embargo el entorno social está mucho peor y, desde luego, los peperos no consiguen levantar sus promesas.

Empezando por el Metro: túneles construidos, estaciones casi terminadas… pero todo paralizado. La única unidad móvil que he visto es un tractor abandonado.

La crisis, fuerte, se nota mucho en los alrededores del hotel donde pernoctamos y cientos de pequeños comercios tienen las persianas metálicas bajadas con carteles pegados, de alguna manera, con leyendas como ‘se traspasa’, ‘se alquila’, se vende’, etc.

Por exigencia de mi hijo pequeño, al que le encanta los churros, solemos desayunar en el bar del mercado de Huelin porque hacen unos churros kilométricos que compensan, con mucho, la manía de mi hijo de tomar solamente un vaso de leche como desayuno.

Cuando voy a la ciudad de los boquerones suelo acudir a un centro comercial cuyas dependientas me recuerdan con amor y donde suelo comprar esas cosas que suelen cubrir los cuerpos desnudos.

Me he decidido por un pantalón y, para sorpresa mía, allá tenían registradas mis medidas que, para desencanto mío, resultaron ser pequeñas. La edad y la barriga van parejas por la vida: no paran de crecer.

Bueno, mi estancia en Málaga está completamente condicionada por mi hijo pequeño: él decide qué y cómo lo hacemos. Para eso me acompaña.

Solo un bache hemos encontrado: en la comida me zampé unos callos que nunca he visto. Unos callos ahogados en la sala que se toman con cuhcaras como si fuera un cocido.

Me sentaron tan mal que tuve que meterme en una farmacia don la simpática farmacéutica me atendió tan agradablemente que al día siguiente se preocupó preguntándome, en la calle durante un paseo, que tal estaba.

Había pedido unas pastillas para el estómago y además me tomó la tensión que la tengo tan alta como la concurridísima órbita de satélites. Encima mi hijo se chiva de que soy un fumador empedernido.

Bueno, seguimos aquí.
 

Imprimir noticia 

Volver
 

 

Portada | Mapa del web | Redacción | Publicidad | Contacto